Capitulo 32 ~Verdad~

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—Esto es el colmo, ¿de verdad tenían que seguirme hasta acá? 
               
Abrió la puerta de su dormitorio de un puñetazo y se volteó a mirarlos a la defensiva. Los tres habían estado formando una columna y ahora se alineaban en una fila, mostrando diversas reacciones. Arm estaba jaloneando a Gulf y Off sacudía la cabeza; su rostro cargado de un aspecto sorprendido y una sonrisa delineando las esquinas de su boca, que se abrían al fin para hablar. 
                     
—No puedo creerlo, Bright. No puedo creer que no me lo hayas contado, ¿cuánto tiempo van juntos? 
                 
Dejó que el aire se escapase de su boca lo más lento posible y apretó las mandíbulas. 
                   
—¿Qué es eso que vimos, eh? —El reconocido futbolista salió un poco de la borrosa nube en la que se encontraba y su rostro se volvió más asustadizo que antes—. ¿Qué significa eso que vimos afuera del cine? 
                     
Bright apretó más la boca, pero siguió sin decir nada. Sabía que algo así sucedería tarde o temprano y aunque no le importaba soltarlo todo, no estaba con ganas de soportarlos, enfrentarlos ni responder a todas sus estúpidas preguntas. 
                     
—¿Qué te pasa, Bright? ¿Qué fue eso allá en el cine? —continuó Arm con la incredulidad y preocupación bombeándole la sangre—. No me digas que... 
                     
—¡Es lo que han visto, joder, es lo que han visto! Ya me escucharon, ahora vayan largándose que no quiero hablar del tema.
               
—¿Es lo que hemos visto? 
                     
—Eso mismo, es lo que han visto. 
                     
—Tú no eres gay, loco. 
                     
Se mordió la lengua y se pasó la mano por la cabeza. La situación estaba empezando a cansarlo. 
                     
—A mí me es simpático el muchacho y creo que hacen una buena pareja, pero igual debiste habérmelo dicho antes. Pudimos haber hecho citas dobles y conversado mucho sobre eso... —Off se encogió de hombros y adoptó una expresión más entusiasmada—. Sabía que tarde o temprano, te enamorarías, ¿recién están saliendo?, ¿dónde lo conociste?, ¿cómo se llama? 
                     
Arm tosió, casi ahogándose ante lo que había escuchado. 
                   
—Estás pasando por un mal momento, eso es todo. Sé que el chico se ve muy andrógino y todo eso, pero... ¡es un hombre, Bright! ¿Cómo vas a estar con un hombre? Tú mismo hablas pestes de los maricones. 
                  
—Cierra la boca, Arm, se ven genial juntos. 
                     
—¿Genial juntos? 
                 
—Lárguense —su voz resonó en la habitación, seca y cortante. 
                   
—Ah, ya sé cómo fue el asunto. He escuchado cómo son, una vez que te ponen el ojo, te acosan y no se detienen hasta atraparte. Seguro que se te mandó encima y que hizo de todo para metérsete por los ojos... Con razón, esa vez en el centro comercial estaba todo pegado a tu hombro... Fui un imbécil al no darme cuenta y tú que me dijiste que no pasaba nada. 
                    
Off siguió con la sonrisa de antes, ignorando todo lo que escuchaba y moviendo su mirada a través de todos los dedos de Bright, más interesado que nunca. 
                     
—No le hagas caso y suelta el rollo. Deben estar mucho tiempo juntos por los anillos de pareja que tienen, ¿van uno o dos meses? 
                   
—¿Anillos de pareja? —Arm pareció ver al mismo demonio cuando sus ojos se fijaron en el anillo extravagante que tenía en el dedo índice—. Mierda, ¿qué está mal contigo, Bright?, ¿esto es una broma? 
                   
—Solo lárguense. 
                     
—Escucha, entiendo que estés estresado y que creas que te sientes atraído por él, ya que has estado encerrado acá y lo veías todos los días, pero tampoco hasta tal límite como para que tengas una relación con él. 
                                                      
El más bajo empujó la silla del escritorio y se volvió con los ojos aterrados. 

—Es que no me puedo creer que te gusten las pollas, Bright, eso nunca. Antes, que me cuelguen y me corten en pedazos

—Arm, a mí también me ha sorprendido todo esto, pero tampoco es para que reacciones así —espetó Off, enviándole una fría mirada. 

—¿Cómo quieres que reaccione si veo a mi mejor amigo, al tipo con el que salía a los bares y clubs a cazar mujeres y que aborrece los compromisos, besuqueándose con su empleado afuera de un cine? ¿Quieres que venga y lo felicite? Lo felicitaría si supiera que es así desde siempre, pero lo conozco y sé cómo es y créeme que no es ningún marica. 

