Capítulo 2

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El sonido del despertador me levanta de la cama como si los días de la facultad hubieran regresado. Con un bostezo , me asomo a la ventana y en las calles los tenderos se acercan a sus negocios para comenzar la jornada. La mía comenzará en una hora y media. El estudio se encuentra cerca de casa, así que me da tiempo a arreglarme y vestirme con un conjunto más cómodo que el de la noche pasada.

En el desayuno, las tostadas me saben a unos labios cálidos y mis mejillas añoran el agradable tacto de la barba de mi albatros . Me sirvo un buen vaso de té para apaciguar los nervios. Es por mi primer día de trabajo, por nada más. Aunque el timbre de la puerta me saca de mis ensoñaciones. Me asomo a ver quién es. Mi padre debe de estar preparándose para abrir la carnicería y no hay ni rastro de mi madre. Lo más seguro es que sea Leyla porque se ha olvidado las llaves.
Recibo a la visita y me quedo de piedra al comprobar que se trata de uno de los proveedores de mi padre. -Buenos días, Sanem. ¿Podría hablar con tu padre? Con gestos, le indico que baje la voz. El oído de mi madre rivaliza con el de un murciélago. -Mi padre ha ido a trabajar -susurro, imaginando a toda prisa una excusa para que no vaya a la carnicería. Me juego la mano a que viene a reclamar deudas del negocio. Ojalá me hubieran contratado antes para ayudar a pagar las facturas-. Enseguida vamos a saldar la deuda. Por favor, déjemelo todo a mí. Me acaban de contratar en un estudio de cine y pronto...-Sanem, lleváis semanas dándome largas . Tu familia me debe cuarenta mil liras y si no tengo el dinero pronto, os voy a denunciar. De hecho, no sé por qué hablo contigo. Me voy a la carnicería. -¡ No! ¡Por favor! -le suplico. Estoy a punto de echarme de rodillas delante de él-. Si me da un poco de plazo, le aseguro que reuniré el dinero y hablaré con mi padre, pero no lo atosigue, por favor. Sufre del corazón y el estrés podría pasarle factura. El negocio está remontando y tendremos los pagos al día. Se lo ruego. Confíe en mí. El proveedor intenta librarse de mí . Sin embargo, me cruzo en su camino las veces que haga falta para que se fije en mí. -De acuerdo, Sanem. Te doy una semana. Si no me pagáis otra vez, os voy a demandar. Se marcha y regreso a mi casa. Mi madre canta un bolero de una serie famosa de televisión. Por suerte no se ha enterado de nada, así que me despido de ella con un grito para que me oiga y me dirijo al trabajo mientras pienso en mi sueldo. Es un salario decente y al cabo de un año podría ahorrar las cuarenta mil liras que debemos. El problema es que el proveedor me ha dado solo una semana. ¿De dónde voy a sacar semejante pastizal? No puedo solicitar un préstamo al banco. Mis padres se enterarían. Si le pido ayuda a Leyla, ella se haría cargo de todo y gana mucho dinero, pero perdería parte de sus ahorros y ella ha trabajado muy duro para poder independizarse. Aún agobiada, entro en la oficina. Ceycey me saluda desde su escritorio. Me cuenta que aparte de estar encargado del catering de las películas, también controla el departamento de material de la oficina.

-¿ Puedes tú solo con todo? -le pregunto. -Qué remedio. Somos como duendecillos. El estudio es reciente, así que nos pluriemplean. A ti te pasará igual. Cuidado con Deren, la directora de personal. Creo que sueña con que le regalen un látigo por Navidad. Me río. Ojalá mi escritorio se encontrara junto al suyo. Me despido para presentarme a Deren y que me señale mi mesa y me asigne mis primeras tareas. Estoy como un flan. Mi nueva jefa no pierde el tiempo en gritar con aspavientos a dos compañeros. No parece mala persona, aunque seguro que logro desquiciarla como me sucede con mamá. Así que recuerdo que debo ser atenta y diligente para ahorrarme los problemas que tengo en casa. -¿ La nueva de diseño? -me pregunta Deren sin prestarme atención. Sus informes le interesan más.

-Sí, soy Sanem...-Sí, sí, la nueva -me replica-. Por ahora no tenemos tareas para ti, ya que no hemos contratado actores ni hemos terminado los contratos de producción. Serás mi nueva asistente y te encargarás de controlar que la cafetería de la oficina tenga todo a punto para los empleados . Si alguien te pide un café, se lo prepararás y vigilarás que el catering no cometa errores en los menús. Últimamente no nos traen lo que pedimos.

El Fénix Y El Albatros Donde viven las historias. Descúbrelo ahora