Capitulo 45 1/2 ~Nosotros~

1.4K 168 1
                                    

—Menos mal que te encuentras bien, no cualquiera se ve tan radiante después de armar un espectáculo tan ridículo como el que te armaste ayer. 
                             
Bright proyectó una sonrisa cansada y se metió un trozo de fruta a la boca, dándose el tiempo para masticarla y saborear el exquisito y empalagoso sabor que se desprendía de esta. Picó otro pedazo con el tenedor y le dio un sutil vistazo a su hermana. 
                           
—¿Qué fue ridículo? —su madre se llevó la taza de café a los labios, arrugando el ceño de forma inquisitiva, a la vez intentando formar una sonrisa—. ¿Sucedió algo? ¿De qué espectáculo hablas? 
                           
—Bright estaba ebrio y vino a cantarle y a traerle un ramo de rosas a nuestro empleado delante de medio mundo en la medianoche. Tuve que ayudarlo a subir y encerrarlo en su cuarto. 
                           
Su madre palideció de inmediato y llevó la taza suavemente de vuelta al plato, intentando no alarmarse, mientras él seguía sonriendo de la misma manera que antes, todavía manteniendo su mirada indiferente y relajada en los ojos de su hermana. 
                           
—No fueron rosas exactamente. 
                           
—Oh, lo recuerdas bien... 
                             
—No tan bien, recuerdo solo lo que me interesa. Por ejemplo, tú no apareces en mis recuerdos, ¿dijiste que me ayudaste a subir? 
                            
—Por supuesto que te ayude a subir, perro, ¿crees que el chico ese podría solo contigo? —la muchacha soltó una carcajada y siguió dándole sorbos a su jugo helado—. ¿Y a dónde ibas con ese ramo o en verdad, el alcohol te pone así de marica? 
                            
La mujer adulta dio un respingo y casi se atragantó con su propia respiración. Su rostro se encontraba ligeramente tenso y lucía un semblante demasiado ofendido. 
                             
—Basta, Prae, ¿cómo puedes hablar así de tu hermano? 
                             
Bright le dio un trago a su vaso de agua y siguió con la expresión fresca de siempre, mientras veía ingresar a Win, quien hizo una rápida reverencia antes de encaminarse hacia la mesa y recoger algunos de los platos y vasos desocupados. 
                           
—Déjalos ahí, Win, los llevo yo —soltó, estampando su mano sobre la suya en un movimiento rápido y levantándose para arrebatarle los vasos tomados, mientras él se ruborizaba y solo lo observaba, abriendo los ojos como platos. 
                           
Su madre le echó una mirada de reojo, demasiado pálida y con los músculos del rostro totalmente tiesos, todavía haciendo un intento por regresar los labios hacia su desayuno. Bright se movió hacia la cocina y echó todo el cúmulo de platos y vasos acumulados en el lavadero, abriendo el grifo y dejando el agua caer antes de salir caminando detrás de Win, que se había deslizado hacia el patio a pasos sumamente rápidos. 
                            
—Win. 
                             
El muchacho se detuvo al escuchar su nombre y se volvió instantáneamente. Sus miradas se encontraron y este descendió los ojos hasta ubicarlos en un punto lejano; sus mandíbulas tiritaban y su garganta formaba un nudo invisible nuevamente. 
                             
—Buenos días, Bright, me alegra ver que amaneciste bien. 
                             
—No tan bien como ahora que te tengo a mi lado. 
                            
Bright adelantó unos cuantos pasos, sin dejar de observarlo. El agua cristalina de la piscina fronteriza se balanceó suavemente hacia adelante, reflejando la luz del sol. 
                       
—Escúchame, sé que te he fallado, sé que he hecho la peor locura que he podido hacer en mi vida y que no terminaré nunca de arrepentirme de eso, pero créeme que lo siento. Siento cada cosa y palabra que dije esa noche, no sabes cuánto desearía regresar el tiempo y cambiar toda esta situación... 
                                                              
El menor elevó dócilmente la mirada y sus labios se apretaron. 

—Regresar el tiempo y no arruinarla toda como lo hice, no joder la mejor cosa que me había sucedido. No cuando íbamos mejor que nunca, no cuando había ganado la batalla contra mis propios demonios y me sentía tan bien contigo. Tenerte conmigo, sentirte a mi lado, escuchar tu voz junto a la mía, no sabes cuánto extrañé cada cosa de ti. No sabes lo aterrorizante que fue verme solo, soñando que volvías a sonreírme y de pronto, no estabas más ahí; recordando cada segundo a tu lado, sintiéndome un verdadero hijo de puta por haber hecho todo lo que hice —el agua se balanceó hacia el borde y Bright dio un paso más hacia adelante, plenamente seguro—. Nunca fue mi intención lastimarte. 

Win inhaló con profundidad, sintiendo la forma en la que el aire inhalado intentaba batallar contra el nudo de sus pulmones y sus labios temblorosos se abrían. Su cuerpo fue sacudido por una corriente de nervios y lo observó directamente a los ojos. 

—Aun así lo hiciste, Bright, lo hiciste. No sabes lo espantoso que fue ese día, creí que en verdad lo harías, que se lo dirías a todos, que no te importaría nada. Estaba asustado toda la mañana, pensando en lo que sucedería cuando ellos lo escuchasen, aunque a pesar de todo el miedo, me animaba el saber que tú estuvieses decidido a decírselos y si nos teníamos que ir lejos, no hubiese dudado ni un solo segundo en hacerlo. Mientras sea contigo, todo estaba bien —otra bocanada de aire fresco atravesó sus tensos pulmones y su corazón respondió con una tenue presión—. Cuando te vi ahí, tomando la palabra, me llené de seguridad... nunca se me cruzó por la cabeza que ocurriría todo eso, nunca. Pensé de todo, se me ocurrió de todo, menos eso. Y dices que los días para ti fueron muy difíciles... —la voz se le quebró y los dedos de sus manos se cerraron en un repentino impulso—. Para mí también lo fueron, no podía ni siquiera levantarme del suelo, no podía ni siquiera respirar o hablar, todo me dolía mucho y ese era un dolor mucho más fuerte que el físico, era como si algo se me estuviese desangrando por dentro. Me sentí un tonto, un tonto muy ridículo y patético como tú mismo dijiste... hasta el punto que ni siquiera sentía mis propias lágrimas. Lo hubiese esperado de cualquier persona, mas no de ti, nunca de ti... —sus ojos empezaron a humedecerse, pero no apartó la mirada—. Nunca de la única persona por la que creí despertar cada día. 

Bright liberó el aire que quemaba en sus pulmones y que salió apresurado por su boca, mezclándose con el aire puro de la mañana que lo rodeaba. Sus músculos se estiraron y se mordió la lengua con un toque de impotencia. 

—Estaba acorralado, no sabía exactamente lo que hacía, no sabía qué debía hacer ni qué era lo correcto en ese momento. Mi mente era una porquería caótica y solo tenía en claro que debía alejarte de mí lo más pronto posible, porque tarde o temprano, terminarías herido de alguna manera u otra, ¡y mucho más cuando tenía al imbécil de mi padre diciéndome que te lastimaría! Es que sinceramente, Win, ¿cómo crees que me atrevería a herir a alguien tan precioso como tú? 

—¿Por qué no me lo dijiste? Tú debiste habérmelo dicho... Podía haberte perdonado todo, Bright, todo. Si tú me hubieses dicho que habías cambiado de opinión a último momento y creías que decirlo no era la mejor opción, lo hubiese entendido. Si me hubieses dicho que tenías que irte con ella, pero que verías la forma de separarte y acabar todo eso, lo hubiese aceptado y te hubiese esperado. Si tú me hubieses dicho que lo del beso era una mentira, yo te hubiese creído también. 

Las lágrimas empezaron a acumularse en la esquina de sus ojos y Win inhaló dolorosamente, llevando el dorso de su mano hasta su nariz, que lucía enrojecida y húmeda, mientras Bright se acercaba un tanto más hacia él, casi luchando contra los impulsos de correr a estrecharlo entre sus brazos y aprisionar sus labios con fuerza.             
                       
—Créeme que me dolió en el alma cada palabra que te dije, porque ninguna de esas fue verdad, ¡absolutamente ninguna de esa basura fue verdad! No eres patético ni mucho menos ridículo, eres lo mejor con lo que me he topado. Tan bueno, tan tierno, tan adorable, tan dispuesto a subirme el ánimo, tan dispuesto a hacer de todo por verme sonreír, tan dispuesto a lidiar y amarme con todo y mi mierda. 

Su voz gruesa pareció distorsionarse en algún segundo, pero se reincorporó al instante, retomando la seguridad y energía que poseía siempre. Los tendones de su cuello sobresalieron, marcando un camino sobre su cuello irritado y templado. 

—Nunca le he prometido amor a nadie más que no seas tú, porque simplemente esto que siento por ti, me cala tan al fondo que me consume todo. Mis pensamientos, mi voz, mis sueños, mi corazón... todo es para ti —sus dientes chocaron bruscamente e hizo un esfuerzo por no mover ni un músculo más—. ¿Te dije que me arrepentía de todo lo que hice contigo? Eso es la mentira más grande que he dicho en mi vida. No me arrepiento de nada de lo que he hecho contigo, porque cada segundo a tu lado es insuperable, especial, perfecto. 

Una pausa recargó el ambiente, aunque Bright no tardó mucho en romper el silencio. 

—Cada palabra, cada mínima cosa que te he dicho y he hecho ha sido desde el fondo de mi corazón. Todas las caricias, besos, palabras, todo fue totalmente real —Win se cubrió los ojos con sus propias manos, empapándolas todas, mientras un sollozo ahogado se escapaba de su garganta—. Tu forma de mirarme, de sonreírme, de hablarme, de acariciarme, de preocuparte por mí, me vuelve loco. No hay nada de ti que no me guste o atraiga. 

Bright adelantó unos cinco pasos más, acortando cada vez más la distancia entre ambos cuerpos. Sintió que el corazón le latió con vehemencia y la sangre se disparó por sus encolerizadas y alteradas venas, que salpicaron contra sus músculos, estallando en un grito impetuoso y desesperado y entonces, abrió la boca, acercándose decidido del todo hacia él. 

—Y por supuesto que no te he querido, porque te he amado. ¡Te amo con las fuerzas que no tengo, con los gritos que me callo, con las palabras que no digo, con los silencios que no hago! Y si me fuese al infierno mañana y me diesen una última hora de vida, viviría cada último maldito segundo adorándote —su mano agarró su brazo con fogosidad, separándolo de su rostro y lo atrajo hacia sí, arrancándole una exhalación susurrante—. Porque hasta la última fibra de mi piel grita tu nombre y está loca por ti. 

—Bright... 

Las lágrimas se abarrotaron en sus ojos, en su frente, en su nariz, en la curva de sus labios y sus ojos enrojecidos se abrieron de golpe al tenerlo tan cerca, encontrándose con su mirada fervorosa y sobrecargada de arrebato, decisión y un sinfín de sentimientos. 

—¡Perdóname, Win, perdóname por ser un imbécil! Un imbécil que la embarra cada cuatro minutos —Bright aflojó el agarre y sostuvo su espalda con su brazo seguramente—. Un imbécil que no supo tratarte como debía —sus dientes crujieron y sus ojos retemblaron antes de cerrarse en un apretón enérgico—. Un imbécil que ni siquiera se confesó bien a ti —su mano soltó su brazo y lo escuchó exhalar de nuevo—. Un imbécil que te dejó echado allí en medio de la noche cuando más me necesitabas —su dedo índice ascendió hasta tocar su barbilla húmeda—. Un imbécil que nunca te abrazó o acarició con delicadeza —su rostro se deslizó un poco más hacia adelante, aunque sus ojos no se abrieron—. Un imbécil que nunca te dijo palabras de amor y que te hizo esperar un mundo solo para decirte que te amaba —presionó su espalda y su dedo ascendió hasta lograr palpar la suavidad de sus labios—. Un imbécil que nunca te presentó ante sus amigos como lo que eres —lo escuchó soltar otra exhalación y ahogar un sollozo—. Un imbécil que nunca te llevó a cenar o te hizo sentir especial —se impulsó hacia adelante, prensándolo contra su cuerpo—. Un imbécil que es capaz de correr desde el aeropuerto hasta acá solo por ti —sus músculos se suavizaron y sus pestañas parpadearon, pero sus ojos siguieron sin abrirse—. Un imbécil al que no le interesa bañarse en la lluvia con tal de verte —su rostro descendió por su cuello y se presionó contra su delgado hombro—. Un imbécil que se pasó once días mirando nuestra única fotografía y releyendo una y otra vez nuestras conversaciones —tragó en seco y elevó su cabeza, soltando el agarre en su cuerpo—. Un imbécil que bebe hasta más no poder y es capaz de montarse una escena por ti —. Bright dejó que un poco de aire se escapase lentamente de su boca y sus ojos completamente estrujados se abrieron y lo miraron, liberando finalmente todas las lágrimas que había estado conteniendo, mientras su aliento caliente le rozaba el rostro—. Un imbécil que te ama más que a su propia vida y que no es nada si tú lo dejas. 

Sin poder retenerse más, lo estrechó entre sus apasionados brazos, comprimiéndolo y condensándolo con todas las fuerzas que le quedaban, sin sorprenderse en absoluto cuando sintió que Win, en lugar de empujarlo y alejarlo como lo había hecho antes, aferraba sus manos a su cuerpo y enterraba todo su lacrimoso rostro en su pecho.

Inocencia PasionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora