Capítulo 3: Limonada

29 1 0
                                    

Capítulo 3

Limonada.

No sé qué es lo que me hacía está chica, por Dios, cuando tomó mi mano sentí una corriente eléctrica recorrer todo mi cuerpo.

-Creo que es mejor que continuemos caminando, no veo ningún autobús aproximándose, así que… -mordió un poco la uña de su dedo índice de la mano que tenía libre –podemos ir a buscar un taxi ¿te parece? –la miré justo a los ojos, me perdí –mmm… Michael ¿estás bien?

-¡¿Y… yo?! Uhmm si, si, cla… claro estoy bien –sonrió pícaramente, creo que lo noto, solo un tonto como yo podría nunca haberlo notado -¿vamos? – asintió con la cabeza.

Caminamos aun con las manos entrelazadas alrededor de cinco minutos hasta que encontramos un taxi y subimos, en el camino conversamos sobre música, sinceramente fue muy agradable mientras duró. Bajamos del taxi y atravesamos un pequeño jardín con unas cuantas rosas.

-Bueno… creo que esto ha sido todo –habló mientras se colocaba frente a la  puerta verde opaco de la pequeña casa blanca.

-Supongo que no será la última vez que nos veamos, podemos intercambiar números ¿no? –me rasqué la nuca a modo de nerviosismo, eso me delataba, siempre lo hacía.

-Claro –sacó su móvil del bolsillo trasero, mientras hacía lo mismo con el mío –toma, apunta tu número –tomé el aparato y le di el mío –listo, bueno creo que debo entrar.

-Muy bien –volví a guardar el celular -¿vives con tus padres?.

-No… -me miró con curiosidad -¿por qué lo preguntas?

-Oh no, es solo que se nota que estás nerviosa, pensé que tal vez tuvieras un padre estricto y un hermano mayor celoso.

Soltó una pequeña carcajada –no, no, para nada, yo vivo co ...

-Vive conmigo –la puerta se abrió, dejando ver al tipo que la golpeo hoy en la tarde y que seguramente lo ha hecho otras veces, mi mandíbula se tensó al instante, apreté mis puños con fuerza y lo miré desafiante.

-Nick por favor…

-Pequeña, creo que debes entrar, no tienes que estar perdiendo el tiempo y lo sabes, te he estado esperando ya tengo hambre – dijo sínicamente.

-Puedes hacerte de comer tu solo –parece que se arrepintió de haber dicho eso.

-¿Qué has dicho? Como te atreves a habl…-.

-No tienes ningún derecho de tratarla de esa manera, tiene toda la razón –espeté demasiado enfadado.

-Y tú que te metes ¿crees que por haberla conocido hace un par de horas tienes derecho a defenderla tanto como yo lo tengo de tratarla como me venga en gana? – la jaloneó fuertemente haciéndola soltar un gemido de dolor provocando seguramente una marca en su brazo.

-Suéltala idiota –me tensé aún más.

-¿Por qué? –me sonrió cínicamente.

-No lo voy a repetir otra vez ¡SUELTALA! – en ese momento vi cómo se abalanzaba hacia mí pero una pequeña figura se interpuso en su camino.

-Quítate, no voy a permitir que lo defiendas ¿acaso te gusta? Vete con el sí tanto quieres ¡VETE! –la empujó haciendo que cayera al suelo, corrí hacia ella.

-No puedes correrme, también es mi casa –lloriqueó mientras la ayudaba a levantarse.

-Que te largues te estoy diciendo.

-¡Pero… tu… no… puedes.

-Cállate de una puñetera vez Leonor.

-Muy bien –la rodé con mis brazos de manera protectora y me aclare la voz –se va a ir conmigo al fin que no necesita de ti ni de la casa, quédate con ella si tanto la quieres, yo le puedo dar mucho más –sin más por decirle comenzamos a caminar hacia la acera escuchando un gruñido seguido de un portazo por parte de Nick –está bien, ya no llores, me tienes a mí –acaricié su pelo y le bese la frente.

Vi a un taxi acercarse, así que la solté un poco y lo llame.

-Gracias Mike –logró decir con mucho esfuerzo entre sollozos – gracias de verdad.

Nos metimos al taxi y nos mantuvimos en silencio hasta llegar al hotel donde nos hospedábamos los chicos y yo.

-¿Quieres hablar sobre lo que acaba de ocurrir?

-No, prefiero no hacerlo, solo… solo… quisiera algo de beber, todo esto me ha dado sed –sonrió con ternura mientras se sonrojaba.

Sonreí ante su comentario, realmente rompió la tensión entre nosotros, aún nos encontrábamos fuera del hotel –Creo que será divertido conseguir tu bebida, a unas calles de aquí hay un árbol de limón, el problema es que está en el jardín de una viejita gruñona –hice algunos gestos en mi rostro consiguiendo una risa de ella.

-Bueno… ¿quieres una aventura? – dijo mientras tomaba mi mano, no dudé ni un segundo y entrelacé nuestros dedos, esbozó una línea curva con sus labios ante mi acción.

-Claro, hagamos limonada.

A Closed BookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora