1

905 122 15
                                    

– No puede ser, Minho– Suspiró la madre de ésta.

El último en tener su juicio fue él, ya que era el más grave. Fue sentenciado a cadena perpetua, vaya a saber si podrán reducir un par de años. 

La señora Lee sabía que su hijo no era una buena persona y se mandaba sus líos, pero no sabía que gran parte de las cosas que este hacía eran horripilantes a los ojos de una madre. Se sentía devastada, la angustia le carcomía la cabeza y los nudos en la garganta estaban empezando a ahogarla.

No iba a pagar una fianza, claro que no, Minho tendría que cumplir por todo lo que hizo. Tampoco quería que se pudra en la cárcel, pero, aparte de ser su hijo, es una persona que cometió innumerables delitos.

Por más destrozada que esté, abrazó a su hijo antes de que lo lleven al lugar donde viviría el resto de su vida. Sabía que él no lo quería, pero no podía hacer nada en contra de eso, ya era demasiado tarde y no podía crear un vínculo de madre e hijo mientras este último está en prisión, no serviría de mucho.

– No importa lo que pase, siempre estaré para ti, hijo– Porque sí, pensaba visitarlo de vez en cuando, aunque no lo merezca.

No merecía llamarse "madre" por no haber estado para él cuando su padre murió. Ella también estuvo destrozada y no pudo enamorarse nunca más, solamente pudo centrarse en su trabajo, porque ni siquiera le prestó atención a su hijo. 

Entendía todo el odio que le tenía ahora, pero no podía terminar de aceptarlo. Era contradictorio ir a visitarlo a la prisión pero no poder crear un vínculo entre ellos.

– Yo soy la culpable de tu trastorno, hijo– A estas alturas había comenzado a largar pequeñas lágrimas de a poco para no romper en llanto enfrente de todos– Y lo lamento tanto, me arrepiento de no haber estado para ti cuando me necesitaste, cariño– Posó una de sus manos en la mejilla del menor y lo miró con cariño, pero él solo tenía los ojos oscuros, inexplicables, podía decir que había odio en ellos.

– Nunca te necesité, y nunca lo haré– Se alejó y le pusieron las esposas para que unos guardias por fin puedan llevárselo– Oh, ¿y sabes qué es lo peor?– Se dio vuelta y preguntó estando a unos metros de ella– Que yo te quería, admiraba lo mucho que trabajabas y el esfuerzo que hacías por no desmayarte de tanto hacerlo, aunque no lo hacías por mí– Y ahí, la señora Lee descubrió que en los ojos de su hijo había pura tristeza.

tpa² [Minsung] PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora