Capítulo 4

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- ¿Te está doliendo? – Me preguntó Eren una vez que la chica le permitió entrar a su lugar de trabajo, alcé la cabeza para verlo, fruncí mucho el ceño, queriendo darle entender que estaba de más su pregunta, en mi boca que tenía mi camisa que la apretaba cada vez que la aguja hacía contacto con mi piel. - ¿Vas a terminar eso hoy? –

-No. – Dijo en una manera tajante.

- ¿Cómo le vas a hacer para terminarlo? – Volvió a preguntar, esta vez acercándose más a la chica.

-Por sesiones. – Se escuchaba levemente irritada.

- ¿Y cuantas sesiones tendrá? – Su cuerpo lo tenía enfrente de mí, por lo que pude ver, él empezó a invadir su espacio de trabajo.

-Eren, aléjate, me estas abrumando a mí y a ella. – Dije mientras ahogaba un grito, con el dolor agudo de las agujas y la voz de mi amigo me estaba molestando cada vez más.

-Quizás seas tú la que se está sintiendo abrumada. – Gruñó. – Ella se ve muy concentrada, sólo escucha, ¿Te estoy molestando? –

-Sí. – Volvió contestar muy seca.

-Ves, le caigo bien. –

Por fin Eren salió del espacio, pasé mucho tiempo en esa posición, y ella me dejó estirar, al juntar los omóplatos, sentí ardor y entumecimiento, puedo decir que me gustó ese tipo de dolor, con mi camisa me limpie el sudor que sentía en los pechos, una vez terminando la acción coloque mí brazo encima de los mismos para acercarme al espejo y trate de girarme para ver qué fue lo me había hecho, solo lo que me tomó por los hombros, con un atomizador me puso jabón especial para esto, suavemente con la yema de sus dedos masajeo el lugar.

-Ya te dije todo lo que te debes de hacer con el cuidado de tu tatuaje. – Habló muy bajito y despacio, en mi espalda pude sentir como pasaba el papel, para limpiar. – La siguiente sesión será a la misma hora, el mismo día, ¿Puedes? –

-Eres tan autoritaria. – Bufé para después asentir, ahora sí, vi por encima de mi hombro para ver, me quedé sin palabras, lo que ella había iniciado eran las lunas, tan realistas, se veían preciosas. – Es espectacular. –

-Gracias. –

-No voy a dejar que alguien más me haga mis tatuajes más que tú. – Comenté con asombro mientras retrocedía para verlo con detalle, ahora ese arte estaba en mí.

-Pues te va a salir muy caro. – Se dejó caer en su silla, sentí su mirada algo agobiante en mí cuerpo. – Te recomiendo que ya te pongas tu ropa, se está asomando un amigo tuyo... Hola, pequeñín. –

-Que pesada. – Bufé, le di la espalda para me colocarme el sostén sin que mi reflejo se viera en el espejo, estando listo eso me giré para tomar mi camisa. – Te pido de la buena manera que no te burles de mi pezón. –

-En un futuro me vas a adorar, asiática. – Dijo sin mucho interés mientras veía fijamente su palma. – Además no te preocupes he visto muchos pechos a lo largo de esto. –

-Desdichadas las chicas que viste. – Agarré mis cosas que había metido conmigo para guardarlas.

-No lo creo, se fueron bastante satisfechas. – Se quito los guantes y empezó a guardar sus cosas desde la silla. – Muchas de ellas estaban muy guapas, sin duda les hubiese coqueteado, sino me gustasen los hombres y aparte, se me hacen más atractivos. –

-Rara. – Me acomodé el cabello aprovechando que está el espejo. – Bien, ¿A quién le pago? –

-No siempre. – Susurró, pero algo fuerte, ella se levantó y abrió la cortina, lo hizo tan rápido que no me dio oportunidad de colocarme la camisa, afortunadamente ya no había gente en el lugar. – Le pagas a ella. –

Esclava De Tu AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora