Antes de nada...

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Narradora: Lena

—¿Seguro que no has pilotado nunca antes una nave—le pregunto a Haru sin poder creerlo.

—Te juro que es la primera vez—responde ella pilotando a mi lado mientras sube un poco los hombros en señal de vergüenza.

—Joder, eres una pilota experta—le halaga Dylan al igual que yo, sin dar crédito a lo que está viendo.

Haru sonríe tímidamente.

—Supongo que todas las horas que he estado jugando a la consola han dado sus frutos.

—Y que lo digas—le digo.

—Para que luego digan que con los videojuegos no aprendes nada—añade el castaño.

Ambas asentimos.

—A partir de ahora, tú serás la piloto de esta nave y elegirás al copiloto que creas desees en cada momento. ¿Qué te parece?

—¡Genial!—responde excitada de emoción—. Muchas gracias.

Se abalanza hacia mi para abrazarme. Me pilla desprevenida pero la abrazo contagiada por su felicidad.

Es que es cierto. Aparte de pilotar a la primera la nave, Haru ha aprendido todo el funcionamiento de nuestro vehículo a una velocidad inimaginable. Todo lo que ha mí me costó meses aprender, ella lo ha aprendido en cuestión de minutos.

Sin lugar a dudas tiene un don para la tecnología.

—Sé que el siguiente metahumano está en Australia y por ello es allí donde deberíamos ir pero antes de nada...—hago una pausa y contemplo a los dos durante unos segundos y luego vuelvo a poner la vista en el frente, debido a que somos Haru y yo las que estamos pilotando—creo que deberíamos practicar un poco tus habilidades, Haru.

—¿En serio es necesario?—pregunta la morena imitando un puchero—. Yo quería ver Australia. El clima allí es muy agradable.

—Sí y yo quería pelearme con un canguro—añade Dylan haciéndose el indignado. La japonesa lo mira sorprendida.

Le dedico una mirada penetrante a Dylan.

—Era broma—admite el castaño levantando las manos al aire en señal de rendición—. Lo de tener ganas de ir a Australia. Yo solo quiero pelear con un canguro en donde sea.

Haru y yo intercambiamos una mirada. Ella se me queda mirando como ¿es así siempre? y yo asiento lentamente.

—Es mejor que Haru aprenda a usar bien sus poderes—le explico a Dylan—. ¿Te acuerdas lo que no costó a nosotros aprender cómo funcionaban?

Él suspira.

—Tienes razón. Será lo mejor para ella—cede finalmente—. Siempre y cuando ella quiera.

Ambos posamos la mirada en la nueva metahumana.

—Por mí guay—responde ella con una gran sonrisa.

—¿Conoces algún lugar cercano algo discreto para practicar?—le pregunto a Haru.

—Oh sí.

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Unas horas más tarde en Tashirojima, Japón

Aterrizamos en la pequeña isla sin ningún problema. Recogimos algunas cosas que podían sernos útiles para el entrenamiento de Haru y comida y agua.

Justo al poner un pie en la isla, escuche un ronroneo. Me giro en su dirección y me encuentro con un precioso gato pelirrojo acercándose hacia nosotros. Seguramente había olido la comida.

Metahumanos IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora