✎
Definitivamente el sol era un horrible despertador. Parecía querer aniquilarte con sus rayos, maldito bastardo.
Jisung abrió los ojos desconcertado, en su cabeza comenzaban a aparecer los recuerdos de todo lo que había pasado con anterioridad, no sabía si seguía siendo el mismo día o un día nuevo había empezado, la verdad no tenía idea. Pero lo más extraño es que se encontraba en su propia cama, con todas sus ropas puestas y los dolores habían cesado. Se inspeccionó a si mismo una y otra vez. Su brazo estaba como nuevo, su espalda no dolía y su cabeza... bueno era lo único que seguía igual que antes.
¿Cómo había llegado hasta ahí?
¿Fue un sueño?
¿Y Minho?
Imposible. Se levantó rápidamente y fue en busca de su trabajo, ese que había escrito para que no lo despidieran, sin embargo no funcionó. No lo encontró, no había rastro de él. Tampoco su celular, ni el dinero ahorrado para la cena. Entonces... no fue un sueño.
Frunció el entrecejo tratando de no perder la compostura, definitivamente se estaba volviendo loco, no había otra explicación razonable para lo que había sucedido. No recordaba haber bebido, ni nada que tenga que ver con drogas. Así que su cerebro estaba teniendo fallas y tal vez tendría que ir a terapia para resolver sus problemas.
—Uhg, si piensas demasiado te dolerá la cabeza— Jisung soltó un grito agudo al escuchar la voz detrás suyo, giró inconscientemente y cayó al suelo de lleno con su trasero. No, no, ¡Claro que no!
Minho estaba frente a él, mirándolo de arriba, sus ojos eran igual de oscuros y su semblante serio tampoco cambio. Jisung a este punto estaba espantado, más que eso, estaba terriblemente asustado. Un desconocido en su casa, ¿cómo había llegado hasta ahí? Era una locura. Aún en shock, se arrastró hacia atrás hasta que chocó contra una pared. El joven pelinegro seguía mirándolo, con los brazos cruzados, como si esperara algo de Jisung.
—Y-yo... llamaré a la p-policía— Habló Jisung mientras temblaba. Si algo lo definía muy bien, era ser el humano más cobarde de la tierra—¿C-cómo sabes dónde vivo?— Estiró su mano hasta alcanzar un cojín que se había caído del sofá. Lo tomó y lo abrazó como si su vida dependiera de eso.
—Creo que necesitas calmarte, Han Jisung— La voz de Minho era poderosa, tanto que hacía que el nombrado se quedara sin aire—. También vivo en este edificio, te vi salir varias veces... Ah, entré a tu casa con la llave que tenías en el bolsillo de la chaqueta— continuó—. Siento haber entrado sin tu permiso, pero necesitabas descansar.
—¿Ah?— De repente Jisung se sintió como un tonto, el pobre joven solo quería ayudarlo y él no hace más que juzgarlo. Pero algo no tiene sentido. Su brazo, podría jurar que estaba roto, ¿Por qué no lo llevó al hospital? ¿Por qué su brazo está bien ahora?— Pero... mi brazo...
—Te lo dije antes— suspiró. Todavía no se había movido ni un centímetro, seguía analizando al menor con una mirada penetrante. Daba miedo—. Tu brazo no está roto. Tengo conocimientos sobre medicinas y traté tu brazo, ahora estás bien por eso mismo— Dio un paso y Jisung se pegó más a la pared por instinto—. Antes de que preguntes, no te lleve al hospital porque no lo consideré necesario.
El rubio agachó la cabeza, notoriamente avergonzado por su actitud cobarde. Se levantó del suelo sin decir palabra y se quedó quieto en su lugar. Un silencio incómodo para Jisung se hizo presente, al parecer Minho no tenía más nada que decir o explicar. Se irguió y miró al pelinegro, cuando sus miradas chocaron, sintió fuego, corrientes eléctricas y luego como un balde de agua fría caía sobre su cuerpo, fue una sensación hiper extraña, que por supuesto le dio escalofríos. Pero la imagen se volvió más chocante cuando Minho sonrió de costado.
—O-oh— Jisung empezó a reír con vergüenza—, supongo que gracias... de verdad me gustaría continuar esta conversación muy productiva, pero es que me siento mal... y verás... quiero estar solo— Dijo Jisung, ahora evitando la mirada del contrario a toda costa.
—Eres letrista—Minho cambio de tema con rapidez, dejando al rubio sorprendido.
—Oye, ¿Estuviste revisando mis cosas?, eso es de mala educación— lo acusó, cruzándose de brazos. Le molestaba muchísimo que revisaran sus pertenencias y más si eran tan importantes como sus trabajos escritos.
—No los revise, sólo me topé con una hoja arriba de la mesa y la leí— se encogió de hombros desinteresado—. No quiero ofender, pero de verdad apestas escribiendo, deberías retirarte.
Jisung sintió como su pecho comenzaba a doler, esas palabras dolieron. Las críticas dolían. Y lo peor es que era cierto, sus trabajos apestaban. Ninguno era digno para ser obra maestra, ni siquiera se asemejaba al arte. Era mierda escrita en papel y daba vergüenza. Tragó saliva, ahora estaba indefenso frente a un extraño... Pero no importaba, ya nada importaba.
—Sabes que llorar no arreglará nada, ¿verdad?
—¡Claro que lo sé!— chilló mientras se secaba las lágrimas de los ojos—, me siento triste y quiero llorar. ¿Por qué no te vas?— preguntó señalando la puerta— debes tener mejores cosas que hacer que ver a un inútil llorar.
—Umm, No he terminado mi trabajo niño— respondió al mismo tiempo que se acercaba peligrosamente al menor.
Jisung jamás había visto algo semejante cuando estuvieron frente a frente.
Definitivamente eso no era humano.
✎

ESTÁS LEYENDO
thirsty | minsung
Fiksi Penggemarjisung quería obtener la fama completa, pero era un simple letrista sin ideas renovadoras y atrayentes. hasta que un día se encuentra con su salvación y a la vez su perdición. minsung +18