•CAPITULO 1•

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A veces las cosas pasaban a la ligera, pero ver a mi madre sonreírme desde el público me hizo sentir el chico más afortunado del mundo. Sentía mis mejillas arder porque ella me observaba con un amor que nunca vería en otro rostro.

—Felicidades joven Stein. 

Con una sonrisa bajé y los brazos de mi progenitora me recibieron tan fuerte que tuve que calmarme. Mi graduación de secundaria había acabado y estaba listo para dar paso a la universidad.

—Estoy tan orgullosa de ti mi ángel. Como recompensa te prepararé tu cena favorita.

La miré, ella era hermosa, su cabello estaba recogido en un moño, luciendo maquillaje claro y su cuerpo vistiendo un vestido azul, como el de mis ojos.

Podía presenciar miradas de hombres sobre ella y por supuesto hombres casados y con hijos.

—¿Qué pasa bebé?—acomodó mi cabello y besó mi frente.

—¿Podemos ir a casa?

Ella rió y asintió. Rodeando mi hombro me llevó con ella.

No podía creer que un juego de lotería haya cambiado nuestras vidas. Mamá había comprado una casa de doble piso. Hermosa a simple vista pero no solo eso. Se había echo secretaria de una de las empresas más importantes de la ciudad.

Tenía su cuenta de ahorro y un bonito auto. Había sacado una licencia de conducir y eso me agradaba. La escuela quedaba lejos de casa y si caminábamos demoraríamos demasiado.

El viaje fue tranquilo hasta que ella habló.

—Cariño...—La miré.—Hoy irá un amigo a casa ¿Crees qué sea bueno para mí?

Mordí mi labio, mamá necesitaba su vida y su espacio, necesitaba amigos que no la juzgaran y que la quieran por como es.

—Supongo que está bien. Además debo conocerlo.

Hablé claro. Ella asintió.

Luego solo fue silencio, no podía ordenar a mamá, era un chico mayor, con la edad suficiente en saber que estaba bien o mal.

Ella era dueña de su vida. Mamá era suya y de nadie más.

Había aprendido muchas cosas, de cómo es salir con el corazón roto y perder amigos a causa del interés. Nadie estaba interesado en lo que eras, si no en el dinero que portaban. Genial. Salí de primaria sin amigos y ahora de secundaria sin amigos. 

Y si salía de la universidad sin amigos no me sorprenderia. Sin amigas y sin amigos.

Al llegar a casa subí a la habitación a cambiarme por algo más cómodo, luego me acosté en mi cama y me relajé. 

Qué mamá traiga a un amigo a casa era solo una cosa. Relación.

—Travis, saldré por unas compras. ¿Quieres ir?

—No mamá, estoy bien y quiero descansar.

—¿Estás bien bebé?

—Lo estoy mamá. Ve tranquila a comprar.

Cuando no escuché más nada decidí estirarme y ponerme de pie para ir a la cocina a ver qué conseguía para comer.

El timbre me llamó la atención y con una fruta en mi boca abrí.

Una señora canosa estaba allí, me miró de pies a cabeza y fruncí el ceño 

—¿Se le ofrece algo?—Pregunté mientras daba un mordisco a la manzana. Ella me sonrió y quiso tocar mi mejilla pero retrocedi– Disculpe no se quien es.

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