I.

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        A las ocho de la mañana, frente a su escritorio, encendió su computador. Como todos los días, se demoró una eternidad en prenderse. Mientras tanto, se preparó un café. Descafeinado, sin azúcar. Doblemente aburrido, decía su ex mujer.

        Revisó sus correos. Spam. Una oferta de un banco cuyo nombre no conocía. Un descuento en perfumes. Un correo de su hijo mayor en el cual le deseaba una buena semana. Sonrío. Antes de cerrarlo, se dio cuenta de que había uno que había obviado. No tenía asunto, pero adjuntaba una fotografía. La abrió.

        Era una imagen que mostraba una mujer joven. Estaba vestida y maquillada con esmero, a pesar de que el estilo que tenía lucía algo anticuado. Se preguntó cuántos años tendría aquella fotografía para que ella vistiera así, aunque la calidad decía que era de no hace muchos años.

       ¿Qué significaba esto? El correo no decía nada, y no valía la pena responderlo, pensó, luego de buscar el remitente: paraeldetective@... Había sido creado únicamente para mandarle esa foto. Por lo tanto, o era una denuncia anónima o un psicópata que quería jugar. Miró nuevamente la fotografía, la agrandó. La pose de la mujer no lucía natural, yacía en el suelo con la espalda recta, tenía las piernas cerradas y las manos en el pecho, como si estuviera rezando. Sus ojos lucían idos, opacos.

        Estaba muerta.

     Cinco horas después, llegaron al lugar en donde se tomó la fotografía, un liceo de niñas abandonado hace algunos años. Su equipo, la mayoría más jóvenes que él, tenía mucho mejor ojo para las fotografías. Se dieron cuenta de que efectivamente la mujer lucía muerta, por lo que considerando el estado de su cuerpo, debió de morir poco antes de cuando se tomó la imagen. El lugar de la fotografía estaba iluminado con luz natural y era un lugar abierto. Revisaron todas las denuncias de desaparición, ninguna coincidía. No quedaba otra opción a que fuera una foto recién hecha. Todo el equipo se puso en marcha. Se alegró de que lograran dar con el lugar en tan poco tiempo.

       Pidió ser el primero en inspeccionar el lugar. No le tomó mucho tiempo. Ahí estaba, en el patio del que fue alguna vez un colegio, hermosa, rígida y pálida. No lucía ninguna herida. Al verla le fue mucho más obvio que todo, su pose y su vestido, fueron arreglados por un otro, lo más probablemente su asesino.

      La foto fue tomada minutos antes de recibir el correo electrónico. No podría ser un mero aviso de un testigo. Pidió a su equipo averiguar todo lo que pudieran del local y de ella, mientras que se dedicó al papeleo inicial del caso, a responder preguntas de su jefe y jurar y rejurar que no la conocía y que no tenía idea de quién le había escrito.

      Esa noche, regresó a su departamento nuevo, el que aún tenía cajas sin abrir, para distraerse un tanto, ver una película y cenar tallarines fríos. Luego, se creó una cuenta personal de correo para escribirle a sus hijos. Su cuenta del trabajo, donde recibió la fotografía, era demasiado pública. No se molestó en preguntarse cómo la consiguió el sujeto.

     Al día siguiente, todo parecía normal en la oficina. La noche anterior lo acechaba una terrible sensación de ansiedad, pensó que era por lo extraño del caso, pero nadie parecía afectado además de él. Llamó a sus colegas a la sala de reunión. No comió de las galletas que le ofrecieron. No había comido nada desde ayer.

   ¿Quién era la víctima? Se llamaba Marta. ¿Edad? Treinta y cuatro años. ¿Profesión? Constructora civil. ¿En serio? En serio. ¿Qué, tiene algo de malo? No, para nada. ¿Estado civil, familia? Soltera, vive sola, estuvo comprometida durante cinco años, pero terminaron, nos contó su madre. Al parecer, era bien exitosa e independiente económicamente. ¿Hijos? Ninguno, ni siquiera una mascota. Qué gracioso. ¿Cuándo estará lista la autopsia? En unos días, la próxima semana lo más probable. Ya, pero deben de tener algo, a primera vista. Sí, al parecer murió por asfixia. Al sacarle el maquillaje y la ropa, se vio que tenía moretones en el pecho y en el cuello, estaban todos cuidadosamente tapados con los vuelos del horrible vestido y el pañuelo que tenía. ¿Qué? Si era horrendo. Ah, la ropa no tenía arrugas ni manchas, debieron ser puestas cuando ya estaba muerta o por morir. ¿Toda la ropa era nueva? Sí, hasta los calzones.

    Llevaba desaparecida algunas horas cuando la encontraron. La vieron por última vez el domingo en la tarde. Su familia estaba sorprendida, no la habían extrañado, ya que vive un tanto lejos de ellos y a veces no los llama. Fue a darles el pésame y les prometió que encontraría al culpable. Él y ella, unos señores de edad, solo lo miraron en silencio.

     Los siguientes días se pasaron bastante lentos. Más detalles. Dónde se había comprado la ropa (una multitienda) por qué el colegio cerró (inutilizable luego de un terremoto), qué hacía cuando desapareció (al parecer fue a correr a una plaza). Revisaron su casa, el liceo y la fotografía decenas, cientos de veces. La fotografía fue tomada con una cámara digital con conexión a internet. El correo fue enviado desde esa cámara. La cuenta fue creada dos días antes de que se enviara el correo. El liceo fue abierto con un alicate. En las redes sociales era muy popular, no encontraron ningún mensaje de odio, no tenía deudas. No consumía drogas.

     Nada explicaba su asesinato. Parecía completamente casual. ¿Pasó cerca del asesino y este aprovechó? ¿Mal lugar para estar? Pero hubo cierta premeditación, la delicadeza que usó para peinarla, maquillarla, vestirla, colocarla en una pose.

Las MaríasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora