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Hace ya una semana que volví y me sentía mejor que nunca.

Dormí todo lo que no pude en todo este tiempo trabajando.

Aunque una pequeña parte de mí se sentía mal por Tomás, no paró de llamarme y mandar mensajes, hace tres días dejó de molestar.

Pensé que lo que pasó lo iba a tomar como simplemente "un garche más" Pero creo que no fue asi.

Por mi parte, lo fué. No sé si él esperaba ser algo o qué, pero se equivocaba, no podemos estar juntos, lo que pasó lo tomé como un "sacarme las ganas" Por así decirlo.

Me encontraba en el sillón, sin mucho por hacer, ya que terminé de ordenar.

Miré la hora, 15:57.

Caminé hasta mi pieza y me cambié.

Salí de casa, comencé a caminar dispuesta a tomar un helado.

Quizás fue de muy mala persona no darle siquiera una explicación o atender sus llamadas para poder hablar y darle mi punto de vista sobre lo que pasó.

Pero simplemente no tenía ganas de verlo, sabía que si me decía dos o tres pavadas, iba a caer rendida.

Mi corazón y cuerpo se detuvieron en seco al ver el auto de Tomás en una heladería del centro.

Okey, talvez no es él y la estas flasheando Luna, seguí.

Caminé un poco más y su pelo verde se reflejó con la luz del sol.

No, no, no y no.

Entré en pánico, no sabía que hacer.

Mis piernas no reaccionaban e internamente pedia a gritos que alguien me saque de ahí.

Una vez que se subió a su auto pude volver de mi pequeño transe, no hice más que dar media vuelta y caminar lo más rápido que pude.

Me sentía mal, tampoco soy una piba sin sentimientos.

Lo extrañaba, me había acostumbrado a él y su carácter de mierda, los porros de madrugada, sus canciones, su mirada tan fría que me hacia temblar, sus besos, su pequeña sonrisita.

Cuando por fin llegué, llamé a la heladería, no iba a quedarme con las ganas, nunca lo hago.




























Relleno chikis, relleno.

•Perdón• // C.R.ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora