Siete

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Domingo por la mañana

Una semana ha pasado desde que comencé con la búsqueda de un empleo y nada, no hay nada.

Todos los que he encontrado requieren mil años de experiencia, la cual no tengo ya que estoy recién graduada.

Que mierda.

Cerré mi computadora con desgano y me levanté en busca de Megan que se encontraba en el primer piso jugando con Jade a las tacitas.

 —¿Dónde está la princesita de esta casa? — pregunté entrando a la sala de estar.

Meg se levantó de un salto y corrió en mi encuentro, la tomé en mis brazos y la giré un par de veces para luego dejarla de vuelta en el suelo con un par de besos en su pequeña cabecita.

Rió unos segundos y volvió a su antigua posición junto a Jade, a su sillita con su juego de té.

Caminé hacia uno de los sofás cerca de Jade y Megan y me senté viéndolas jugar con las tacitas de juguetes fingiendo tener una tarde de té.

—Creo que iré a la entrevista mañana — hablé mirando a Megan servir su té imaginario —postulé a más de diez empresas y nada Jade, creo que es mi única opción en estos momentos —Bufé.

Realmente me encontraba demasiado frustrada en esos momentos y no entendía como es que no encontraba oportunidades de trabajado en mi rubro. ¿Cómo es que ganaré experiencia si no me dan la oportunidad de trabajar en lo que estudié?

Preguntas sin respuestas, ya me estaba acostumbrando a esto.

—El comienzo siempre es difícil, de todo Melody. 

Bufé nuevamente.

Cuanta razón, Jade.

—Lo sé —murmuré mirando por la ventana, admirando a las nubes moverse —¿por qué todo es tan difícil?

Realmente no lo comprendía.

Mi mente viajó a diferentes momentos de mi vida; El cambio de vida, Lo vivido con Jake, La aparición de Peter en mi vida, la partida de Hanna, el nacimiento de Megan, la aparición de mi madre y lo vivido con Peter.

Dios, cuantas cosas.

Inmediatamente el nombre de Peter quedó grabado en mi cabeza, el nombre que estuve evitando pensar toda la semana.

Me permití saborear el fugaz segundo en el que visualicé su nombre y su cara en mi mente.

Cuanto lo extraño.

—No lo sé cariño — era Jade sacándome de mis pensamientos —Realmente no lo sé, pero no puedes rendirte y esperar que todo se solucione solo, debes buscar lo que esperas de la vida, de tu vida.

Asentí sabiendo que tenía razón y que no podía darme por vencida solo porque algo no salía como esperaba. He vivido tanto como para darme por vencida con algo como esto.

—Iré mañana a esa entrevista y conseguiré ese trabajo —miré a Megan y le sonreí —Por ti preciosa y por mí, por nuestro futuro.

—Lo harás.

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Abrí los ojos con lentitud acostumbrándome al rayito de sol que entraba por mi nueva pequeña ventana que se encontraba sobre la cabecera de la cama. Me voltee tomando mi celular que se encontraba en el velador junto a mi cama y apagué la alarme que segundos antes me había despertado. 

Me levanté con cuidado de no despertar a Megan y caminé al baño para lavarme la cara y despertar un poco más. Lavé mis dientes y me metí a la ducha para tomar un baño que no demoró mucho.

Me vestí con ropa un poco formal, pero no llegando al extremo y arreglé mi bolso con lo que necesitaría para ir a la entrevista.

Caminé a la habitación de Jade y mi padre despertándolos para avisar que pronto me iría y avisar que les llevaría a Megan dormida para que cuidaran de ella mientras no estaba, no quería que se quedara sola durmiendo en la habitación.

Volví a mi habitación tomando a Megan entre mis brazos procurando no despertarla y la llevé hasta la habitación de mi padre para dejarla durmiendo junto a Jade y salir no sin antes dejar un beso de despedida en su mejilla y sacar las llaves del auto de mi padre.

Bajé a la cocina y me preparé un desayuno rápido mientras revisaba mis redes sociales, comí y salí un poco apurada por la hora.

Seguí las instrucciones que me daba el GPS hasta la empresa de publicidad R&P, al llegar estacioné ya consumida por mis nervios y entré al gran edificio lleno de ventanales gigantes, en los cuales seguramente se podría ver gran parte de la ciudad por su altura.

—Buenos días, tengo una entrevista con el director creativo por el cargo de secretaria —saludé acercándome a la recepcionista que se encontraba a la entrada del edificio.

—Buenos días — sonrió amablemente —¿Cuál es su nombre?— preguntó dando un vistazo a la computadora que tenía frente a ella.

—Melody Collins.

Tecleó un par de cosas en la computadora y chipeó la lengua en el momento que al parecer encontró mi nombre agendado.

—Adelante señorita Collins, la están esperando— sonrió —piso 23, en recepción avisa su llegada y la harán pasar.

—Gracias, que tenga buen día —sonreí en su dirección agradeciendo su amabilidad y me encaminé hacia el ascensor que se encontraba unos pasos a la derecha de la recepción principal.

Entré y presioné el numero 23 y respiré fuertemente intentando controlar los nervios y cerré mis ojos por un milisegundo hasta que escuché un grito pidiendo que parara el ascensor.

Abrí los ojos asustada y vi a un hombre correr hasta el ascensor intentando mantener las puertas abiertas para entrar fallando en el intento, ya que estas se cerraron con rapidez.

Presioné el botón para volver a abrirlas y dejar entrar al hombre que corría desesperado. Estas se abrieron de inmediato dejándome ver al hombre de espaldas al ascensor frotándose la cabeza con frustración.

Me acerqué y toqué su hombro para que volteara y entrara en el ascensor, parecía estresado y frustrado.

Volteo con rapidez mirándome con cara de espanto.

Lo miré analizándolo rápidamente y le sonreí con arrepentimiento de haberlo asustado.

—Disculpa, mi intención no era asustarte —murmuré con rapidez— solo quería avisar que abrí las puertas.

Sonrió y asintió entrando en el ascensor junto a mí.

—Está bien, es que no esperaba que volvieran a abrirse —confesó— Lean Paterson, un gusto —se presentó estirando su mano hacia mí —gracias por abrir las puertas— sonrió.

—Melody Collins —sonreí tomando su mano— y no es nada, no te preocupes.

Rio mirando de reojo el celular que llevaba en sus manos, seguramente viendo la hora.

Dios, su risa..

—Realmente me salvaste, voy tarde y tengo que recibir a una persona —dijo negando levemente con la cabeza— de seguro ya debe estar ahí.

—¿A qué piso vas?

—23, por favor.

Asentí volviendo a marcar el piso 23 que por alguna razón se había desmarcado y se cerraron las puertas.

No volvimos a cruzar palabras con el hombre desconocido y en menos de un minuto ya estábamos en el piso 23, nos despedimos con una sonrisa y salimos.

Entró con rapidez a una oficina y yo me dirigí a la recepción del piso para avisar mi llegada.

—Tome asiento, en unos minutos la atenderá el señor Paterson.

Esperen.. ¿Dijo Paterson?

Melody-Plus |MEB|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora