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Varios días pasaron... Tal vez un poco más, tal vez meses, tal vez años, quién sabe. Por algo no se recomienda confiar en una mente como la del Joker, para una persona pueden pasar segundos y para él una eternidad.

Lo único que hacía era estar sentado en medio de esa acolchonada celda, siendo alimentado por el oscuro murciélago que desaparecía cuando terminaba de ingerir los alimentos.

Se mantuvo con una actitud bastante pasiva durante su estancia. Al inicio se mantuvo bastante hablador, pero después prefirió mantenerse observador. Ni una palabra o ruido producía, pero su paciencia se acababa.

Después de la primera y segunda visita de Batman por la mañana y la tarde, el héroe no regresó hasta pasadas de las siete. Casi siempre puntual para darle de comer.

El justiciero dejó la bandeja de alimentos en el suelo y la deslizó hasta que la charola de metal, tocó el pie del bufón.

Su verdosa mirada ni se dignó en ojear la comida. Estaba retando a Batman, deseaba algo de diversión antes de que se volviese cuerdo.

El murciélago esperó varios minutos, enfrentando a las penetrantes pupilas del Joker.

—Come —ordenó, sin recibir respuesta verbal o física.

Batman volvió a esperar. Ambos duraron más de media hora en la misma posición.

Con la irritación a tope, Batman decidió entrar a la celda y obligarlo a comer. Podía colocarle un suero, pero ambos sabían que eso no iba a suceder. No eran tan aguafiestas.

—Última vez que lo digo, come.

El de cabellera verde bufó y la furia de Batman explotó, tomándolo del cuello y azotándolo contra las almohadas.

Varias carcajadas se quedaron estáticas en el aire, mientras el superhéroe tomaba con brusquedad el sándwich de la bandeja y lo acercaba a la boca del contrario.

El Joker lo miró burlesco y cual palanca, metió un puñetazo en todo el rostro del mayor. Para su desgracia, Batman era demasiado fornido como para ser lanzado por el aire con un golpe como ese.

El más alto gruñó y dejó el sándwich en la bandeja, para después empujarla lejos.

Cuando el Joker estaba dispuesto a propinarle otro choque con su puño, los nudillos del azabache se atestaron contra sus mejillas; llenándolas de color.

El suplicio duró otros minutos más, y la cantidad de golpes provocaron que la cara del Joker terminara empapada de su propia sangre.

Batman seguía furioso, parecía una bestia que no le temía a la brutalidad y el Joker amaba eso. Era un adicto a esa clase de dolor, específicamente al dolor que Batman lograba proporcionarle.

Su cabeza comenzó a dar vueltas y su cuerpo volvió a sentirse adormecido, casi drogado. Soltó una risa maniática y el ceño de Batman se despejó.

Se levantó del cuerpo del criminal y volvió a tomar el sándwich entre sus manos, observando el maltratado pan. Se acercó al bufón, extendiendo la comida hasta tocar los rojizos labios rotos.

—No aceptas un "no" por respuesta, ¿no es así? —Rió con sosa. Tomó el antebrazo del murciélago, se encontró con esos ojos zarcos que lo observaban atento e inesperadamente, lo mordió.

El justiciero soltó un grueso quejido, agarró los mechones de cabello verde entre sus dedos y estrelló la cabeza del demente hombre contra los barrotes de metal.

La sangre comenzó a escurrir por la frente del Joker, cubriendo su ojo izquierdo. Batman tomó el cuello de la camisa ajena y lo atrajo a su cuerpo.

Se miraron por unos instantes, hasta que Batman lo dejó caer y salió de la celda.

El bufón se quedó en el suelo, dando algunas vueltas mientras sentía su vientre contraerse con cada carcajada que salía de sus labios.

Batman regreso con otro sándwich partido en pequeños trozos sobre un plato, junto con una botella de agua. Camino hasta quedar hincado al lado del payaso, alzó un poco su cuerpo y recargó la espalda del más bajo sobre su muslo.

Dos dedos se introdujeron en su cavidad bucal, intentando escurrirse entre los dientes apretados del criminal.
El héroe colocó su palma en el estómago del pálido maniático y este carcajeó por inercia, abriendo un poco su mandíbula y dándole el acceso a los dedos del murciélago.

El pelinegro logró mantener abierta la boca del Joker y colocó uno de los trozos de sándwich dentro, deslizando la comida por su lengua hasta chocar con la campanilla del payaso. Quien al sentir el golpe, empezó a experimentar arcadas y a advertir lágrimas en sus ojos.

—Sopórtalas —escuchó decir a su verdugo.

Varias gotas saladas salieron de sus párpados y sus pálidas mejillas llenas de sangre se tornaron rosadas.

Finalmente, no le quedó otra opción más que intentar tragar el pedazo de comida que era empujado hacia su garganta con insistencia.

El rugoso trozo apenas podía pasar por su garganta sin lastimarle, era sofocante.
De repente una gran cantidad de agua entro por sus labios, ayudando a que terminara por tragar la comida. Sin embargo, la cascada de agua no paró y eventualmente no pudo beber toda. Acabando por ahogarse un poco y toser fuertemente.

—Eso no fue amable...

El procedimiento fue repetido varias veces hasta que el Joker terminó de comer.

El de mirada zarca sacó sus dedos de la boca del menor y observó el rastro de saliva que quedó en ellos. Paseó sus pupilas hasta el rostro cansado del payaso, y no pudo evitar perderse en los detalles de su expresión.

Se quedó hipnotizado por unos cuantos hilos de baba mezclada con agua que bajaban desde los belfos del bufón hasta su barbilla, luego se distrajo con las lágrimas que comenzaban a secarse y terminó por perderse en los jadeos que se escapaban del esbelto hombre.

Esa tentación fue demasiado para él, no lo pensó mucho y se abalanzó contra el menudo cuerpo. Posó sus violentos labios contra los del bufón, para comenzar a devorarlos codiciosamente.

Su lengua saboreó toda la boca ajena, separándose ocasionalmente y volviendo a hundirse en esos labios manchados de carmesí.

La mano derecha del azabache recorrió el pecho del más bajo y la izquierda apretó su cintura. Cuando ambas extremidades se encontraron en la tapeta de la colorida camisa; la abrieron, provocando que los botones salieran disparados en distintas direcciones.

Batman mordió el labio inferior del Joker, intentando probar un poco del embriagante bálsamo metálico que los adornaba.

Una de sus manos palpó la entrepierna del criminal y notó una tensión por la zona.

Batman se separó y sonrió burlón al descubrir lo duro que estaba el miembro del villano.

El de cabellera verde acarició el cuello del fornido murciélago, logrando acercarse y besarle de nuevo. De un momento a otro, la unión que Batman aceptó gustoso fue abruptamente interrumpida con un chorro de sangre que salió disparado de su lengua. El Joker lo había mordido.

Wow, y yo que pensaba que este encierro era una especie de rehabilitación extrema... —Comentó el Joker—. No te pudiste controlar, ¿verdad, pervertido?

El nombrado tomó la camisa abierta y la bajó con fuerza por los hombros del criminal.

—Lo dice el que tiene una erección.

—Tienes un buen punto ahí. Lo único que espero es que no pienses que esta reacción es por ese beso de mierda —rió el payaso sacudiéndose cual lombriz.

Los ojos de Batman recorrieron el cuerpo del hombre frente a él, e ignorando sus deseos, salió de la celda. Dispuesto a marcharse.

—¿Oh? ¿No vas a continuar? —Preguntó con descaro mezclado con un toque de diversión.

El superhéroe ignoró al villano y salió del almacén.

















M I N E [Batjokes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora