Comienzos

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Desde pequeña siempre he tenido dos sueños en la vida: uno ser una gran escritora y el otro, poder visitar las Galápagos y ver el atardecer en sus playas con una persona amada. Sin embargo , no es tan sencillo cumplir los sueños. La vida no es como los cuentos. No hay hadas madrinas que aparezcan para arreglar las pesadillas con golpe de varita y he cometido demasiados errores teniendo en cuenta que solo tengo veintiún años y acabo de terminar mis estudios como diseñadora.
          Ojalá hubiera estudiado Literatura o Periodismo. Así, podría estar más cerca de uno de mis dos sueños, pero cuando vives en un barrio humilde de Estambul y tus padres tienen problemas para pagar las facturas a final de mes con su carnicería, una debe centrarse en la realidad. Al menos podría ser peor. Mi futuro podría estar rodeado de embutido y carne picada con unos  padres que parecen competir para volverme loca.
             Aunque ahora se me presenta una oportunidad para ahorrar y poder mudarme a una isla griega . Hay que ser modesta y a veces es mejor cambiar a objetivos más factibles. La semana pasada mi amiga Ayhan me enseñó un anuncio del periódico: buscaban diseñadoras para trabajar en un estudio de cine de nombre rimbombante. No me sonaba. La empresa debió de crearla un viejo ricachón que seguro que se pasa las noches buscando excusas para abordar modelos. El sueldo que ofrecen es bueno, así que por eso hoy estoy en una oficina acompañada de otras chicas que seguramente estén mejor preparadas para este puesto que yo.

No dejo de morderme las uñas. Es un defecto que cogí gracias a las broncas de mamá. Era eso o incendiar la casa. Pero, bueno, mi aspecto es decente. Me he puesto mi mejor vestido y he ido a la peluquería de Melahat, que se ha puesto como loca cuando le he dicho que me dirigía a mi primera entrevista de trabajo y no ha parado de hablar de cómo me peinaba cuando era una cría mientras me arreglaba las puntas. Suspiro. Acaban de llamar a la chica que se sentaba a mi lado. Observo mi carpeta de diseños de prácticas y mi pequeño y casi insignificante currículum. Estoy tentada de salir y decir a mis padres que no he pasado la prueba . Mejor eso antes que pasar vergüenza en la entrevista.
—¡ Sanem Aydin ! —me llama una secretaria de largas piernas que bien podría trabajar como actriz. Trago saliva. Durante un segundo, estoy tentada de fingir que no conozco a ninguna Sanem Aydin, pero me levanto con unos pies torpes que parecen crías de elefante. La actriz secretaria me conduce a una sala decorada con pósters de estrellas de cine y anuncios de espectáculos . Con un tembleque me siento. Frente a mí hay dos hombres que también parecen sacados de una película de Hollywood.

Uno de ellos mira otros currículos y los pasa con desgana. ¿Qué pensará del mío? El otro me observa con atención, obsequiándome con una sonrisa que seguro que regala a todas las cabezas de chorlito que acaban de salir de la facultad. Los dos son condenadamente atractivos. El que me pregunta mi nombre y me anima a sentarse tiene la imagen del perfecto caballero. Es el tipo de hombre al que invitan a las fiestas con más pedigrí y con el que todas las madres fantasean para casar a sus hijas. Su compañero, en cambio, parece más adecuado para una velada en un bar nocturno, el típico conquistador que seduce a jovencitas con palabras hermosas, propias de poeta, y que se despide a la mañana siguiente sin dejar ni un mísero número de teléfono.
             —Un placer conocerla, señorita Aydin —dice el caballero que me estrecha la mano mientras el otro se arreglaba distraídamente su lustrosa melena
—. Me llamo Emre y soy el encargado de personal  y este es mi hermano, Can Divit, el director del proyecto por el que la estamos entrevistando. Según su currículo, usted acaba de graduarse. ¿Es esta la primera entrevista a la que se presenta?
            Oh no. Esa pregunta solo puede significar que buscan a alguien con experiencia. Una famosa diseñadora por la que se pelean los estudios y graduada con todos los honores. ¿En qué momento se me ocurrió que esta era una buena idea? —Sí, señor Divit… Sin embargo, he traído copias de mi portfolio con algunos de mis diseños de la facultad.
             Los dejo en la mesa sin abrir la carpeta. Quizás no tenga que pasar más vergüenza y con esto ya pasan a la siguiente candidata, pero el galán coge mis diseños y los examina. Sonríe. Por un segundo olvido la vergüenza y la rabia me devora por dentro. No hacía falta que me demostraran que soy una inútil de una manera tan gráfica. —¿ Cuándo hizo estos diseños, señorita Aydin? —Son todos proyectos de fin de carrera —respondo sin titubear. Si me quedo poco tiempo aquí, debo mantener la dignidad. —Interesante. ¿Le gusta la literatura? ¿Qué se había creído qué era? ¿Una cabeza de chorlito que solo era una cara bonita? —Sí, me especialicé en diseño de portadas, maquetación y campañas de publicidad en ese campo, aunque me adapto a cualquier campo. —Oh, veo que hizo un diseño para una adaptación televisiva de la BBC. —Sí, Emma, de Jane Austen. Es una de mis autoras favoritas. —¿ Y le gusta la poesía? Suspiré. Sí. —¿ Conoce a Baudelaire? Miro a su hermano. Él está tan descolocado como yo. Can Divit debe de ser la oveja negra de la familia. —Por supuesto. Me he leído varias veces Las flores del mal. La sonrisa de ese chacal se ensancha y deja mis diseños en la mesa. Su hermano se aprovecha para echarles un ojo. —Por distraerse, a veces, suelen los marineros dar caza a los albatros, grandes aves del mar…—Que siguen, indolentes compañeros de viaje, al navío surcando los amargos abismos —finalizo. Pocas veces se sentido tanto placer al aprovecharme de mi memoria fotográfica como en este momento—. Puedo recitarle cualquier poema si desea ponerme a prueba, señor Divit.

