17. El reflejo de la luna.

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Imagen en multimedia de @Ax98N en twitter.
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Luego de un maravilloso escape no solo de Doflamingo, sino también del gigantesco barco de Big Mom, y aún después de mucho pensarlo, Sanji no podía llegar a una conclusión. No había manera alguna de colarse en la mente de Doflamingo para saber a qué exactamente se había referido. Caesar no cooperaba o quizá era muy buen mentiroso, pero, de nuevo, no tenía pista de ninguno de esos dos escenarios. Al menos y para su paz, Doflamingo no los había seguido. Fuera porque no quiso, porque no pudo, porque no se lo permitieron o por cualquier otra razón... no lo volvieron a ver.

Estaban camino a Zou, sumergidos en un ambiente sabor amargo, sintiéndose incompleto el barco sin los demás Sombrero de Paja. En momentos como ese era cuando más se podía notar que entre ellos se complementaban—. Nami-san, ¿estamos cerca? —cuestionó Sanji al llevarle uno de sus famosos cocktails a la chica, quien miraba las nubes desde la cubierta lúgubre del Sunny. Para Sanji no significaba ningún inconveniente estar ahí, pues tenía a Nami, su acogedora cocina y compañía agradable a pesar de que le faltaban nakamas. Pero todos abordo pensaban lo mismo: conseguir una distracción además del horizonte del océano y las incontables estrellas. La emoción y el anhelo por aventura permaneció en ellos, no había forma de sacar eso del interior de un pirata.

—Eso espero —le respondió Nami, con su mirada clavada dentro del horizonte que seguía el Sunny. Sanji suspiró y se recargó de espaldas en el barandal que ella sostenía, el viento volándole el pelo hacia delante y llevándose el humo de su cigarrillo a la popa del barco. Nami lo miró de reojo, extrañada y confundida por el cambio en la actitud de su nakama en aquellos últimos días—. ¿Cómo vas, Sanji-kun? —no se abstuvo de preguntarle, pues parecía haber cambiado incluso alrededor de ella, de sus nakamas. Y no sabía si para bien o para mal.

—¿Hm? —la pregunta pareció confundir a Sanji un segundo, pero en el momento en que miró el rostro serio de Nami, supo a qué se refería—. Oh, no te preocupes por mí, mi querida Nami-san —calmó con una sonrisa y Nami, extrañada, se giró hacia el mar de nuevo.

Sabía a qué se debía su cambio. No habría pensado que a pesar de conocer a Sanji en cada aspecto de su ser, su recién descubierto aroma le dejó a Nami qué pensar. Además de aquel asunto que Sanji había estado pasando respecto a Zoro y lo que sea que significaba la repentina presencia de Law, ella entendía el porqué. Sanji es un omega. Ella lo sabía, pero apenas estaba cayendo realmente en cuenta—. Sanji-kun... —insistió ella y tomó su mano antes de preguntar—. ¿De verdad estás bien?

Ni siquiera tuvo que mirarla para entender el verdadero cuestionamiento detrás de aquella aparentemente simple pregunta. Sonrió y posó su mano sobre la de ella—. Lo estaré, Nami-san.

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Aún sintiendo el calor del cuerpo de Sanji en su abrazo, Law reconsideró sus deseos de pelear hasta la muerte aquel día. Entre todo el desastre en la batalla solo tenía una cosa clara: si Sombrero de Paja moría, él lo haría también. Pero si resultaba victorioso, tenía que estar ahí para ver a Doflamingo caer. Le complació en demasía que hasta el momento, aunque él se encontrara fuera de combate y con heridas mortales, Sombrero de Paja era quien parecía tener la ventaja sobre la batalla. Un rayo de esperanza iluminó el camino que había estado ignorando por culpa de la oscuridad de su rabia: Viviría.

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Al momento de que su alianza se supo victoriosa, con un fuerte nudo en la garganta y los ojos palpitando dentro de su cabeza, Law respiró en un suspiro lento y sintió cómo un peso sobre sus hombros se iba desvaneciendo poco a poco, permitiéndole respirar con más facilidad.

Estaba hecho.

Trece largos años en los que había esperado el momento en que el reinado de Doflamingo se terminara. Trece años en los que su esperanza por hacerlo pagar se desvanecía poco a poco hasta el punto de llegar a planear su propia muerte en busca de su emancipación a ser subordinado bajo el mando de aquel hombre que aborrecía. Quien ese día, yacía derrotado en el suelo de un país que retomó a la fuerza y causó insanables heridas en su gente.

Fantasía en un destino trazado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora