No soy para ti (GIP) 2Jin

Todos los caminos conducen a la fiesta.

Un par de semanas después.

En Nueva York.

—Está en su oficina —Jungeun no necesitó ni siquiera preguntarle a Choerry por Hyunjin. En cuanto la asistente la vio cruzar por la puerta, le indicó donde se encontraba la pelirroja.

Para la jovencita no valía ni siquiera la pena apartar la mirada de su celular, directamente bastaba con señalar. El caso es que la presencia de Jungeun, de Jinsoul y por supuesto de Heejin y de las tres pequeñas que venían con ellas había pasado a ser constante en el estudio de tatuajes, y ni hablar de que ahora la lista en color "arcoíris" de la pelirroja había aumentado a un considerable número de personas.

Jungeun no se frenó para preguntar si la pelirroja estaba ocupada o no, la surcoreana ya sabía que estaba de color arcoíris para la pelirroja y sabía perfectamente que eso significaba un pase libre en cualquier momento. Lo que sí la hizo frenar fue el sepulcral silencio que casi nunca había en el estudio. Subió su cara y dio un vistazo panorámico, todas las estaciones de los tatuadores estaban vacías. Jungeun regresó sus pasos, murmurando por lo bajo cada vez que tenía que saltar algún inflable que estaba tirado por el piso o una Barbie que había quedado rezagada por allí, y se frenó en el escritorio de Choerry.

— ¿Qué demonios pasa aquí? ¿Alguien tiró una bomba? ¿La rari sacó a pasear a raroncilla de su jaula? —fue esta última pregunta la que hizo reír a Choerry y la que hizo que la jovencita se demorara en contestar para actualizar la cuenta de twitter elgranrarón

Después de que le mostró a Jungeun su brillante tweet, réplica del chiste de la surcoreana, ambas rieron y la joven contestó.

—Sabes que Hyunjin empieza sus clases el próximo lunes, ¿cierto? —la surcoreana asintió.

La noche anterior Heejin se había encargado de demostrarle a Hyunjin lo orgullosa que estaba por eso y el resto de los humanos lo tuvieron que escuchar.

—Ni me hagas recordarlo, menos mal que las niñas estaban de visita en el hogar —ojalá ella hubiera decidido aceptar la invitación de la hermana Ana para hacer un retiro espiritual esa misma noche.

Choerry asintió—. Te entiendo. Esta mañana vivimos lo mismo aquí cuando Heejin apareció de repente y se encerró en la oficina de Hyunjin —Jungeun giró los ojos. Por supuesto que ella había visto llegar a la castaña en un estado más que deplorable a la oficina—. Demás está decir que se encargó de echar a patadas a la chica sobre la cual Hyunjin estaba trabajando —una novia celosa era igual a menos clientes.

Jungeun volvió a girar los ojos—. ¿Por eso se fueron? —señaló los puestos vació del resto de los tatuadores—. Sabía que el chinito idiota ese les tenía miedo a los orgasmos, ni una sola vez escuché a Jinsoul—

—No se fueron por eso —la interrumpió Choerry—. Hyunjin los despidió —informó como si estuviera contando una pavada.

Por tercera vez en la mañana, Jungeun volvía a girar los ojos—. ¿Otra vez? ¿Y ahora por? —era como la vigésimo cuarta vez que los echaba.

—Porque es imposible que los chicos dejaran pasar el hecho de que Jinnie vuelve al colegio —contó Choerry y Jungeun empezó a entender—. No iban a parar hasta que Hyunjin no se muriera de la vergüenza —agregó.

Jungeun rio.

— ¿Qué le hicieron? Por favor dime que no superaron mi broma de la mochilita.

La surcoreana se había encargado de regalarle una hermosa mochila de Bob Esponja a la pelirroja. Cuando Hyunjin atinó a dársela a su hija, Jungeun se la quitó y le dijo que era para el rarón. El color de Hyunjin fue de un fucsia instantáneo que creció aún más cuando la surcoreana sacó uno de los preservativos que había puesto en la mochila y le dijo que era para el "recreo" del rarón y que no le iba a venir mal cuando lo tuviera que usar con alguna de las porristas del instituto.