1. Una presencia apaciguante.

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Imagen de multimedia por @dis_6s en twitter.
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Pequeñísima guía para este omegaverse:

Lo básico es lo mismo. Recomiendo que busques en internet si no estás familiarizade con el término.
El celo es cada dos meses para omegas y dura tres (3) días. Los alfas no tienen celo.
Existen supresores de olor (una píldora dura una semana), de celo (una píldora para cada día) y anticonceptivos. Los tres tipos se venden por separado y funcionan igual para ambos alfas y omegas. A excepción de los de celo, pues estos son exclusivos para el consumo en omegas y no se pueden encontrar fácilmente.
Los omegas hombre son extremadamente raros, lo que los hace muy buscados y codiciados por gente de todo tipo. Las alfas mujer también son buscadas, pero por razones distintas.

Más sobre esta versión del omegaverse se irá explicando implícitamente conforme la historia va avanzando. Pregunta si algo no queda claro ;).

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Después de una gran aventura, a los Sombrero de Paja les era costumbre hacerse de un banquete para celebrar su siguiente paso por el camino hacia sus sueños. Reencontrarse después de dos años aún los mantenía emocionados aunque hayan peleado ya juntos en la isla Gyojin y ahora también en Punk Hazard, pues después de tanto tiempo estando separados luego de haber formado un vínculo tan marcado como lo era estar dentro de una tripulación, todavía faltaba mucho para que se pusieran al día y se acostumbren a su compañía de nuevo.

La fuerte conexión de los nueve Sombreros de Paja podía palparse hasta en el aire para los que viajaban temporalmente con ellos. A Kinemon, Momonosuke y Trafalgar se les dificultaba entender cómo después de todo lo que la tripulación había pasado, pudieran actuar como si todo estuviera bien, como si estar juntos fuera su forma de llevar los problemas. No era muy común para la tripulación de Luffy saber qué les esperaba a continuación, pero la confianza que existía entre ellos les aseguraba internamente que todo estaría bien. Pero el que lo que esperaba del capitán de los Sombrero de Paja haya resultado muy diferente a lo que en realidad era, representaba una gran amenaza para su plan.

—No te preocupes —le había pedido el cocinero la noche de aquel día en que Law intentó explicar su plan al inquieto capitán, dándose cuenta de las pocas probabilidades de que esta tripulación se atenga a él—. Luffy puede ser un idiota impulsivo, pero es un bastardo con suerte y terco a morir —había ya poca luz en cubierta del Sunny, pero aún así, Law pudo observar la sonrisa del rubio perfectamente—. Te sorprendería lo que podemos lograr improvisando.

—Con Doflamingo eso no funcionará.

Sanji no dijo nada, pero su sonrisa no desapareció. Se recargó en el mástil y dejó salir un suspiro cuando al alzar la mirada se encontró con el cielo estrellado. Law cruzó los brazos, haciendo lo mismo.

—Por eso tenemos suerte de tenerte a ti.

No supo si fue la forma, el tono o las palabras que dijo, pero al lado del cocinero de su aliado, observando las estrellas después de un mal día, sintió una calidez tan agradable que por un momento creyó que ahí era donde Law pertenecía. Su cabeza dejó de darle vueltas a lo que podría salir mal el día que entregaran a Caesar y dejó salir en un suspiro todas sus preocupaciones y malestares. El hombre al lado de él debió notar su cambio de ánimo, porque volteó la cabeza para mirarlo con esa preciosa sonrisa todavía sobre su fino rostro. Law observó el acto y su corazón se paralizó por un segundo, recordando con esa vista a cierto hombre cuya sonrisa le era imposible olvidar. Un nudo en su pecho se formó, pero él le sonrió de vuelta al cocinero.

Ninguno de los dos se dio cuenta del tiempo que habían permanecido en paz al lado del otro hasta que desde la enfermería salió Chopper, llamando a Law al tiempo que se dirigía a él—. ¡Torao! Ahí estás. Ya puedes venir por tu pastilla.

Sanji se puso de pie rápidamente, tomándolo por sorpresa la interrupción de Chopper. Law no supo exactamente por qué deseó gritarle al reno que volviera dentro y sentar al rubio de nuevo a su lado, pero desechó la idea al verlo alejarse.

—Nos vemos —le dijo Sanji antes de encenderse un cigarrillo y comenzar a caminar hacia los dormitorios.

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Law tomó la pastilla con dos dedos y se la puso en la lengua, observando el vaso de agua en su mano derecha antes de beber. No acostumbraba tomar supresores de olor, mucho menos después de convertirse en Shichibukai. El Gobierno Mundial y la Marina estaba lleno de alfas basando sus relaciones dentro de ideologías tradicionales y fuerte sentido de respeto, donde se consideraba algo incluso barbárico andar por ahí con sus olores al aire. Y justo por eso Law lo hacía, debía hacerse notar como un alfa merecedor de respeto —incluso siendo un pirata entre montones de marinos— y así, al mismo tiempo, evitaba que se metieran con él.

Pero en ese barco Law era un invitado, alguien ajeno, y por eso debía mostrar su respeto al alfa líder del lugar: Luffy. Claramente a él esas cosas no le molestaban, quizá incluso ni le importaban, pero Law igual quería hacerlo; mostrarle que respetaba esos límites invisibles pero perceptibles. 

Bebió el agua y se tragó la pastilla—. Ups —dejó salir Chopper inocentemente—. Solo quedan supresores de olor, tendremos que comprar más en Dressrosa.

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Sin poder evitarlo pero tampoco sin intentar detenerlo, Law y Sanji continuaban dándole vueltas a aquello que ambos sintieron al estar lado a lado. Y por qué a pesar de que esa había sido su primera interacción, se sentía como si llevaran años intercambiando su presencia en silencio y haciendo de la compañía del otro un evento consistente. Al punto de que después de ese momento juntos, se sentía extraño no tener al otro al lado aunque haya pasado apenas unos minutos desde que sucedió.

«¿Por qué mierda?» pensaba Law, que de algún modo sabía que aquello que le causaba ansias era el haber probado lo que la verdadera paz se sentía, pero no entendía completamente por qué con él. «Kuroashi-ya». Un alfa de veintiún años que apenas conocía. Era... insólito. Incluso risible el que haya pensado en lo que pensó. Para sus ojos, Sanji era un alfa, igual que él, así que sería imposible que la atracción que estaba sintiendo dentro sea producto de su alfa interior. Tenía que estar confundido. Tenía que ser algún tipo de síntoma por del supresor o algo hormonal lo que lo hacía sentirse tan conectado con cualquiera que le haya mostrado la mínima cortesía como lo había hecho Sanji.

Pero, en la otra punta del barco, Sanji se sentía exactamente igual. Confundido, ansioso y algo... caliente. Intentó mantener la mente despejada para poder dormir al darse cuenta que darle vueltas al asunto empeoraba todavía más su situación. Si Sanji sospechaba la razón por la que se sentía de esa manera y porqué le era tan molesto estar "lejos" de un alfa al que apenas conocía, hizo un excelente trabajo empujando cualquier idea y pensamiento lejos de su mente y, muy difícilmente, comenzó a calmar esas misteriosas ansias lo suficiente para lograr cerrar los ojos y descansar apenas en un sueño ligero.

Fantasía en un destino trazado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora