Camelia

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Es difícil contenerse

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Es difícil contenerse.

    Cada vez que intento cerrar los ojos y hundirme en el sueño absoluto que me guiará con suavidad hacia el país de las maravillas, hay algo que me lo impide.

Tu rostro aparece de repente.
En la noche, espectante.

   Me mira desde el ropero y se regocija con la expresión de mi rostro. Expresión de asco y miedo.

Tu cuerpo se hundió en el río
hace ya mucho tiempo.

Tu cadáver se bañó
con la polvorienta agua
de río hace años.

¿Por qué tu recuerdo sigue
apareciendo cuando menos
lo espero?

Eres irritante.

Dime de una vez,
¿qué quieres?

¿Qué quieres que haga?

¿Quieres que me ahogue en el agua
solo para resucitarte?

La vida no es eterna, Carmín.
Ni un poco.

    Si la vida fuera eterna todos seríamos infelices. ¿Te imaginas a mi cerebro siendo atormentado por tu grotesca cara hasta el final del tiempo? Hasta que la manecilla del reloj se detenga en un indiscutible suicidio.

Yo no. Soy incapaz
de imaginar algo
tan molesto.

    No quiero vivir para siempre pero tampoco deseo vivir sumergido en las aguas que te tragaron.

Yo no soy tú.

Yo te enterré para siempre.

Yo clavé mi presente en ese cuchillo de acero que te perforó la piel tantas veces.

En ese cuchillo iba mi voz,
mi alma, mi deseo.

Ese cuchillo se clavó en tu carne aún cuando eras un cadáver.

Y se sintió bien.

   Se sintió bien el cansancio en mi brazo, en mis axilas sudorosas, en riñón sediento. Se sintió bien darlo todo por primera vez en toda esta asquerosa vida mía.

    Se sintió bien ver el brillo de tus satánicos ojos, desaparecer en las primeras cuatro puñaladas. Como una vela apagándose ante el suspiro mas brusco que puede surgir de un ser humano.

Eso soy para tí, Carmín.
Soy una bestia
que te robó el futuro.

    Estoy seguro de que mis razones serían olvidadas pues personas como tú nunca lo entenderían.

   Ellos han olvidado cómo se siente estar en la cúspide de la cadena alimenticia y observar altivo, desde el trono, las atrocidades que ocurren bajo los pies. A ese lugar donde caen la mugre y las uñas cuando practico normas básicas de higiene.

Eres basura. Ahora y siempre.

El agua es tu única aliada.
Tu única salida.

Ojalá te lleves bien con los peces.

¿O acaso a ellos también los atormentas
con tus apariciones nocturnas?

No, seguro que no. Los peces
no te conocieron en vida.


   Un día, dentro de poco tiempo, iré al río y pescaré algunos peces. Les preguntaré si te vieron y si ya probaron el sabor de tu putrefacta piel.

   Seguramente, el agua de ese río ha de estar contaminada a causa de tu presencia.

Las flores en deceso - [ XIII ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora