7-juego desconocido

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«CAPÍTULO 7: JUEGO DESCONOCIDO»

Matías se acerca a Ángela, ella intenta retirarse de la pared, pero es tarde. Él la agarra de ambas manos y se las pone contra la pared, dejándola inmóvil.
Matías se acerca al oído de Ángela, y le susurra—. No te muevas, no hables y te irá muy bien. Ya verás… Limítate a sonreír.

Ángela no entiende nada. ¿A qué se refiere?
Él saca una jeringa de su bolsa. Ella forcejea y se pone nerviosa.

— ¿Me violará? ¿Para qué es eso? ¿Qué quiere él? —piensa.

Él sube la camisa de Ángela hasta la altura del pecho, y pasa saliva sobre él. Ella es hermosa, pero tiene que dejar eso de lado. No se puede dejar llevar.

Matías aplica el contenido de la jeringa en el costado de Ángela, y ella jadea al sentir el pinchazo y el líquido recorriendo su cuerpo. Se siente adormecida, no puede controlar su cuerpo.

— Estoy paralizada.
—piensa, y sí que está en lo correcto.

Matías prosigue a hacer lo mismo con Gabriel. Saca otra jeringa de su bolsa, y aplica todo su contenido. En ese momento, Gabriel abre sus ojos debido al dolor, pero no puede moverse. Ve que a su lado está este tipo, siente mucha rabia y la impotencia se apodera de él. Matías lo arrastra y lo acomoda junto a Ángela.
— Lamento hacer esto, pero no se preocupen, no les haré daño… Por lo menos no en este momento. Les explicaré todo. Verán, en todo este tiempo he estado trabajando con un siervo del jefe, y la verdad me cansé. Lo que hacemos no está bien, no es correcto, por eso mismo necesito prepararlos o bien, hacerlos entrar al juego de manera justa. Dentro de poco vendrán por ustedes y les inyectarán algo que les hará perder su memoria, o bueno, eso creen ellos. En realidad, no sé las reglas muy bien, pero solo… Intenten sobrevivir a sus mentes, a ustedes mismos. No será fácil adaptarse, no será tan complicado odiarse, ¿o sí? No sé qué tan buenos serán actuando, pero lo necesitarán si quieren sobrevivir.
Sé que no les he dejado nada claro, pero esto de hablar no se me da, ese es el trabajo de Margoth. Le hallarán sentido cuando lo necesiten, ya verán.
Y otra cosa, Ángela, perdón por lo de tu espalda baja. —le dice, guiñándole un ojo.
Sin más qué decir, los maneja hasta que los logra poner en pie, y los sienta en el sofá.

Gabriel es el primero en recuperarse, y de inmediato toma la mano de Ángela, quien solo puede mover sus ojos claros, y en ellos se mira tristeza, derrota… Como si estuviera a punto de desvanecerse.

Gabriel la observa, con preocupación. Con su mano aun entre las suyas, Ángela lo mira y se recupera, y al hacerlo, le agarra el brazo a Gabriel fuertemente.
Al instante, golpean la puerta, y entran varios hombres de apariencia rígida e invitan no muy amablemente a Gabriel, Ángela y Matías a acompañarlos.
Anonadados, los siguen sin aun poder hablar, molestos, por el pasillo metálico al que ya se habían familiarizado después de tan poco tiempo, porque sin ellos darse cuenta, ya habían pasado cuatro días en ese lugar. Dos inconscientes y dos prisioneros ; hace mucho no tomaban una ducha, y la verdad, ahora que ya no están paralizados les empezaba a incomodar la ropa.
Los llevaron a una habitación con una especie de cabinas circulares de cristal. Habían cuatro cabinas, pero ellos solo eran dos… O eso creían.
Ángela entra a una cabina, y Gabriel a otra. Luego, a la fuerza, entran a Matías también. A continuación, las puertas de las cabinas se cierran.
ÁNGELA.
No sé porqué hacen esto… Estoy encerrada. ¿Qué pasa? ODIO estar encerrada.
— ¡Sáquenme de aquí, malditos!
De repente, empieza a brotar agua de la parte superior de dos cabinas.
— Es hora de una ducha. —les grita uno de los tipos que está afuera, ellos captan el mensaje y disfrutan del agua. Pero en la cabina de Matías, no brota agua. Él solo está ahí, encerrado.

¿hacemos  un reto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora