Aliarme con Navarrete... un enemigo más, que convierto en mi amigo. ¿Y por qué no? Quizás... algo más. No está de mal ver. Pero hay algo en el que me inquieta, quizás su mirada o su entorno.No no, olvídalo Altagracia. - pensó.
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-La salida de los juzgados fue un poco tormentosa, aunque había salido victoriosa, cosa que siempre supo. Ella no está hecha para estar encerrada. El ver a Mónica, a Regina, a Saúl, si, a su familia. Aún rondaba en su cabeza las palabras de Mónica... "Mi ex esposo"
Eso no dejaba de sonar en su mente. Un ruido la sacó de sus pensamientos.
Si, el timbre.
Camino lentamente, incluso pensó en no abrir esa puerta. Sabía muy bien quienes eran las personas que venían a interrogarla, juzgarla o quizás amarla y comprenderla. No sabía exactamente a qué irían esas dos personas. Sería una reunión incómoda, porque a fin de cuentas, ahí estaba, la madre, la hija, el esposo y también padre de la segunda hija de la Doña.
- Altagra... ma..má
Eso soy, tú madre, no tengas miedo en llamarme así. A fin de cuentas estoy orgullosa de tener una hija como tú, Mónica.
- Perdón, no es fácil, aunque, sabes... yo también estoy orgullosa de que tú seas mi madre. - Definitivamente Altagracia no esperaba escuchar eso de Mónica, no de esa mujer con la que dos años atrás, peleaba el amor de Saúl.
Vaya... Licenciadito. ¿Qué lo trae por aquí? Mónica entiendo, pero, ¿usted? - Siempre irónica.
- No pierdes tus ironías ¿no? - La miró Saúl en un semblante muy desafiante.
Te voy a pedir que te retires, necesito estar a solas con mi hija, y por lo que sé, pues ya ni por ser su esposo puedes quedarte, porque ya sabemos ¿no?
- Mamá, Saúl y tú deberían hablar. Creo que es necesario para ambos.
Mónica, no, tú ex esposo y yo, no tenemos nada de que hablar. Solo necesito ponerme al día contigo, y ya después con Regina e Isabella, si es que quieren verme.
- Yo me retiro Mónica. Vendré otro día a ver si tú madre se digna a hablar conmigo. - Altagracia inmediatamente rodó los ojos, para ella sigue siendo increíble como Saúl puede seguir siendo tan idiota, pero a fin de cuentas el idiota que ella aún tiene muy clavado en el corazón.
Salió dejando un vacío entre la rubia y la pequeña ojos grandes. Así la ve Altagracia, siempre pensó en Mónica como su pequeña de ojos grandes y hermosos.
Siempre hubo algo muy particular, y es que Mónica físicamente no era parecida a Altagracia, era todo lo contrario, quizás lo único que tenían en común era la tonalidad de la piel y del cabello. Pero, nada más.
De alma, de carácter, si son muy parecidas. Aunque Mónica es un ángel, su madre también lo fue, hasta que le arrancaron de golpe esa inocencia y pureza que la caracterizaba de joven. Una niña herida, que nunca ha logrado sanar.
Pasa... hija.
- Sé que aún te cuesta, cómo te dije, a mí también. Pero, poco a poco. La última vez que te vi, entendí que si te quiero, y que siempre quise conocerte, y no para reclamar nada, sino para que me dieras ese amor que siempre necesité. Gracias a Lázaro fui muy feliz, pero tú ausencia era muy notoria mamá. - Dijo Mónica al borde de las lágrimas, definitivamente había llegado el momento de hablar con tu hija, Altagracia. No huyas, y exprésate con ella, porque con ella, solo eres Altagracia, no la Doña.
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Después de mucho tiempo... más humana.
Roman d'amourA pesar de los años, de los malos momentos, de tantas muertes, de tantos sueños rotos. La mujer a la que todos juzgaron, la "asesina", "la viuda negra". Si, la Doña. Vuelve, más fuerte, pero menos Doña. Más humana, más Altagracia.