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Chanyeol no estaba muy seguro de cómo había logrado adaptarse a vivir su día a día manteniendo distancia durante esos años, sin volver a decir lo que su corazón recitaba, sin ponerle una mano encima más que un simple esclavo, sólo pudiendo mirarlo de lejos mientras su amor dormía envuelto en un manto glacial. Siempre lo atribuyo a se había vuelto indigno de amar a alguien como Baekhyun que ahora su cuerpo y alma en sí actuaban por mera costumbre a su alrededor sin permitirse acercarse más de lo debido porque de lo contrario Baekhyun estaría más cerca del peligro como aquella vez.

Y haberse fijado en el príncipe, el hijo de quien alguna vez hizo trizas su vida, había sido el peor desliz que pudo tener. Pero era tan complicado no verlo cuando resplandece tanto, tanto, tanto. Y con mayor intensidad de su última declaración.

Por esa misma razón es que le es difícil darse cuenta ahora de la ligera capa de vapor que se desprende de su pecho por un corazón que late en calor, despertando con cada segundo de esa travesía, ansiando liberarse para quien ahora sabe le sigue amando y volverle a corresponder como alguna vez hizo.

Escucharon la culminación del discurso -más bien su bienvenida- dicha por esa áspera voz digna de un hombre de su clase. Chanyeol no recordaba cuándo fue la última vez que vio a un campesino tan tranquilo cerca de ellos, tratándolos como sus iguales. Pero es que tampoco había mucho por hacer sí se encontraban vestidos así, sin mencionar a su príncipe con tan poco elegante accesorio cubriendo el llamativo orbe. Con sus medidas de seguridad listas, cada uno se acercó a su respectivo corcel. Baekhyun iba directo a su semental cacao con pintas blancas, saludándolo en silencio y con algunas caricias en el costado de su gran cabeza.

Escuchó un quejido a su lado y vio a cierta princesa tratar de alzarse por su cuenta, sin mucho éxito.

— Permítame ayudarla, princesa.

Adi le escuchó, sus ojos siendo los únicos visibles entre la cortina de velo cubriéndola, y casi le pareció que le sonreía con ellos.

— Si no es mucha molestia, majestad. – respondió algo apenada y se movió para permitir que se acercara lo suficiente. Baekhyun sólo le sonrió, se agachó un poco y entrelazo sus manos para permitir que ella apoye su pie en ellas; una vez sintió el peso, la alzó con cuidado de no dañar su calzado, permitiéndole sentarse en el lomo.

Adi le agradeció y fue instruida por el campesino para sujetar las riendas y algunos consejos extra.

Baekhyun está emocionado, hace tiempo que no monta a caballo que esperaba recordar bien cómo hacerlo luego de años sin tener uno tan cerca. Parte de eso sería su excursión, usar ese divertido atajo para llegar al nuevo hostal, lo suficientemente cerca para poder ir a visitar las tierras de Roma, al menos lo permitido.

Un milagro que el clima estuviera de su lado y no tuviera que retrasar el viaje. Habría sido cruel someter a esos majestuosos animales a malas lluvias o sol despiadado.

Respiró, tratando de relajar la efervescencia en sus venas y le habló a su caballo, indicando que ya era momento de dejar el navío de lado a la espera de su regreso. Se sujetó de la silla artesanal y posiciona un pie en la soga libre a su costado, listo para impulsar su peso.

— ¿Necesitas ayuda?

Se detuvo, con su cuerpo en posición, miró sobre su hombro, encontrando a cierto Visir a un lado de las carretas que llevarían sus pertenencias -y cierto felino dormido en su caja-, acabando de asegurar sus cosas. La sonrisa socarrona se le contagió.

Se rio bajo, mostrándose quizás un poco altivo con Chanyeol.

— No, gracias. Puedo solo. – dicho eso, se impulsó, pasando su pierna libre al otro lado, sentándose en la silla de paja.

Rough Diamond / ChanBaekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora