I.Prueba

123 16 0
                                    

La familia Seo era conocida por todos. Dueña de la empresa de cosméticos más grande del país estaban en la boca de todos muchas veces.

Seo Jaemin había jugado muy bien sus cartas e inversiones y en cuestión de años logró consolidar a HM Cosmetics como una empresa internacionalmente conocida e influyente.

Su esposa, Kang Eunrim, había sido igualmente famosa en sus años como cantante así que el matrimonio siempre era de los temas más comentados.

Algunos años después del matrimonio de ambos, había nacido la que sería la única hija de la pareja; Seo Hyerin.

La pequeña al criarse como hija única, rodeada de comodidades y con toda una vida resuelta, creció con una actitud arrogante e irritable. Le importaba en demasía el dinero, los lujos y siempre parecer perfecta e inalcanzable.
Sus padres se dieron cuenta de su grave error al educarla tan mal, sin embargo, ya era muy tarde para remediarlo pues aquella chica de 21 años parecía ya no cambiar su actitud nunca.

—¿Es necesario tanta extravagancia? Solo vas a la universidad, querida—comentó Eunrim viendo a su hija acercarse a la mesa cubierta en lentejuelas y brillos, además de sus características gafas de sol y costosos bolsos.

—Mamá, el lugar es lo de menos—la chica se sentó en su silla. —Yo siempre debo verme perfecta.

Jaemin rodó los ojos, cansado de la actitud de su hija.

—Hyerin, hay algo que debo decirte—habló él decidido a decirlo de una vez.

—¿Qué es?—ella lo observó curiosa.

—¿Estás al tanto de como va la empresa?

La chica observó a su padre confundida.
Aquellos temas no solían ser importantes para ella.

—¿Debería? Digo, tú te haces cargo así que supongo que va bien, ¿no? De todas formas somos ricos, padre, si cualquier cosa va mal seguramente no nos afectará mucho.

—Se supone que vas a ser la responsable de la empresa un día, Hyerin—Jaemin la observó con reproche. —Deberías interesarte en cómo van las cosas.

—¿Es necesario hablar de eso ahora?—habló fastidiada. —Falta mucho para eso, seguro que lograré hacerlo bien.

—Eres una despreocupada—siguió hablando el hombre molesto. —No haces más que pensar en dinero, compras y lujos. Eres una persona también, Hyerin, no puedes moverte a causa del dinero ni pensar que toda tu vida ya está resuelta.

—¿A qué viene eso?—Hyerin estaba más que molesta ante los repentinos ataques de su padre. —Ya, como sea, me iré ahora para no llegar tarde—se levantó de la mesa.

—Ni siquiera has comido—intervino su madre observándola.

—Está bien, mamá, de todas formas se me ha quitado el apetito—vio severamente a su padre.

No esperó más y se dio la vuelta dispuesta a marcharse pero la voz de su padre la hizo detenerse de inmediato.

—Hyerin, no obtendrás ni un solo centavo de mi parte de ahora en adelante. Puedes olvidarte también de llegar a quedarte con HM Cosmetics.

La pelinegra volteó a verlo sin poder creer lo que había escuchado.

—¿Qué dices? ¡¿Por qué?! No he hecho nada malo.

—Tienes razón—el hombre asintió poniéndose de pie—; no has hecho nada mal, fui yo. Probablemente es tarde para intentar remediarlo pero al menos quiero que tengas un poco más de humanidad y comprensión por los demás.

—¡Papá!

—Lo he estado pensando y decidí ponerte a prueba. Si logras pasar me habré dado cuenta de que el dinero no lo es todo para ti y volverás a ser la titular de todo el dinero y herencia que te pertenece, sin embargo, si insistes con tu arrogante actitud dejaré en manos de alguien más la empresa y te confirmarás con lo mínimo. Adiós lujos innecesarios y empresa.

La chica lo observó con incredulidad.

—Soy tu única hija, ¿a quién se supone que le dejarás todo?—soltó desafiante.

—No importa, puedo dejársela a cualquiera, pero no a ti. Seguro cualquiera hará un mejor uso del dinero que tú.

Hyerin quería gritarle muchas cosas al hombre frente a ella pero sabía que no servirían de nada.
Intentó canalizar su enojo y volvió a hablar.

—¿Cuál es la prueba que debo pasar? Lo haré fácilmente.

—Bien, si es tan fácil para ti no te importará ir con tus tíos a su granja. Tres meses lejos de la vida a la que estás acostumbrada para que ayudes a tus tíos con sus labores y aprendas el valor del trabajo. ¿Crees lograrlo?

La chica quiso reír. ¿Su padre había enloquecido?
El solo hecho de pensar en la vida rural le daba escalofríos. Su padre debía estar bromeando.

—Sí, seguro que podría hacerlo—soltó con desdén.

—Okay, entonces lo veremos. Iré a llamarles a los Park para que se preparen porque su querida sobrina los irá a ayudar por un tiempo—sonrió.

Sin esperar más, Jaemin salió del comedor ante la sorpresa de su hija.

—Mamá, él no habla en serio, ¿verdad?—volteó a verla esperanzada. —Él solo me está amenazando, ¿cierto? No puede mandarme a sufrir de esa manera en la sucia granja de los tíos—casi lloró.

—Hija, es mejor que te vayas—Eunrim suspiró cansada. —El chófer te espera y no querrás llegar tarde.

—Pero, mamá...

—Vete, Hyerin. Cuando vuelvas hablaremos de esto.

Hyerin la observó totalmente molesta y tras un leve berrinche supo que no podía hacer más así que tomó sus cosas y salió en busca del auto que la esperaba.
Definitivamente sus padres no podían hacerle eso, ellos definitivamente no lo harían.
Necesitaba convencerse de eso.

★♛★

princesa, ¿dónde quedó tu corona?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora