-¡Rose! -entra mi novio a la habitación que compartimos.
-Ah, cariño, ¿qué sucede?
-Se nos hará tarde para ir al trabajo, ¡apúrate!
-E-está bien, ya sólo faltan los zapatos, allá voy -intento ponerme los zapatos al mismo tiempo que camino hacia la puerta pero en el proceso tropiezo un poco.
-¿Almorzaste algo?
-Sssss... nop.
Suspira frustrado. -No hay tiempo, en el descanso comes bien.
-Está bien, mi cielo -intento abrazarlo para darle un beso pero sale corriendo del apartamento.
Al subir al auto nos dirigimos inmediatamente al trabajo, él es gerente de servicios administrativos y yo soy la recepcionista. Ahí fue donde nos conocimos, él iba entrando por esas grandes puertas buscando empleo y en cuanto lo vi por primera vez me enamoré de él así que decidí ser lo más amable y servicial que pude, aunque me llegué a meter un poco en problemas ya que abandonaba seguido mi área de trabajo para poder atenderlo. Eso pasó hace 3 años, todo era un sueño aunque...
-Llegamos, baja -me abre la puerta para que pueda salir.
-No te preocupes, llegamos 5 minutos antes.
Eso no le importa y sale corriendo. Al entrar me dirijo a mi área de trabajo y en cuanto mi trasero toca el asiento mi estómago ruge -este será un día muy largo.
Estaba por fin en mi hora de descanso, enserio que tenía mucha hambre, fui a un puesto de comida y pedí una enorme y jugosa torta ahogada, el olor era tan deleitable y su aspecto la hacía ver como un manjar de Dioses, humeada de lo caliente y la salsa goteaba por todas partes y no hay que olvidarse de la refrescante soda de vidrio, de esa no entraré tanto en detalles poque etoy comeo, eto e del (porque estoy comiendo, esto es delicioso)... cof-cof.
-¿Señorita, se encentra bien?
-Si jeje, es que está tan rica que se me olvidó tragar -que vergüenza.
Sigo con un poco de hambre, pero mi novio me va a regañar si se entera de que comí mucho, así que será sólo un pequeño postre.
Al volver a mi puesto de trabajo me doy cuenta de que hay muy pocas personas.
-Lidia, ¿dónde están los demás?
-Fueron a una reunión para conocer al nuevo jefe, dicen que despedirán a muchas personas y que es un verdadero imbécil.
-Tal vez sólo estén exagerando un poco.
-Pues yo no lo creo -se va como siempre contoneando de manera exagerada las caderas.
Pasan las horas y me hablan de la oficina del jefe, voy con mucho nerviosismo, veo las miradas de mis compañeros, unos me intentan dar ánimo, otros me miran con pena y algunos se ríen, no sé como sentirme al respecto.