Can se echa a reír. Su hermano asiente al ver los diseños. Me gusta su aprobación, pero ahora me da miedo que me contraten. No quiero imaginarme tener que aguantar al seductor amante de la literatura como jefe. —Posee una mente prodigiosa, señorita Aydin. Pocas veces había visto tanta sensibilidad en unos diseños y he viajado por todo el mundo como fotógrafo profesional. Solo una fotografía puede aspirar a congelar la belleza irrepetible de un poema. Reconozco que esa frase me ha provocado una chispita de admiración. Solo una pequeñita. —Creo que ya no hacen falta más entrevistas, Emre. La señorita Aydin tiene el trabajo. —Pero Can. Hemos concertado otras seis entrevistas —protestó su hermano. —Ya me encargaré de disculparme personalmente con los otros candidatos. No creo que sea necesario hacerles perder el tiempo. Está a punto de darme un ataque. Debo controlarme para no hiperventilar, aunque creo que el pobre Emre está más conmocionado que yo. Can sale del despacho y oigo su voz grave tras la puerta no entiendo sus palabras hasta que regresa para decir:
            —Esta noche vamos a celebrar una fiesta de empresa con los empleados. Sería un placer que acudiera, señorita Aydin. Mientras me recupera de la conmoción, Emre Divit me sonríe. —Disculpe a mi hermano, señorita Aydin. Es un espíritu libre, por así decirlo. Es incontrolable , pero lo cierto es que sus diseños muestran una gran creatividad . Esta debe ser una de sus decisiones más lúcidas —apunta con calidez mientras vuelve a estrecharme la mano, dándome la bienvenida a la empresa.

De regreso a casa, me siento como en una nube. Por un lado, aún no me creo que por fin tenga un empleo. Podré ayudar en casa con las facturas e incluso la estirada de Leyla admitirá que soy una persona responsable y madura, que no tengo la cabeza llena de pájaros y no pienso solo en los libros, aunque la Literatura tiene una magia única como dijo Can Divit. Resoplo. Lo mejor era olvidarme de aquel hombre. Seguramente no lo volvería a ver y trataríamos todos los asuntos profesionales por correo electrónico.

En casa, mis padres me reciben con un cálido abrazo y me asaltan a preguntas sobre la entrevista. Evito hablar de Can y les menciono de pasada la fiesta de esta noche. Al salir, la secretaria me comentó dónde tendría lugar el evento: en uno de los hoteles más prestigiosos de Estambul. Qué cambio ha pegado mi vida con una simple entrevista. ¿Esta es la vida adulta de la que habla todo el mundo? Mamá llama a Leyla para darle la feliz noticia y, oh desgracia, me entero que ella también va a acudir. Al parecer, su empresa ha sido contratada también por el estudio de los hermanos Divit, así que, por una jugarreta del destino, vamos a ser compañeras de trabajo. Casi prefiero tener como compañero de oficina a Can Divit. Mientras me arreglo y cambio mi vestido de graduada que busca su primer empleo por uno de fiesta, no puedo evitar en el poema de Baudelaire, El albatros. El albatros es una ave elegante, un animal que pasa casi todo el tiempo de su vida volando, indestructible, y que solo regresa a su hogar, las islas Galápagos para aparearse, para conocer el amor. Me sofoco. Una fiesta de alto copete no es un lugar adecuado para mí. Me siento más cómoda entre libros, diseñando, viendo a los pájaros que vuelan hacia el mar de Mármara y se pierden en el atardecer de Estambul.

             Frente al espejo de pie de mi cuarto, hay una extraña engalanada para una fiesta de gala. Me sonríe con timidez, aunque ella se pregunta si está preparada para la realidad.

CAPÍTULO 1 EN ESPAÑOL

El Fénix Y El Albatros Donde viven las historias. Descúbrelo ahora