IV

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Eres

El tiempo que comparto, eso eres


Ese día no hubo clases, pero no por eso Seokmin faltaría a su reunión con Joshua. Se colocó la guitarra en la espalda. Le dolían un poco los dedos, por practicar desde la mañana, pues la había tenido libre. Pero valió la pena el esfuerzo.

Se encaminó hacia el departamento del mayor. El cielo despejado ese día, las luces sin dejar nada oculto. El viento soplando con fuerza, sin ser una molestia.

Los días favoritos de Seokmin eran así.

Pasó frente a una florería. Se detuvo frente a la vidriera a ver las flores desde afuera.

A Joshua le gustaban mucho las flores, tanto así que casi cada semana, especialmente los domingos después de regresar de la iglesia, solía pasar por una flor para ponerla en su ventana.

Seokmin siempre las veía. Recordó que alguna vez le preguntó al mayor si no le daba tristeza verlas marchitarse. La respuesta de Joshua le pareció preciosa:

"¿Por qué habría de hacerlo? Así es su vida, efímera. Su existencia se basa en ser hermosas y fáciles de apreciar. En regalar al mundo una belleza diferente. Me hacen feliz con sólo verlas y agradezco que algo tan bello al menos pueda darnos su corto tiempo."

También se acordaba de que Joshua solía regalar flores a sus amigos y familiares. Era su manera de expresar su amor y cariño. El lenguaje de las flores era el que él utilizaba.

Uno que se cuesta entender en primera instancia, pero cuando descubres el mensaje, no hay nada más bello que realizar lo que ellas ocultan en sus pétalos.

Sacó un bolígrafo que tenía en el bolsillo de su pantalón y se escribió algo en la muñeca como una nota recordatoria. La escondió bajo su reloj para que Joshua no la leyera.

Al llegar a casa del mayor, este le recibió con una sonrisa y el aroma de algo dulce inundó las narinas de Seokmin.

—¿Qué es ese magnífico olor?

Entró y pasó a la pequeña sala, donde dejó su guitarra. Joshua fue a la cocina y regresó con un recipiente de plástico con unos panques.

—Me los dio Kihyun, me dijo que me los trajera y los compartiera con mis amigos.

Kihyun era el dueño de la cafetería en donde Joshua trabajaba.

—¿De verdad? ¡Se ven deliciosos!

—¿Te preparo un café o prefieres leche sola?

—Un café con mucha crema y azúcar, por favor.

Joshua rió. Sabía que Seokmin amaba lo dulce y lo amargo solía molestar su estómago.

—Muy bien, deja poner la cafetera.

Mientras el mayor se encargaba de preparar las cosas en la cocina, siguió hablando con Seokmin.

—Por cierto. ¿Qué hiciste en tu mañana y tarde libre?

—Me puse a practicar un poco con la guitarra y vi una serie en Netflix que Minghao me recomendó.

—Te esfuerzas mucho, de verdad quieres tocarla bien, ¿no?

—¡Por supuesto! Aparte tengo al mejor maestro.

Joshua regresó con dos tazas a las que les salía humo y las colocó en la mesita entre los pequeños y únicos sillones que había en su sala.

—Exagerado.

Eres (SeokSoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora