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Las cegadoras luces de neón afectaban a su visión cruelmente, como si estas fuesen capaces de leer sus más profundos pensamientos. Haciéndole apartar la vista y posarla sobre el vaso de vidrio que reposaba cómodamente sobre la mesa de madera pulida.

Estaba solo, escuchando el bullicio de la gente y alguna canción de Queen en el fondo, alegrando el ambiente a su alrededor.

Todo, menos su propio interior. Por alguna razón había sido a ese lugar para despejarse, pero en cierta parte estaba concentrándose más en esas cosas estúpidas que le estaban confundiendo. Nublando su mente y dejando todo como si fuese un charco, así como el que se formaba debajo de ese vaso que ahora se movía entre su mano.

Era su primera vez yendo ahí, y la verdad no entendía porqué la gente especulaba que era un buen club.

Era sencillo, algo anticuado si se podía decir así. Su fachada era la causante de su pensar, esas escandalosas luces y sonido fuerte no le harían cambiar de opinión tan fácilmente. Miraba de un lado a otro también, cuando los cubos de hielo se comenzaron a derretir.

Tal parecía que su cabeza era un ventilador de tanto que curioseaba. Notaba como las personas pasaban frente a su mesa, le miraban y sonreían y él lo hacía también porque era cortés y no podía tratar distante a las personas, aunque fuesen todas desconocidas. No podía decir que había una cara que haya visto antes por ahí, literalmente no tenía a nadie con quién pasar el rato.

Y se preguntarán ¿Qué es lo que mantiene en ese estado de soledad a Park Seonghwa? La respuesta era simple, ni siquiera él mismo sabía porque se había arreglado, salido de su hogar y entrado a ese club sin tener acompañante. No era fan de la soledad, no le agradaba la idea de tener la boca cerrada y mucho menos, las manos quietas. Estaba ahí para encontrar algún ligue, o hacer una amistad nueva. Quien sabe.

Pero era raro, en extremo.

Uhm, de todas maneras no era ni medio normal lo que hacía, tal vez debería tomarse lo que quedaba de su bebida e irse a su casa mientras aún había gente circulando por las calles.

Por su puesto que debió hacerlo, santa mierda. No debió aplastar aún más su culo en esa maldita silla. Debió levantarse e irse, para así no tener que deleitar su vista con la belleza que se había detenido frente a él. No cuando sus oídos le estaban haciendo sentir abrumado debido a todos los sonidos que estaban recibiendo al mismo tiempo.

Aturdido, así se había sentido cuando vio ese vaivén de caderas. Caminando con gracia y ese toque de seducción que creía, era parte suya. Se encargó de detallarlo, de lejos, sin llamar mucho la atención porque dios... Estaba justo ahí, a unos metros.

¿Qué tan raro sería si se daba cuenta de su escaneo exagerado? En verdad había quedado encantado con esa imagen. Su piel que se veía suave y tersa, su cabello negro combinando con su pálida tez y las perforaciones en sus orejas, estas brillaban cada vez que una luz las golpeaban, dejándole ciego por tanta belleza.

Repasó su cuerpo, y mordió su lengua con fuerza porque en serio parecía ser de otro mundo, con esas curvas que, de no ser por esa ropa pegada a su anatomía, jamás se hubiesen visto. Y su rostro, qué hablar de eso, era sublime. Ojos levemente rasgados, sus mejillas que estaban teñidas de un rubor realmente lindo, o quizás; eso era de su imaginación. Su nariz y la mandíbula marcada le hacían ver cómo si fuese rudo, al igual que esa expresión indiferente.

Pero Seonghwa... Por alguna razón se hizo la idea de que no sería así, de que de alguna u otra forma, ese chico que estaba observando era como un pétalo de rosa, como una mariposa delicada. Y se asustó, lo hizo porque su corazón latió con una fuerza extrema al, no solo notar su baile lento, sino también sus ojos.

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