Esta bien...

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La jalaron a todos lados. Entre puestos de comida hasta de joyas. No quería estar ahí. Juraba sentir manos en su cuerpo que no pertenecían a las cadetes.

Repulsión corría por su cuerpo cuando alguien la rozaba. Y solo asentía cuando las chicas le mostraban telas, joyas, comida, dios que horror. Lo malo es que seguía amarrada como un cerdo y muchos posaban su mirada en su pequeño cuerpo.

─ Mire Heichou pañuelos ─ apunto una de las chicas. Amaba los atuendos de esa clase por lo que ver algunos le llamaron la atención.

Finos. Delicados. Con detalles. Suaves. Blancos como siempre reluciendo con el sol. Miro uno que era como un pequeño listón simple. No como el que andaba con detalles muy bien confeccionados para darle un toque inocente.

─ Cuesta dos libras señorita ─ le dijo la señora. Y es que si. Le gustaba lo simple y perfecto. Así que tomo otro que era con pliegues como el suyo original que no sabia donde estaba y le dio cuatro libras a la señora que le atendió ─ Muchas gracias ─ el no tocaba mucho las manos ajenas. Pero se dejo de ella.

─ Se le mirarán increíbles en las expediciones, combinaría con una perfecta joya ─ hablo historia llevándola a un pequeño puesto. Pero no le inspiraba confianza.

De todos los colores. Relucientes como si fueran de la realeza. Mucho a su parecer.

Pero el no era de ellas. Así que se negó. Pero historia le ponía cada vez mas opciones ─ Cada color es diferente precioso, elevando entre las diez libras ─ ella había escuchado bien.

Tomo lo que historia le daba y las dejo en la mesa ─ No hago tratos con cerdos ─ y se llevo a la chica con el hasta donde estaba el resto.

─ No lo debería tratar así ─ dijo la menor.

─ Es un cerdo, diez libras mi culo, solo la realeza se puede costear algo así, como los odio ─

Ambas siguieron el camino mirando múltiples de cosas. Mas joyas. Comida. Dulces. Escuchando precios altos. Bajos. Niños correr. No era el ambiente perfecto mas encima con ese sol del infierno.

─ O mire ─ llamo la chica de su lado y la llevo a un puesto de flores. Coronas para ser precisos. Cierto en esos pueblos pequeños vendían ese tipo de cosas. Las usaban en las cabezas durante todo el recorrido del mercado y luego la podían poner de adorno en las casas o jardines llenos de cultivos o tirarlos al lago por si extrañaban a un ser querido ─ No le vendría mal una, digo su cabello se vería increíble ─

─ Buenos días, estas estan a dos libras, también tengo estas que son como un velo de novia a tres libras ─ dijo habla la joven extendiendo su mercancía. Muy linda para Levi. Historia tomo uno de las coronas y como ahora el media metro cincuenta no fue problema pornerle la corona.

─ Muy simple ─ dijo ella y pidió la del velo. De inmediato se la puso y le dio la vuelta. No sabia que estaba sucediendo pero sentía toqueteos en su espalda. Hasta escuchar un gracias ─ Se ve hermosa ─ aseguró, cruzando su brazo con el de ella.

A lo lejos Mikasa se acerco con Sasha ─ Prueba esto niña, es un pan nuevo pero dulce ─ grito la de coleta metiéndole casi todo el pan a Crista.

Levi las miró raro y se aparto un poco, Mikasa le tendió un poco también del pan y aceptó no había desayunado. Estaba delicioso ─ La ahogas Sasha ─ replico la mas alta de entre todas evitando un accidente con la pequeña de historia. Levi por otro lado solo se comió el pan en silencio sintiendo su cabello moverse y estorbar su visión por el viento.

Miro el cielo, el sol ya habia sido tapado por una de las nubes. Admiró los colores hermosos de la mañana. Y como una de los pocas veces que el solía hacer respiro el aire fresco de la perfecta lluvia que se avecinaba. Pero poco le importaba.

─ Heichou ¿Iremos a ver ropa viene con nosotras? ─

Miro hacia el frente y sonrio un poco de lado ─ Esta bien... ─ Iba hacer un día largo. Pero al menos saldría de sus responsabilidades desde que se volvió capitán.

Solo se dejo llevar.

Ya en el cuartel las chicas le dejaron solo ¿Sola? Ellas debían hacer sus deberes antes del anochecer, solo pudo suspirar y agarrar bien su capa donde llevaba las cosas que ellas con alegría le habían comprado.

Una vergüenza extrema. Nunca se había dejado tanto como ese día y se odiaba. Y mucho su orgullo se fue volando y permitió muchas cosas. Era un verdadero fiasco.

Mientras subía las escaleras pensaba en lo mucho que le iba a costar deshacerse de esa ropa que le compraron, el no era de usarla mucho. Lo máximo dos días y listo. Pero ellas exageraron y compraron para muchas ocasiones incluso le consiguieron la dichosa joya que tanto querían que luciera.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos en el castaño.

Que frente a su puerta le esperaba dormido.

Giro los ojos y se agacho para llamar su atención. Toco múltiples de veces con su meñique la cara. No sucedió nada. Eren era de sueño ligero por lo que no hubo problema cuando brindo un gran golpe en su cabeza. Despertándolo exaltado.

Dijo groserías hasta callarse mirando de quien se trataba.

─ Heichou volvió ─ se levantó como ayuda de ella.

─ Tks no me fue mucho ─

─ No es eso, solo puedo seguir sus ordenes y estuve todo el día aquí esperando que llegará ─ de la nada a la Levi se le hizo ver orejas y colas en Eren cuando tomo sus manos ─ Soy un perrito que necesita a su ama ─

Asco, ganas de patearle la cara no hacían falta... Pero Levi se acercó a él con otras intenciones, rodeo con sus manos el cuerpo de Eren y oculto su cara en el pecho ajeno. Incluso tiro las cosas al piso solo por sentirlo cerca.

Eren le devolvió el abrazo rodeando todo su pequeño cuerpo.

Capitana LeviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora