--------< PV: Andrew >--------
El hábito de correr, más que una rutina, se ha vuelto una necesidad. Sentir el choque de mis pasos contra el duro pavimento, las gotas de sudor rodar por mi cuerpo, la aceleración de mi corazón junto con la necesidad de aire cada vez mayor y la sensación de dolor físico, opacan el emocional.
Termino exhausto, y lejos de mi punto inicial. Decido regresar caminando hasta mi departamento disfrutando un poco de todo lo que me rodea. El parque que atravieso para llegar a mi destino está lleno de niño corriendo de un lado a otro mientras ríen. Las madres, sentadas en los bancos en modo vigilia. El canto de los pájaros, el volar de las mariposas y el olor a césped me relaja tanto que comienzo a caminar lento logrando que toda angustia en mi mente vaya desapareciendo.
Finalmente, ya en mi apartamento, coloco mis pertenencias sobre la mesita del salón, camino con mucho cuidado de no cortarme con los cristales rotos de los cuadros, los búcaros y la mesa del comedor, que se encuentran deshechos en el piso. Con agilidad y paciencia logro llevar la remera llena de sudor, el chándal y el bóxer al lavarropas. Ya desnudo, me dispongo a eliminar todo mal olor y suciedad de mi cuerpo, sin darle importancia al desastre que había en todo el lugar <Creo que anoche la ira me cegó> me reclamo mientras se llena la bañera.
Justo cuando estoy por entrar a la tina comienza a sonar el timbre de la puerta. <Joder que inoportuno>. Pienso mientras busco una toalla para cubrirme y salir a atender. <¿Y ahora donde están las malditas toallas?>
--------< PV: Alex >--------
Al bajarme del coche y observar bien la dirección, me aseguro de estar en el lugar correcto y con prisas cruzo la calle para adentrarme en un edificio alto y lleno de cristales, con adornos dorados en sus columnas. <Aquí debe vivir gente con mucho dinero> Pienso mientras cruzo el umbral de la puerta sin perderme ni un detalle de tan hermoso lugar. Comienzo a caminar en dirección al lobby donde me atiende una chica rubia con una sonrisa poco común y labios muy llamativos.
- Hola y buenos días. ¿En qué puedo servirle?
- Hola, y buenos días tenga usted también. Soy abogado de la Compañía Robertson y he venido a ver al señor Andrew, él me está esperando. -le respondo. Al instante su sonrisa se opaca expresando seriedad en su rostro.
- Si, él nos avisó que usted vendría. Le dejó dicho que lo estaba esperando en su piso. -me dice sin levantar la vista del ordenador.
- Grac... -intento agradecer, pero me interrumpe.
- Piso 21 -dice sacando sus ojos del monitor.
- Gracias -digo ágil para no volver a ser interrumpido. Ella solo hace una pequeña sonrisa <que sería una carcajada mía> y continúa en sus asuntos. Sigo admirando el local mientras me dirijo al elevador.
<Ohh!, no pregunté qué apartamento era. ¡Qué estúpido fui! > me reclamo al darme cuenta de mi despiste. <!Bien hecho, Alex! Ahora, a preguntar puerta por puerta.>
Al poner un pie fuera del elevador, solo veo un pasillo ancho, a la derecha están las escaleras, a la izquierda, una única puerta. Esta era dorada con el picaporte negro mate. Al ser la única opción, toco el timbre. Espero un minuto y nadie me contesta <Es extraño, porque se supone que me estaba esperando. Lo intentaré de nuevo>. Vuelvo a tocar. Al ver que nadie me abre, decido retirarme y justo cuando voy a adentrarme al elevador, escucho una voz con fuerza, pero de noble tono que dice "Hola", llenando de satisfacción mis oídos.
Me paro nuevamente frente a la puerta dorada y me quedo estático. Lo veo. Es un chico alto de cabellos cortos y alborotados, color castaño, que combinaba perfectamente con su piel. Sus cejas rectas y con extremos curvos, de espesor medio, aún así, no lograban opacar su mirada penetrante y misteriosa; y mucho menos, pasar por desapercibidos sus ojos, que no eran del mismo color. <Espera. Estos ojos son muy parecidos a los de mi sueño>. Al instante, crearon tal ilusión que me hicieron estremecer. Pero su rostro es más que eso, es... es la combinación perfecta. Su nariz algo respingada y un poco femenina, que entre tanta virilidad encajaba perfectamente. Sus pómulos, poco notorios y una barbilla con pelos de 3 días. <Me estoy empezando a poner nervioso. Di algo para que no note lo tanto que lo miras>. Pero como no mirarlo, si su cuerpo atlético te hace babear en segundos. Esos potentes hombros que le dan ese aspecto de triángulo a su tren superior, acompañados de sus pectorales voluminosos, esa tabla de chocolate blanco bien marcada que tiene y su línea de vellos rubios adornando el camino desde su ombligo hasta su....toalla. <A ver, a ver, céntrate. ¡Dios!! Esa corta toalla sobra. Quiero ver si todo eso que se marca es real. Quiero ver si también su entrepierna combina con esos muslos gruesos de tanto músculo, cubiertos de pelos y esas piernas tan fornidas. ¡Ohh, no! Creo que tengo una erección> rápidamente cojo mi maletín y me cubro.
- ¡Hey, tú! ¿Vas a pasar? ¿O todavía no has terminado de babear por mí? -me dice con cara seria, un poco insultado.
- Lo... Lo siento. -digo intentando parecer normal, pero se notaba mi nerviosismo.
Al cruzar la puerta veo un caos es ese departamento. Como si un ciclón hubiese pasado por allí.
--------< PV: Andrew >--------
Abro la puerta después de haber corrido desde el baño sin importarme los cristales en el suelo y no veo a nadie. <Joder. ¿Esto es un chiste?> Al asomarme al elevador, veo un chico delgado con un esmoquin gris oscuro y con sus cabellos alocados en espera del elevador. Al ver que las puertas se abren atino a decir "Hola". Todo esto sin poderme asomar, ya que solo me encuentro envuelto en una toalla pequeña. Al instante, el muchacho se me para enfrente y se queda inmóvil, solo me mira de arriba a abajo con lentitud. < ¿Le estará dando un ictus? ¿Se quedó sin baterías?> Observo su cara y veo que sus ojos están dirigidos a mi toalla <¿Se me cayó la toalla?> Con disimulo, miro abajo y noto que no es así. Por lo que solo me cabe pensar que me estaba desvistiendo con la mirada. Hace un gesto brusco con su maletín y me saca de mis pensamientos.
- ¡Hey, tú! ¿Vas a pasar? ¿O todavía no has terminado de babear por mí? -le digo intentando parecer serio, disimulando así las ganas de reírme.
- Lo... Lo siento. -responde un poco nervioso.
Cuando da dos pasos dentro de la casa se vuelve a quedar de piedra. <No, otra vez no>. El chico solo observa el caos que hay en mi sala. Al perder los efectos de la adrenalina que recorría mi cuerpo, comienzo a sentir dolor en mis pies. Miro hacia abajo, y veo cómo sale abundante sangre de ambos. <Parece que me corté, y es algo grande la herida.>
- Me siento un poco mareado. -digo en voz muy baja, casi imperceptible. Mis labios se sienten fríos y entumecidos. Comienzo a perder fuerzas y a ver borroso, pero sin perder la consciencia.
El chico se da cuenta que estoy sangrando, me mira a los ojos. Y en un fallido intento por sujetarme para no caer al piso, solo logra agarrar mi toalla....
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El Precio De Tu Mirada
Roman pour AdolescentsEsta es una historia retorcida, llena de traición, rencor, obsesión y asesinato; al igual que escenas eróticas gays que subirán la temperatura de cualquiera. Se centra en la vida de Alex, un excelente abogado, y Andrew, un millonario lleno de fantas...