Bright se hincó la lengua con los dientes de tanto tenerla presionada y vio cómo Arm seguía sacudiendo a Gulf, que cada vez estaba más pálido y tieso. 

—Oye, Gulf, di algo. Tú también sabes que toda esta porquería está mal, muy mal. 

Off resopló y le empujó, tomando un irritado semblante.

—Ya córtala, Arm, él es nuestro amigo y está enamorado, ¿tan duro es que te metas eso a la cabeza? Si le gusta, le gusta, da igual quién carajos sea. Y tú bien lo sabes, la edad es solo un número, el género es solo una palabra y cuando dos almas se aman, no hay número ni palabra que valga. Así que córtala y si vas a seguir con esto, mejor vete. 

Arm se acercó a Bright con rapidez, colocando una mano sobre su hombro. 

—No, loco, no quiero que creas que no te apoyo con esto de... que seas gay, no es eso, lo que pasa es que me has dejado en shock. No supe qué decir ni cómo reaccionar y quizá, te he soltado mierda, pero no quería decir eso. Solo quería hacerte ver que estás pasando por un mal momento y que se te pasará... Verás que luego nos reiremos de esto. 

—¿Saben qué? Lárguense de una vez y no me sigan jodiendo más que tengo que ducharme, estoy apestando a húmedo. Si van a volver a hablarme, háganlo, pero no me vuelvan a tocar el tema, porque no voy a decir más. 

Se quitó la camiseta empapada y el resto de la ropa y se metió al baño, cerrando la puerta de un portazo. No comprendía cómo los había dejado pasar y había escuchado todas sus imbecilidades sin alterarse o mandarlos al diablo. Quizá, había sido porque no le interesaba en absoluto lo que opinasen y si no le volvían a hablar nunca más, todo seguiría igual para él. El agua de la ducha le refrescó las neuronas y se sintió más despejado que hace algunos minutos. Sí, todo daba igual, porque a pesar de que estaba rodeado de problemas y más problemas, todo le daba igual. No iba a ponerse a preocuparse ahora que se sentía mejor que nunca; no ahora que su mente había dejado de joderle con preguntas y estaba empezando a sentirse bien. 

Se cambió en menos de dos segundos y cuando salió, no había nadie más en su dormitorio; todos se habían marchado y no quedaba ni rastro de ellos. Bajó las escaleras de un salto y se detuvo al encontrar a Win recostado sobre la baranda del primer escalón, esperándolo con una expresión inquieta y ansiosa en su rostro. Sus ojos se iluminaron apenas lo vio. 

—¿Qué sucedió, qué dijeron? ¿Lo vieron todo, verdad? ¿Están de acuerdo? 

—Da igual, me importa un bledo lo que piensen —susurró con la voz más suave que pudo, capturando su barbilla entre sus dedos. 

Él se encogió y su rostro se opacó mucho más, como si estuviera recibiendo la respuesta que tanto temía escuchar y las esperanzas que había guardado, desaparecieran en el acto. 

—Lo dices porque no les gustó... no están de acuerdo. 

—Si les gusta o no, no es mi problema, es mi vida y no deberían ni opinar sobre eso. 
                 
—Bright —inclinó su cabeza sobre su hombro y suspiró lentamente contra su cuello—. No sé por qué tengo un mal presentimiento. 

Bright lo apretó contra su pecho durante un segundo y lo soltó, colocando una sonrisa más animada en su boca y lanzándose sobre uno de los sofás. 

—Tonterías, eso es porque vives preocupado de los demás. ¿Qué de malo puede pasar?, ¿qué de malo puede pasar cuando estás conmigo y yo estoy contigo? 

Los ojos de Win se iluminaron y una sonrisa chispeó en sus labios, seguida de una risa ilusionada y un semblante inyectado de más seguridad y confianza. 

—Tienes razón, voy a pensar positivo y así atraeré cosas positivas. Tarde o temprano, lo aceptarán y estarán de acuerdo. 

—Ya ves, deja de matarte el cerebro y ven acá. 

Dio dos palmadas sobre sus piernas y él caminó rápidamente, riéndose y sentándose en sus piernas, colocando sus brazos alrededor de su cuello de inmediato. Sus ojos se encontraron otra vez y la sensación de tener avispas picoteándole el estómago regresó, mientras una sonrisa le abría los labios, que empezaban a buscar los suyos. 

—¿En qué estábamos? 

Una risa cruzó sus labios, su boca se acercó a apresar sus deseosos labios con ansias y sus ojos estuvieron a punto de cerrarse cuando un maullido le cortó las alas. El gato se erguía frente a sus ojos, pisoteando la alfombra y lamiéndose las patas. 

—Largo, estamos ocupados —le lanzó y Win se levantó enseguida. 

—De veras, es hora de su cena y no puedo demorarme o luego tendrá hambre. Por cierto, cuando empiece clases, tendrás que darle el desayuno tú. 

—¿Yo? 

Se levantó también, siguiendo a Win, que se dirigía hacia la cocina con el gato pisándole los talones. Rebuscó en los reposteros y sacó una bolsa repleta de platos y objetos para gatos, retirando uno de ellos, mientras Win abría una lata de atún y la vaciaba sobre el plato con cuidado. El gato maulló con ganas y se relamió otra vez. 

—Bright, creo que tu hermana ha terminado con Luke. Se lo dijo en la mañana a una de sus amigas y estaba muy enojada. 

—¿Cómo? Bueno, era cuestión de tiempo, creo que este duró mucho. Lo extraño es que mis padres le hayan dejado hacerlo así como así. Era un contrato multimillonario y hasta han hecho semejante escándalo con el anuncio de su futuro matrimonio, es extraño que le hayan permitido hacer eso. 

—Ojalá solo esté molesta con él y luego se amisten de nuevo. 

—Ojalá no. 

Bright tomó el plato y lo dejó en el suelo y el animal se abalanzó sobre este, hundiendo su cabeza en toda la comida, sintiéndose en su propio paraíso. 

—¿Por qué no? Ellos hacen una hermosa pareja. 

—Pero tú y yo hacemos una mejor. 

Lo escuchó carcajearse y fruncir la nariz con gracia y lo tomó del brazo, atrayéndolo hacia el sofá nuevamente y sentándolo sobre sus piernas, contemplándolo sin parar. 

—Bright, quería hablarte sobre algo. He estado mirando mis papeles y como empiezo clases en una semana, harán un baile de bienvenida. Puedo ir contigo, ¿verdad? 

—¿Bailar? ¿Yo? —arqueó las cejas, soltando una carcajada y rodeándole la cintura—. No, Win, yo no sirvo para esas cosas. Igual, esos bailes son idioteces, no vayas, es una pérdida de tiempo y la gente es ruidosa. 

—Por favor, quiero ir, sería la primera vez que iría a uno en toda mi vida. Por favor, Bright, vamos juntos. 

—Si vamos, vamos a otro lugar. Podemos irnos a un restaurante y si tanto quieres bailar, bailemos allí. 

—Es solo un momento, menos de una hora, por favor. 

Era imposible luchar contra sus labios fruncidos y la luz que relumbraba en sus ojos. 

Se mordió la lengua y lo apretó más contra sí. 

—Está bien. Menos de una hora, tú mismo lo has dicho. 

—Gracias —casi gritó sobre sus labios, rozándolos con su sonrisa. 

—Es una estupidez que no estés en mi instituto, estaba muerto de ganas de que estés ahí. 

—¿Para verme todos los días? 

—No, tonto, para matar a todos los que se te acerquen. Nunca faltan los lobos que rodean a las ovejas —Bright deslizó sus labios hacia su barbilla, capturándola en un suave mordisco—. A mí oveja. 

Sus labios subieron hasta su boca y ambas se fundieron en una danza de suaves y lentos movimientos, que cegaban sus mentes y las colmaban de música, mientras sus dedos descendían por su espalda y sus lenguas se enrollaban entre sí hasta que el sonido de un motor cercano deteniéndose hizo que se separaran. 

—Creo que ya llegaron, iré a apurarme con la cena —Win se levantó con prisa y dejó cinco rápidos besos en la comisura de sus labios.

Lo vio alejarse a trotes rápidos y desaparecer en la cocina y no después de muchos segundos, la puerta de la entrada se abrió. Su madre ingresó directo a los escalones y cuando sus ojos se chocaron, pudo distinguir la seriedad y molestia de siempre en ellos. 

Solo que ahora estaban más acentuados. 

Pero eso tampoco tenía por qué importarle. 

Incluso cuando su mundo se encontraba colapsando frente a él, era feliz. Y sabía que en algún momento tendría que detenerse, enfrentar todas las preguntas y líos que acechaban su mente y tomar una decisión y aun así seguía siendo feliz. 

Sintiéndose un idiota, soñando despierto, riéndose sin parar, respirando tranquilidad, diciendo estupideces y pensando cursilerías, era feliz. Muy feliz. Porque inclusive cuando podían haber muchos lobos intentando robarle a su oveja, si él, el lobo más peligroso y cabezotas de todos, estaba a su lado, nada pasaría. 

Win, la oveja que no sabía nada de la vida y él, el lobo que había pasado por mierda a pesar de tenerlo todo y estaba algo loco por su sonrisa y su corazón. 

Sonrió y siguió sentado sobre el sofá, mirando hacia la cocina. 

Sí, el mundo podría derribársele si quería, porque todo estaba bien si lo tenía a su lado, si estaba junto a Win Opas-iamkajorn.

Si estaba junto a su Win.

Inocencia PasionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora