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Tenía lentes oscuros a pesar de que estaba dentro del club, tratando de ocultar el tono rojizo que tenían sus ojos, fingiendo que estaba viendo a algún otro lado, cuando en realidad le estaba mirando a él. Tenía esos lentes para hacer notar que estaba bien, que sus párpados no estaban oscurecidos debido a todas las horas que había estado evadiendo las ganas de dormir, solamente por estar pensando en él, en su firma de ser; en su mirada, sus mejillas y todo su cuerpo en general.

Cada vez que quería entregar su cabeza a la almohada, el toque de ésta le hacía recordar a él.

Todo volvía, como un remolino de recuerdos que pasaban lento, pero en un ritmo tortuoso que nadie soportaría a pesar de tener toda la paciencia del mundo.

Estaba ahí, con el rostro volteado hacía la derecha, pero con los ojos enfocados en la izquierda. Mirándole, detallando todo lo que hacía con esa admiración que, a pesar de todo, seguía ahí solamente para atormentarle. Era asfixiante ver como aquellas manos que le habían tocado anteriormente, estuviesen recorriendo otro cuerpo. Odiaba ver como aquellas piernas tan preciosas eran tomadas, casi de la misma manera en que él lo había hecho.

¿Por qué le molestaba tanto?

Seonghwa quería entenderlo, pero dios, era difícil, porque en verdad estaba haciendo todo lo posible para superarlo.

¿Cómo podía hacer eso? Si cada vez que se convencía, cuando se decía a sí mismo que Wooyoung no era suyo, se levantaba de su cama, se alistaba y volvía a lo mismo. A sentarse ahí, para mirarlo de lejos esperando que aquellos ojos tan lindos le notaran... Para que su cuerpo se fuese acercando, las caderas moviéndose al compás de la música que sonaba y luego, tenerle encima, tenerle debajo, a su lado o donde fuese.

En su cama, en un sofá, sobre el escritorio... Sabía que era un desastre, que eso no estaba bien. Porque sabía que Wooyoung tenía una vida, una preferencia, un estilo diferente sobre cómo manejar sus decisiones; en su círculo social, solamente era un cliente más.

Era un cliente más, que se obsesionaba.

Seonghwa pensaba que lo que hacía era muy bajo, y es que así era. Se avergonzaba de sí mismo por mirarle siendo tocado por otros, siendo besado, pero no con la misma pasión. Haciéndole sentir bien, pero no como él solía hacerlo.

¿Tan siquiera disfrutaba de eso?

Lo dudaba, y no debería. Lo que hiciera no debía ser su asunto, pero era un entrometido. Miró con el ceño fruncido como ese hombre se dirigía con destreza, desde el cuello hasta las mejillas del pelinegro, tomándole del cabello con fuerza y reclamando sus labios con ferocidad... Viendo como Wooyoung se dejaba controlar, el vaivén de caderas, relámpagos de alcohol que azotaban su cuerpo. Todo era repetitivo, porque sucedía casi todos los días.

Volvía, repetía, iba, lloraba. Imploraba de rodillas y luego se dejaba llevar por su miradas y sonrisas, le hacía suyo y le repetía entre gemidos que era hermoso, que era lo mejor que le había pasado en la vida, intentando convencerlo de que podía salir de ahí, irse con él e iluminar su existencia aún más.

Wooyoung siempre negaba, dejaba besos delirantes en su boca, se iba, dejaba que otras manos borraran las suyas de su cuerpo. Borrando los cumplidos, las palabras destrozadas y el llanto que Seonghwa soltaba, dedicándoselo.

Porque Seonghwa sabía que no era esencial en la vida de Wooyoung, sabía que causaba cosas diferentes, podía decirlo, repetirlo cada vez que se veían... Pero no lo aplicaba, era como si cada vez que le dejaba solo en alguna de las habitaciones, cada cosa se le olvidara y todo fuese una mierda absurda.

Así creía que era, una burla para él.

Wooyoung decía que eran amigos, y le creía.

Uhm, cada vez que pensaba en eso, se decía a sí mismo que eran amigos con derecho, pero que no tenía el derecho de tenerle siempre, de tenerle solamente para él, disfrutar de su compañía, de sus besos, sus caricias y risas contagiosas... Tenía que esperar paciente cada uno de los pedazos que podía ofrecerle. Pedazos que sobraban para él.

❛ SHARED LIPS。Donde viven las historias. Descúbrelo ahora