El Mercader y la maldición del amor(en Hiatus)

Capítulo 2: Cicatrices y miedos del pasado

Salí de la casa de Beltaine y no dejaba de pensar si lo que haríamos estaba correcto, era difícil, solo sabía Dominique, mi esposa no le había contado. No es buena guardando información, ella era una noble, no se podía pedir más, había sido criada para saber lo que no debía saberse y contárselo a personas que no debían saber, pero ya estaba así la situación, ahora solo quedaba por avanzar.

Al mirar la fogata noto que las mujeres estaban conversando, se reían de mí, pero no con una risa de burla, sino con una de coqueteo, de tentación, diciéndose mentalmente que ellas también querían lo que había pasado en aquella casa...si supieran lo que paso... Pero no las culpo, yo tampoco podría esperar meses para encontrarme alguien que me guste y fornicar, era lógico. Difícil la situación, somos humanos de tentaciones, cambios y necesidades constantes, la gente cree que por ser adultos estas capacitado a la vida de éxitos y nada de errores, más por el contrario diría que nos comportamos igual que niños, simplemente ya no pedimos dulces, sino cosas mas ostentosas.

Mientras mi mente divagaba y pensaba la situación de dichas mujeres, veo a una más que conocida entraba por a la herradura de la zona, era ella, la alcaldesa, la líder, reconocible a lo lejos, y no por su ropa ni su forma de comportarse, era igual que cualquier persona de acá, sino por su apariencia.

Scarlette Jarush, en su sangre corría el legado de la familia fundadora del pueblo, pero llego al poder gracias a sus pares, no por su origen. Era alta, de contextura gruesa, pero con un cuerpo esculpido casi a la perfección, bendecida con una fuerza y agilidad sin igual, su piel era morena de una tes clara, pero dorada por el contacto del sol, sus ojos era delineados por la pasión, con solo verte podías sentir varias sensaciones en conjunto a un escalofrío. Su mirada fija asustaba a más de alguna luchadora veterana, su pelo era medio largo, liso y negro, al sol brillaba y se podían ver rastros azules, era como el agua en la noche tocada por la luna, podías verte sumergido en ella y en su profundidad, y su boca era sin igual, perfecta con una sonrisa tranquila e inocente.

Fue ahí cuando la mire por demasiado tiempo, me respondió con la mirada, esa mirada pasional y una sonrisa cordial. Movió delicadamente su pelo hacia atrás, le dijo unas palabras a una de las mujeres de la entrada que estaba marcándola, y se acercó a mí, caminando fuertemente, pero de forma delicada me habla.

—Pensé que escapabas de mí, así que decidí venir por ti, lógicamente sabría dónde estarías, tengo mis contactos —Dice tranquilamente Scarlette.

—No te preocupes, Iris ya me puso al tanto de algunas cosas, lamentablemente, gustara o no tendría que ver tu cara desastrosa...—La mire fijamente.

—Ja! ¿tu crees que soy feliz? Parece que la isla central te ha convertido en un viejo decrépito, solo te salva que seas mestizo—Me mira fijamente la alcaldesa.

—Pues... las chicas me miran bastante—Apuntó a las chicas de la fogata.

—Pues tienen un gusto de mierda...—dice mientras su risa ya no puede resistirla.

—Sigues igual que siempre —la miro sonriendo.

—Los dones de sol me mantienen en forma, además de tener que caminar por todas partes hablando con estas chicas... Pero vamos a mi casa, ya sabes que debemos hacer negocios, además debemos ver la reunión —Dice mientras me toma del hombro como si una madre guiará el camino de su hijo.

Mientras hablábamos, Scarlette menciona el festival que se haría el día de mañana para la entrada a las nuevas guerreras donde las cuatro mejores, cada una de un pueblo lucharía por el trono a mejor guerrera, por lo que era el momento perfecto para tener una pequeña reunión. A lo lejos podía ver a Dominique comprando las cosas que eran necesarias, al parecer estaba casi todo listo, nuestros abastecedores siempre tienen ya todo empaquetado, así que es solo pagar y llevar, él logra verme y me hace una señal, le respondo y la alcaldesa pregunta.