Parte 5

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– Oh por Dios –masculló Lizz mirando por la ventana, dejando a ciegas el vaso en el fregadero. Pero que hace él aquí.

– Lizz, ¿no viste mi… Oye, estas pálida. –Lizz no era capaz de emitir sonido alguno. Estaba petrificada mirando por la ventana. Anne la miró con curiosidad, siguió la mirada de ella y se encontró con la Range Rover de ¿Ryan? – ¿Tú lo llamaste?

– ¿Tengo cara de haber llamado a Ryan, estúpida? –Anne no dijo nada– ¿Realmente piensas que lo llame después de todo? –salió del shock y volteó a mirarla. Anne se encogió de hombros y fue a la entrada cuando vio a Ryan bajar y caminar hacia la puerta. Antes de que él pudiera tocar, Anne le abrió la puerta.

– Hola linda –la saludo con su mejor sonrisa de galán. Ella sonrió y se colgó de su cuello para abrazarlo. Increíblemente, Ryan había estado con Lizz durante dos años, gracias a un completo mal entendido toda la magia acabo. Amaba a Ryan, era el mejor que pudo conocer. Gracias a él, había conocido a Justin. Justin…

– Oh Ry, pensé que no te iba a volver a ver. –él volvió a depositarla en el suelo. Anne jaló de su mano, cerró la puerta y lo condujo a la sala.

– Siempre tan exagerada Jane-Anne. –sonrió divertido.

– Oye, ya hablamos de mi nombre completo.

– Anne, tengo que irme ahora… -ambos voltearon a ver a la rubia parada en la puerta de la sala. Anne no veía a Ryan, pero estaba segura de que solo veía a Lizz. También pensaba que ella había desaparecido de la vista de su amiga. – Ryan –dijo a modo de saludo– Tengo una cita –Anne volvió a aparecer en su vista ¿En qué momento Ryan se puso de pie?

– ¿Con quién? –preguntó él, rápido y notablemente celoso.

– Adiós –ambos saltaron en su lugar al sentir el portazo de la puerta de la entrada.

– Lo siento –susurró Anne. Se levantó para quedar a su altura. Butler negó con la cabeza. Abrió su cazadora y saco un robre rojo. Lo observó unos segundos y se lo tendió a Anne para que lo tomase. Ella lo sujeto y miró al rubio que tenía en frente– ¿Qué es esto?

– Es de Justin –Justin. Sus pulsaciones. Demonios.

– ¿De… de Justin? ¿Estas seg… seguro? –Ryan soltó una risa corta y asintió– ¿Por qué?

Si Justin estaba algo sorprendido sobre las palabras románticas que su amigo le había dicho, tendrían que ver la cara de Anne.

Si bien había pasado horas en el teléfono con él tratando de ayudarlo y darle consejos sobre cómo cortejar a Lizz, esto era completamente diferente.

No estaba segura de cuánto tiempo había pasado desde que Ryan abrió la boca y comenzó a hablar sobre ella y Justin.

Él le explicaba absolutamente todo con lujo de detalles y ella se paseaba de un lado a otro meditando todo lo que él le estaba diciendo. Ella no había interrumpido su monologo ni un solo segundo.

Dios, necesitaba escuchar eso. Su amigo se acercó más a ella y le dijo algo en el oído. Ella bajo su mirada al sobre. Ryan le dio un rápido abrazo y salió.

Anne ni siquiera había escuchado el ruido de la puerta ni cuando él arranco su Range.

Jugueteó con el sobre entre sus manos. No sabía qué demonios hacer. Era todo tan confuso. Suspiró y abrió el sobre para sacar una blanca hoja de papel. Pudo reconocer la terrible caligrafía de Justin. Sentía que tenía la presión por las nubes.

Leyó la carta una y otra vez. Saboreando cada palabra. Volvió a doblarla y a colocarla de nuevo en el sobre. La dejo sobre el sofá y se acercó a la ventana para mirar nada en específico. Solo pensaba.

¿Qué debía hacer?

Giró y buscó con la mirada su chaqueta. La ubicó sobre uno de los pequeños sillones que estaban a los lados. La tomó y capturó sus llaves.

No tuvo tiempo de dejarle una nota a Lizz sobre donde iba a ir.

* * *

– ¿Lo hiciste? –preguntó ansioso. Ni siquiera dejo que Ryan dijera volví que ya estaba atropellándolo con preguntas.

– Claro que sí.

– ¿Le contaste todo? –Asintió– ¿Leyó la carta? –Ryan iba a asentir pero se frenó antes de tiempo.

–Mmm, no.

– ¿No?

– No lo sé, solo estuve hablándole y me fui antes. Capas que la leyó…

– No me alcanza con capas.

– Lo sé, tranquilízate viejo. Tengo todo bajo control, me conoces. –Justin respiro hondo un par de veces antes de dejarse caer en la silla del escritorio de Katherine.

– Y… ¿hablaste con… ella? –preguntó más calmado.

– ¿Con quién?

– Con Lizz, imbécil.

* * *

– Estas. Realmente. Loca. –le dijo Lizz pausadamente. Si levantaba un poco el tono de su voz comenzaría a gritar. Anne prácticamente corría por toda la habitación y el baño acomodando cosas en su maleta.

– Tengo que hacerlo.

– No, no tienes que hacerlo. Él te engaño, ¿enserio viajaras a Roma para verlo casarse?

– Viajaremos, querrás decir. No iré sola, y necesito a mi mejor amiga conmigo. Además, no se casará.

– ¿Disculpa? ¿Acabas de hablar en plural? ¡Ha! Juraría que escuche decirte viajaremos.

– Eso es porque lo dije Elizabeth. Iras conmigo a Roma, así que podrías estar metiendo todas tus cosas dentro de una maleta. En tu mesa de luz hay un sobre. Esta tu boleto.

– ¡Te volviste completamente loca!

– Seguramente.

– Anne… -dijo más calmada– Tal vez deberías olvidarte de Justin, va a casarse y no creo que… -Anne no dejo que termine y se aventó a la cara que carta que Ryan le había traído. Lizz la leyó rápido y cuando termino levantó la vista hacia Anne.

– ¿Sigo estando loca?

– ¡Por mil demonios Jane-Anne! ¡Dime ya donde esta esa estúpida maleta roja que odio, tenemos que tomar un vuelo!

Belong {One-Shot} Justin BieberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora