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Soy

El que quererte quiere como nadie, soy


Seokmin no pudo evitarlo. Al salir de clases, apenas en el inicio de la tarde, cuando el sol brillaba con intensidad y el cielo sólo se vestía de pocas nubes en el manto azul, a veces se quedaba a charlar un rato con sus amigos, antes de ir a casa y esperar al momento en que Joshua saliera del trabajo para ir con él.

Pero ese día en especial, Minghao y Mingyu se habían alejado un poco de él. Y él los siguió sin que se dieran cuenta.

Ambos chicos caminaron hacia un lugar apartado de la escuela. Seokmin se escondió detrás del muro del edificio. Sus amigos pasando desapercibidos entre los árboles.

Los miró sin que notaran su presencia, pues ambos lucían bastante nerviosos.

Mingyu fue el primero en hablar.

—Oye, Hao, ¿tengo algo para ti? Yo sé que es raro que te haya dicho que vinieramos hasta acá sólo para darte algo, pero...

El chico alto se quedó sin saber qué más decir. Minghao sonrió, no es que estuviera menos nervioso que su amigo, pero controlaba (ocultaba) mejor sus sentimientos. No era tan obvio.

—¿Tienes algo para mí? Que casualidad, yo también tengo algo para ti.

Mingyu abrió mucho los ojos con sorpresa.

—¿En serio?

El corazón de Seokmin comenzó a latir con fuerza ante la expectativa.

"¿Será que...?"

Minghao sacó su libreta de dibujos y arrancó una hoja, al mismo tiempo que Mingyu sacaba también otra hoja.

Ambos la sostuvieron en sus pechos.

Seokmin juntó sus manos y las puso sobre su boca en un gesto de ansia.

—¿La intercambiamos al mismo tiempo?

Mingyu asintió.

—Uno...

—Dos...

"¡Tres!"

Se intercambiaron las hojas y ambos vieron el contenido de ellas.

Seokmin ahogó un grito. Él sabía lo que aquello era. Lo que significaba.

Analizó las expresiones de sus amigos.

Como Mingyu trazaba con sus ojos esas líneas del dibujo. Como Minghao seguía los versos al leer el poema.

Una sonrisa se plantó en ambos jóvenes.

—Y yo pensé que Seokmin era el cursi.

Mingyu bufó, pero tenía el rostro tan rojo (igual Minghao, pero su sonrisa burlona ocultaba la vergüenza).

—No me dijiste que me veías así de guapo, pero al parecer eso piensas, sólo mira este dibujo.

El más bajo rodó los ojos. Pero dio un paso hacia adelante y se puso de puntas, dejando un beso en la mejilla de Mingyu.

"Luego dime una verdad distraída cuando la piel entiende todo en el último minuto de vigilia..." —citó el poema que Mingyu le había dedicado desde un libro que compró especialmente para encontrar uno que pudiera expresar sus sentimientos. El menor susurró esa estrofa en su oído—. Bueno, esta es mi verdad, estoy enamorado de Kim Mingyu.

Eres (SeokSoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora