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Y En Mi Casa Y En Mi Alma Hay Un Sitio Para Ti.

Los rayos del Sol se escapaban a través de la ventana y caían en el rostro de ese ángel entre sus brazos.

Ese ligero jadeo que salía de sus labios entre abiertos lo hacía alucinar... Esto era todo lo que tenía planeado... Una vida feliz junto al amor de su vida.

- Creo que nunca que acostumbraré a la mirada tan penetrante que tienes - Las pestañas largas y rizadas de Joaquín aletearon, sus párpados pesados se abrieron y dejaron ver ese iris avellana brillante y somnoliento.

Emilio sonrió con grandeza, al fin lo tenía entre sus brazos y gozaban de la libertad de amarse, ir de la mano por la acera, un beso fugaz en medio de una cafetería.

- Tampoco me acostumbraré a tu belleza - Un ligero carmesí tiñó las mejillas de Joaquín y Emilio no pudo estar más contento, atrajo el rostro de Joaquín con su mano izquierda y le dio un beso cálido y amoroso.

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Su corazón se oprimía cada vez más mientras veía a la pareja feliz a unas cuántas mesas delante de él.

La verdadera felicidad reflejada en aquel rostro, ese pequeño hoyuelo en el pómulo derecho, esa sonrisa sincera, los dientes blancos brillando cómo perlas, el resplandor en esos ojitos amorosos, el rubor en las mejillas a causa de la palabras con doble sentido en ese lugar público.

- Oh, ya he comido demasiado... - Escuchó esa dulce voz y el dolor se volvía más insoportable.

- Mi amor, aún falta lo mejor - Aquel hombre guiñó e hizo una seña hacia un mesero - Richard, trae la tarta de frutos rojos - El mencionado asintió y desapareció.

Ahora comprendía todo, las palabras mentirosas, los besos y sonrisas fingidas, esas noches en dónde él creía que su amor era correspondido por el ser debajo suyo sin darse cuenta que solo era sexo por lástima.

- Tim, hey - Christian movía su mano frente al rostro de Tim, haciéndolo reaccionar y soltando un suspiro exasperado - Estoy cansado, ¿Sabes?, Simplemente no puedo seguir con esto, iré a recoger unas cosas que me pidió el señor Marcos - Dijo y después se levantó y sacó de su billetera un par de dólares y los dejó sobre la mesa.

Eso solo hizo sentir a Tim más miserable y vomitivo, ese chico perdía su tiempo al intentar entrar en su corazón, ese corazón que derrochaba amor por alguien más, Christian realmente no necesitaba pasar por toda esa basura, mendigar por amor, ahora Tim hacía lo mismo que Joaquín hizo con él, crear una fantasía sin siquiera sentir el mínimo afecto más allá de una amistad.

Mientras tanto, Richard llegaba con una tarta mediana, colocandola frente a Joaquín y retirándose al instante. Joaquín miró a Emilio y éste asintió incitandolo a cortar la tarta.

- Vamos, hazlo - Emilio señaló con su tenedor la tarta - Es receta especial de mi madre.

- ¿Ah sí? - El rizado emitió un sonido afirmativo y Joaquín comenzó a cortar la tarta y el cuchillo chocó con algo, Joaquín levantó el rostro, su respiración se aceleró al igual que los latidos de su corazón, Emilio lucía tan pacífico cómo sí las palmas de sus manos no sudaran lo más mínimo, Joaquín regresó a su labor y cortó un primer trozo, un destello le confirmó sus sospechas, con un tenedor excavó entre la masa y liberó el anillo - Emilio, no era necesario otro anillo.

- No pedí tu mano de la manera adecuada - Emilio tomó el solitario de oro negro, una obsidiana* en el centro, la argolla cubierta de diamantes, limpiandolo se levantó de su asiento y fue hasta Joaquín, poniéndose de rodillas, las personas pusieron toda su atención en la pareja, Joaquín se sentía avergonzado, él ya había aceptado ser su esposo, ¿Era necesario pedirlo frente a todas esas personas?, Las lágrimas humedecían sus mejillas - Ahora la pregunta no es sí ¿Quieres ser mi amante?, hoy es: ¿Quieres casarte conmigo?.

Algo De Mí | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora