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Una realidad en donde esos labios, su cuerpo y mucho menos su alma, no le pertenecían. Pero por la mierda que se sentía bien al tenerle así, al sentir entre sus manos temblorosas la calidez de su piel tersa, tener el privilegio de escuchar sus tan finos y ruidosos gemiditos llenos de ese placer que no dudaba, le hacía sentir como si estuviese en una nube de placer.

Porque estaba seguro que, aunque Woo no era de su propiedad, quería que lo fuese.

Sonaba malo, y en verdad lo era. En gran parte era como una aberración hacía su persona, hacía lo que estaba moralmente correcto. Era tan malo y bajo, pero aún así no podía evitar lo que hacían, no podía detener el ritmo de su corazón, el cual había caído rendido ante sus encantadoras sonrisas y ojos soñadores; su corazón ingenuo que mientras más se enfocaba en esa estúpida realidad, no dejaría de rendirse.

Le besaba con tanta desesperación, queriendo estar pegado toda la vida a él, para acariciar su cuerpo por horas, justo así, con las yemas de sus dedos, para sacarle suspiros y jadeos gustosos. Porque él sabía, Park Seonghwa sabía que Wooyoung era para muchos, una simple puta que disfrutaba del maldito y sucio sexo por dinero. Pero eso no le importaba en lo más mínimo.

Quería estar pegado a su cuerpo porque quería, de cierta forma, reconstruir lo que mucha gente se encargó de desmoronar con toques bruscos, una follada que solamente era para auto-satisfacerse... Posaba las manos en sus caderas danzantes y le besaba con más ahínco porque no soportaba pensar que alguien tan depravado le había hecho daño.

Gozaba de tener la oportunidad de demostrarle que no todos los buscaban sexo carnal, debían ser bruscos. Le quería enseñar lo bueno que sería si alguien le tratase con cariño, con ese amor que sentía tan fuertemente.

Y jodido infierno, se había enamorado.

No sabía cuántos encuentros llevaban, pero sabía que no podrían contarse con los dedos. Sabía que estaba mal, que era incorrecto, pero aún así, Wooyoung no dudaba ni un segundo en lanzarse a sus brazos cada vez que se aparecía en el club, le abrazaba con fuerza y gritaba alegremente su nombre antes de propinarle un beso en cada mejilla como forma de un saludo bastante afectuoso.

Wooyoung era... Dios, él era como una estrella que estaba rodeada del espacio infinito, era hermosa, todos podían mirarla, apreciar su destello tanto de lejos como de cerca. Era como algo que brillaba y no se apagaba aunque tuviese que dejarse manipular, dejarse llevar por cosas que no quería y fingir sentimientos que no cabían en su pequeño ser.

Era especial, a pesar de todo.

—Creo que eres el único que me ha hecho sentir así...— Le había dicho una noche, mientras bebían un poco de cerveza. Wooyoung se mantenía sentado sobre su regazo como ya se le había hecho habitual, bailando de una manera sosa aquella canción que desconocía. Se empinaba la botella por largos segundos y luego reía al apartarla de sus apetitosos labios rojizos. —Haces que mi corazón se acelere como loco, precioso...— Amaba ese apodo, mierda. Nunca pensó que podría interesarse tanto en que alguien le dijera de una manera linda.

—Pero eso es malo, ¿Lo sabes, no?— Cada vez que se le quedaba viendo a sus labios, su mentón era tomado bruscamente para que sus ojos azules se enfocaran en aquellos violetas. Seonghwa se sentía aprisionado, pero lo agradecía, mandaba miles de agradecimientos a cualquier ser que le estuviese escuchando; porque jamás se había sentido así, tan bien junto a una persona. —Es malo porque yo tengo compromisos, sucios compromisos que te dejarían asqueado... Y aún así sigues aquí, sigues viniendo a verme y eso en verdad me alegra mucho.— Su tono de voz no era nada comparado a esa sonrisa suave que tenía en el rostro.

—Quiero ayudarte— Desembocado, como si en su interior habitara un animal audaz que solamente quería salirse de su pecho, dejando a su corazón tan acelerado y sediento de amor. Seonghwa en verdad estaba sintiendo cosas demasiado fuertes por ese chico pelinegro, quería tanto conocerle mejor, darle toda la buena atención que se merecía. Él no era una persona con recursos elevados como sus clientes frecuentes, no estaba inundado hasta el cuello con sucio dinero fácil, ni con un auto último modelo y ropa de marca. Era... Simplemente él, y eso a Wooyoung no le importaba en lo más mínimo; disfrutaba de su compañía, de sus besos y caricias, podía darle eso y si se esforzaba, podría darle mucho más. —Quiero ser todo para ti...

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