2-sigiendo a un extraño

425 10 1
                                    

<<CAPÍTULO 2: SIGUIENDO A UN EXTRAÑO>>.

Ángela se percata que el sujeto encapuchado se dirige hacia una salida, una que ella nunca antes había visto. Tiene aspecto de alcantarilla.

Pero al salir, se percata de que no es una alcantarilla, sino una tapa de algún registro falso en un callejón de la ciudad. El sujeto al que sigue se quita la capucha, y según lo que ve Ángela gracias a la luz de la luna, es un joven atractivo, pero aun así ella no comprende por qué el lunático estaba en la estación a esa hora de la noche.

- ¡Es mi estación! -gritó.


- ¿Qué dijiste? ¿Q-quién eres?

- La pregunta es ¿quién eres TÚ y qué haces aquí?

-el chico se molesta, lo evidencia con su rostro.

- Déjalo así, no quiero problemas.

- De acuerdo, niñita.


Ese hijo de puta me ha dicho niñita -pensó Ángela.

- De acuerdo, entonces SOLO LÁRGATE. -grita la chica.


Él se vuelve a colocar la capucha y sale corriendo, se dirige hacia el parque natural y salta las rejas de la zona infantil. Al entrar, se recuesta en el resbaladero del parque, mientras mira la hermosa luna que hay esa noche; además de que las estrellas estaban brillando más que cualquier otra noche. Recuerda lo que acaba de pasar hace unos minutos y se molesta un poco.


- ¿Quién se cree que es? -susurra para sí mismo.

- ¿Quieres un trago?-pregunta Ángela acercándose al chico.

- No gracias, no acepto nada de extraños.-responde él.

- Vale, pero..., no seas así, no debes despreciar la bebida.

Ángela sube al parque infantil como si lo hiciera de siempre, y al cabo de unos segundos se sienta al lado del chico, quien la mira con atención. Ángela lleva la botella a su boca, y bebe un largo trago.

- ¿Cómo te llamas? -pregunta Ángela ofreciendo su botella.

- Gabriel. -contesta recibiéndola.

- Mucho gusto, soy Ángela. -dice.

- Mucho gusto -mira la etiqueta de la botella, para luego también dar un sorbo-. Así que te gusta seguir a extraños, angelito.

- No me digas angelito, no soy tal cosa. Además, yo hago lo que se me da la gana, ¿okay?

- Okay..., pero te fijas que pude haberte hecho algo, como drogarte, violarte, sacarte órganos contigo sola y con bebida... Chiquita, eso no está bien.

- No puedes decirme qué hacer y qué no. Además, tengo tanta suerte que nada más eres un chiquillo que se abrumó y salió de casa. -guiña un ojo, en tono divertido.

- Ahora sí nos entendemos. -responde Gabriel a carcajadas, sin que ella entienda bien el porqué de su risa-. Vale, y cuéntame chiquita, ¿qué haces tan tarde en el subterráneo?

- Pues verás, es uno de mis lugares favoritos. Además, buscaba contar con la suerte de encontrarme con un oficial que me llevara a la estación de policía, para realizar una adquisición de unos datos que necesito... Es personal.

- Y exactamente, ¿por qué en una estación policiaca?

- Señor Preguntoncito, eso no te incumbe.

- Está bien, como tú quieras, chica del subterráneo. -responde Gabriel mientras guiña el ojo.

- Claro que no soy del subterráneo, solo me gusta el lugar. -replica-. Bien, creo que tengo que ir a casa, ¿sabes qué hora es?


- 1:53 a.m., angelito.


- Mierda, ¡haberlo dicho antes! -Ángela bebe el resto del contenido de la gran botella.


- ¿Y hacia dónde irás? Si se puede saber...


- Ni idea, solo sé que tengo que estar en casa... pronto.


- ¿Porque al amanecer te vuelves una criatura horrible o algo así? -pregunta divertido.


- Ah, sí que tienes buen sentido del humor. Pero no, eso en realidad sí les pasa a todas las mujeres al amanecer, horribles; pero para tu suerte, no me pasará nada fuera de lo normal.


- Entonces, ¿por qué huyes?


- No lo entenderías.


- ¿Por qué no lo entendería? -ella palidece un poco.


- Espera, espera..., me siento mal. -la chica cae al suelo y mira la etiqueta del trago, estaba algo adulterado-. ¡Mierda, estaba adulterado! Maldito infeliz el que me lo vendió...


- ¿Dónde lo compraste, angelito?


- En una gasolinera. -la chica empieza a cerrar los ojos involuntariamente, sus piernas se debilitan y cae. Gabriel se empieza a preocupar, él también tiene que regresar a casa, y no puede regresar con una chica inconsciente; su tío armaría un escándalo.


- Espera, ¿dónde vives? -ella le da un papel con una dirección y número de teléfono escrito a mano y con manchas de sangre. Él, nervioso, se limita a ubicarse, tendrá que ir a la casa de Ángela.


Pronto consigue transporte, y en tres minutos llega a la dirección. Es una casa grande, no muy pintoresca; al fijarse bien, nota que hay una ventana abierta y el velo de las cortinas sale por ahí; deja a Ángela en el suelo y se dirige a trepar.


Cuando llega a la ventana, mira una foto de Ángela con algunas personas sobre la pared, no tiene tiempo para detallar, así que, luego de haberse asegurado de que esta era la casa, baja de nuevo.


Busca dentro del bolsillo de los vaqueros de Ángela y encuentra unas llaves. Alza a la chica como quien lleva un cadáver, y se dirige a su habitación, que queda en el tercer piso. Al parecer vive con sus padres, así que procura no hacer ruido.


Ya en la habitación, acuesta a Ángela en su cama cuidadosamente, y le arropa. Luego también se siente mal, pero por su suerte se puede mover, así que se ubica bajo la cama de la chica, y se le van las luces.

¿hacemos  un reto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora