Parte 2 Capitulo 1:El Beso De Albatros

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Leyla y yo no nos dirigimos la palabra. Vamos en taxi al hotel Dersaadet. Antes me ha pedido cien mil veces que no la ponga en ridículo frente a los hermanos Divit. Me ha dado una charla aburridísima sobre lo influyente que es esa familia y lo importante que es para su empresa que este proyecto del estudio de cine salga adelante.

Ella también se ha preparado para la fiesta y es la viva imagen de una princesita de cuento, aunque su actitud se asemeja más a la de una arpía. Por suerte, el trayecto en taxi no dura mucho y pronto nos encontramos en medio de gente guapa que ríe de forma anodina mientras chocan copas de champagne.
Leyla se sumerge con comodidad en ese ambiente y yo me tengo que arreglar para encontrar mi huequecito. Como estoy de los nervios, voy en busca de un poco de té turco, pero no encuentro nada, salvo a un gracioso personaje llamado Ceycey que es el encargado de catering del estudio.
—Oye, Sanem, ¿y qué vas a hacer tú en la empresa? —Seré la encargada de diseño de publicidad —respondo con timidez. —Ah, así que eres tú la que ha cautivado a Can. Debes tener un talento espectacular. talento espectacular. Es obvio que Ceycey lleva unas copas de más. Nos ponemos a hablar de la gente que pasa delante de nosotros, imaginando sus puestos y su personalidad, hasta que se nos cruza Leyla. —Esa tiene la pinta de ser la niña mimada de la familia. Seguro que trabaja como secretaria de un jefe importante y hace todo bien en su trabajo. —Has acertado de pleno —respondo con una carcajada—. Aunque te has olvidado de añadir que es mi hermana. Ceycey pone ojos de corderillo asustado. Me encanta. Es agradable poder acabar el día hablando con un ser humano capaz de sentir emociones. —No te preocupes. No nos parecemos en nada.
Estoy segura de que es adoptada, pero mis padres no quieren confirmarlo. Leyla se gira hacia mí con expresión ceñuda y ahora yo pongo cara de no haber roto un plato en mi vida. Al cabo de cinco minutos, Ceycey murmura algo de que tiene que ir al servicio y yo me despido con una palmadita cariñosa en la espalda. Distraída, paseo entre los invitados a la fiesta y, sin querer, me tropiezo con algún pez gordo de ochenta años que me mira como si fuera un bicho de circo. Aliviada, me doy cuenta de que no hay ni rastro de Can. El único miembro de la familia Divit que se digna a mostrar su compañía a los demás es el bueno de Emre, que se encuentra con un anciano al que mira con admiración y al que no para de presentarle gente. Con la experiencia adquirida con Ceycey, intuyo que se trata de su padre, el famoso patriarca Divit, aunque ese hombre, a diferencia de sus hermanos, me inspira un poco emociones. —No te preocupes. No nos parecemos en nada. Estoy segura de que es adoptada, pero mis padres no quieren confirmarlo. Leyla se gira hacia mí con expresión ceñuda y ahora yo pongo cara de no haber roto un plato en mi vida. Al cabo de cinco minutos, Ceycey murmura algo de que tiene que ir al servicio y yo me despido con una palmadita cariñosa en la espalda. Distraída, paseo entre los invitados a la fiesta y, sin querer, me tropiezo con algún pez gordo de ochenta años que me mira como si fuera un bicho de circo. Aliviada, me doy cuenta de que no hay ni rastro de Can. El único miembro de la familia Divit que se digna a mostrar su compañía a los demás es el bueno de Emre, que se encuentra con un anciano al que mira con admiración y al que no para de presentarle gente. Con la experiencia adquirida con Ceycey, intuyo que se trata de su padre, el famoso patriarca Divit, aunque ese hombre , a diferencia de lástima. Parece cansado, aunque trata de disimular sonriendo con afecto a sus invitados . Sin embargo, cuando una despampanante mujer con un vestido blanco que le da apariencia de cisne se presenta ante él su expresión cambia. La gente murmura mientras ellos gritan. —Aylin. Vete, por favor —suplica Emre. —No te preocupes. Solo quería despedirme de la que pensé que era mi familia —responde la mujer con rencor y una taimada sonrisa, regodeándose del odio que desfigura la expresión del señor Divit. Se marcha como una diva. Y Emre finge que no existe . Su expresión es desolada y furiosa, aunque no como la de su padre . Mi instinto me susurra que hay un corazón roto detrás de ese ceño fruncido. Por discreción, me alejo de allí. El ambiente de fiesta desaparece y, como no se me ocurre de qué hablar con la flor y nata de Estambul, voy en busca de Leyla o Ceycey. Cualquiera de los dos me sirve. Abro puertas en busca de un cuarto de baño porque imagino que la vejiga del pobre Ceycey habrá sido puesta a prueba con tanto alcohol, aunque no sé cómo acabo en una habitación a oscuras. El aire es tranquilo allí . Parece la alcoba de un príncipe porque huelo a flores y un aroma que no logro identificar. Doy pasos por esas sombras que me abrazan y, de pronto, me encuentro rodeada por dos brazos de carne y hueso, musculosos, propios de un héroe de romance, y un beso dulce se posa en mis labios.

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