1|Culpa

2.6K 287 99
                                    

– 0 –

Era de noche y Menma observaba al techo de su habitación en silencio, los restos de lágrimas aún eran visibles en sus mejillas sonrojadas. Escuchó entonces el crujir de la madera y rápidamente se volteó, cubriéndose con las mantas, fingiendo dormir.

La puerta por fin se abrió dejando que la luz del exterior entrara. Dos sombras se movían en silencio, pero Menma podía sentirlos, al igual que lo Menma creía eran sus miradas de decepción, porque era un mal hijo, un fenómeno que casi asesina a uno de sus compañeros.

Sintió un peso a los pies de su cama y luego una mano que acariciaba su cabeza.

– Menma – su papá le hablaba con voz suave y su tacto era gentil, no merecia eso...

Una segunda mano subió y bajó las mantas descubriendo su rostro.

– Menma, míranos – insistió Naruto preocupado.

No valía la pena fingir con ellos, pero tampoco podía verlos a la cara. Por su rabieta, hirió gravemente a uno de sus compañeros, casi asesinándolo en el proceso. Si su padre no hubiese estado cerca...

Aun podía recordar los gritos de Taro cuando el chakra quemó su cuerpo. Fue horrible. Un buen niño nunca haría cosas como esa.

– Lo que pasó en la academia hoy no fue tu culpa – Naruto apartó los mechones oscuros del rostro de su hijo – eres solo un niño.

– me enojé y le hice daño... escuche a la maestra Hanabi decir que no podrá ser un ninja – sollozó aferrándose a las mantas.

Naruto alzó las manos hacia su hijo, alzándolo hacia él para acunarlo en su pecho. Menma sollozó aún más fuerte, aferrándose a las prendas de su papá humedeciéndolas con sus lágrimas. Naruto miró a su marido, quien tenía una expresión angustiada.

Sasuke había sido el primero en llegar a escena. Solo pudo ver como su hijo de cinco años estaba siendo consumido por el chakra de Kurama, mientras golpeaba a otro niño. El contacto directo con el chakra maligno había arrancado gran parte de la piel del otro menor, pero Menma estaba tan atrapado en aquel estado de ira que no podía entender lo que estaba haciendo.

Ellos habían querido salvarlo, pero a cambio habían dejado una carga muy pesada sobre sus hombros. El sello de siete lotos no era tan fuerte como la prisión del Shinigami, lo que permitía que el chakra escapase incluso cuando el biju no tenía esas intenciones.

– ¿Qué fue lo que ese niño hizo para que te molestases tanto? – sabía que Menma estaba sensible en ese momento, pero necesitaban saber que lo gatilló para poder ayudarlo.

– Me llamó monstruo... – dijo entre hipidos – n–no solo a mi... a ustedes también... porque yo no nací como otros niños... porque mis padres son dos hombres... porque mi sangre esta maldita con odio...

Sasuke se sentó junto a ellos uniéndose al abrazo, su pequeño no debía ser inmiscuido en sus errores, porque Menma era el niño más bueno que hubiese visto alguna vez.

– No eres un Monstruo, eres solo un niño – Sasuke acarició la cabeza de su hijo, mientras que Naruto se aferraba más a él.

– no naciste de una mujer, pero eso no te convierte en un monstruo, eres nuestro hijo, te amamos y eso es lo único que debe importar, no las palabras de otras personas – dijo Naruto.

– ¿pero y Taro...? El no podrá sanar... al final si soy un monstruo...

– hijo...

Si de alguien es la culpa, es mía – Kurama surgió del sello en su forma miniaturizada y se sentó junto a Menma, quien alzó la cabeza con sus ojos hinchados por el llanto – soy tu guardián, debí impedir que el chakra saliese de control cuando ese mocoso empezó a hablar.

– ¿Qué pasa si me enojo de nuevo? no quiero lastimar a nadie...

– Aprenderás a controlarlo – le susurró Naruto – la ira no es imposible de vencer.

– No estás solo, nos tienes a nosotros y a Kurama para guiarte – Sasuke quitó las lágrimas en los ojos de Menma – en cuanto al niño, Sakura podrá sanarlo, no debes angustiarte, ya tiene algo de experiencia con quemaduras por Chakra.

Menma sintió su corazón más ligero por esa noticia.

– sabes, he pensado en tomarme unas vacaciones del trabajo de Hokage – dijo Naruto de repente – Shikamaru no tendrá problemas en reemplazarme un par de semanas, podríamos aprovechar de salir juntos, en familia. Hay una isla peculiar y una gran tortuga que seguro les van a encantar.

– 0 –

Menma miró de reojo el brazo de Mitsuki, ya no tenía vendas pero las cicatrices aun eran visibles como finos hilos de color rosado contra la luz anaranjada del atardecer.

– ¿aun te duele? – preguntó. El joven de ojos dorados parpadeó un par de veces antes de entender, miró su brazo alzándolo, haciendo que el kimono retrocediera.

– No, ya no, aunque es algo incómodo con mis guantes.

– Lo siento, se supone que ya debería tenerlo bajo control.

– ya te había dicho que estaba bien, sabía lo que pasaría y aun así me acerque – dijo Mitsuki sin perder su enigmática sonrisa – no fue tu culpa.

El azabache bajó la mirada aun no muy convencido, pero Mitsuki no iba a dejarlo así. Se acercó y con la misma mano estiró una de las mejillas de Menma haciendo que este se quejara por el dolor.

– ¿lo ves? No me es doloroso usarla.

– Podías haber usado otra cosa como ejemplo – se quejó el azabache sobándose la mejilla adolorida.

FragmentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora