Prólogo

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EDITADO

Siempre he pensado que uno debe luchar por lo que quiere, y eso es lo que estoy haciendo ahora mismo, hace un rato me había bajado del avión aterrizando en Los Ángeles, California desde lo que ahora era mi antiguo hogar, Kansas. Mis padres habían accedido a dejarme venir a vivir con la hermana de papá por una temporada para que pudiera experimentar lo que era el cambio de aire y rutina. Estaba emocionada con la idea, y lo estaba aún más cuando recibí la carta de admisión aceptada de Academy California Dance. Cuando me pasé la tarde en mi habitación investigando academias de baile, esta fue la que menos me llamó la atención, pero era la única con cupos libres por lo que no dejé que el aspecto del nombre me desilusionara y envié mis datos para que pudiera entrar. Todavía recuerdo cuántas felicitaciones de parte de mis padres recibí esa tarde y cuanto lloramos a la hora de despedirnos para que yo pudiera dar el primer paso a una vida totalmente diferente.

Bajé mis maletas del taxi y vi hacia la enorme casa de mi tía, tenía dos ventanas grandes a cada lado de la casa y la entrada estaba sostenida por dos grandes pilares que combinaban perfectamente con la madera clara de la puerta de entrada, de inmediato salió mi tía Amanda a recibirme.

— ¡Lanna!— dijo mi tía Amanda bajando las escaleras de la entrada y abriéndome los brazos.

Solté mis maletas y corrí en dirección a ella, la estreché contra mí y escondí mi rostro en su hombro.

— Tía Amanda, te he extrañado mucho —sollocé y sentí que me acariciaba el pelo.

—Yo más, mi amor— sentí que sonrió. —Venga, entremos tus maletas y te mostraré tu habitación.

Amanda tomó mis dos bolsos y yo mi mochila, la seguí hasta el segundo piso y entramos en una segunda puerta a lo largo del pasillo. La habitación era enorme, y tenía una cama de dos plazas, en las paredes, el color que poseía era de un blanco añejo, como si no hubiesen ventilado la habitación durante toda su estancia aquí. Había otra puerta cerca de la ventana y al lado de esta, había un escritorio con una silla, todo de color blanco.

— ¡Woow! —dije al entrar, mi tía sonrió y dejó las maletas cerca de la cama y yo dejé el bolso de mano en el escritorio.

— ¿Te gusta? —sonrió mirándome con emoción.

— Mucho.

— La puedes decorar cómo tú quieras —me pellizco la mejilla y me empecé a reír. — Vamos abajo, quiero que me cuentes de ti, ven, ven.

Me tomó de las manos y salimos de la habitación, mientras íbamos bajando las escaleras veía que alrededor de la casa habían varias fotografías colgadas en las paredes, ya sea de la familia o algunas personas desconocidas para mí, supongo que gente cercana a tía Amanda.

— Y cuéntame, no nos veíamos desde que tenías trece años— tiró de mí hasta estar ambas sentadas en el sillón y soltó mis manos.

— Sí, ha pasado mucho tiempo.

Después de pasar un buen rato conversando con mi tía y poniéndonos al día, me dejó ir a explorar los alrededores sin alejarme tanto, tomé mi celular y audífonos, empecé a caminar sin rumbo alguno sólo, me dejaba llevar por la melodía que se reproducía en mis oídos disfrutando del momento a solas que estaba teniendo, sin personas enfurecidas de aeropuerto, ni tampoco niños llorones ni viejas gruñonas. A lo lejos veo un grupo de chicos que estaban bailando y otros dos cantaban, sonreí y seguí caminando.

Ya quiero que el año empiece.


Dance Academy «Carter Reynolds» [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora