Caperucita no roja

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Querida caperucita, hoy te contare como logre cazar tu cabeza para tenerla de adorno entre mis plantas del desierto.
Todo fue tan simple como hacer ver que el desierto al final está el mar.
Primero y último: te volví insegura, no confiabas ni en ti misma. Atacaste a tu propia abuela, dormías con un cuchillo bajo la almohada, comías solo vegetales por miedo a enfermar y curabas tus propias heridas.

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