01. may be.

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Es su vida el lóbrego vacío, girando sobre un mundo blanco e incompleto que le inspiraba la más pura forma de la soledad. Perdido y abismado en la misteriosa añoranza del éter, quisiera olvidar y volar hasta más allá de los últimos astros; sin embargo, está encadenado a las miserias de la triste vida terrenal.

Esperaba por un soplo de aire fresco que lo desatase de su melancolía, mas la esperanza de que eso sucediera moría conforme el tiempo pasaba, y su deseo parecía no querer cumplirse. En su ciclo no hay más que vacío, inundado por un blanco abrumador que confundía la vista, un abismo de silencio que lo hacía sentir desdichado.

Comprender su misión fue tarea difícil. Sus ojos se cargaron de lágrimas transparentes que asemejaban lindos cristales y se apagó en sus labios la sonrisa, como una luz que mata de repente una ráfaga de viento, cuando entendió que sobre su cabeza sólo existía un blanco infinito insensible a su desesperación humana, desde su ropa de vestir hasta el ingrato cielo nocturno, sin ningún mísero rastro de color.

Víktor vivía en un mundo blanco. ¿Como no guardarle rencor al universo cuando lo obligaba a someterse a semejante infierno?

Vivía padeciendo la eternidad encerrado en un mundo que lo obligaba a sonreír para brindarle felicidad a las mañanas, mas no es así, porque está llorando sobre la vista temblorosa del monótono vacío escaso de vida. Y no hay nada que hacer, pues debe aceptar su realidad si el destino así la quiso.

Ya consideraba el caso como una rutina obligada. Pensaba y sentía, amaba y odiaba; conocía todos los tonos que habían de conmover más profundamente sus sentimientos, y sabía formar con ellos los más gratos acordes. Percibía todos los estímulos de su interior, ya que no había ninguno en el exterior.

Sin embargo, la capacidad de sentir no era un argumento lo suficientemente poderoso como para permitirle brindar color en su vida. Estaba en blanco, aquel vacío que inundaba su mundo desde que tenía memoria, y que inclusive creía detestar. Hasta hoy.

Aquella noche como cualquier otra, mientras dormía con la esperanza nacida en su pura conciencia, idolatrando el sueño divino que le permitía escapar de la realidad, una pura y sutil luz cuya forma recordaba a una mariposa se posó en su regazo. Un espectro translúcido, casi diáfano como el alabastro, si bien con leves tintas multicolores, cuyo dominio misterioso que tenía y ejercía en el espíritu humano intimidaba.

Danzando alrededor del cuerpo durmiente de Víktor, la bola de luz invocó una etérea y fina gota de agua que caló en su pecho, empapando parte de su camiseta blanca. Aquella zona húmeda, en concreto, la parte del corazón, tomó al instante un intenso color azul, formándose sobre ella una curiosa mancha cobalto, invisible para el ojo humano.

La solitaria gota vino acompañada de un torbellino de lluvia, una tormenta espesísima que se sentía en oleadas y que amenazaba con durar. Salpicando con envidia la fachada de su refugio y saltando de un tejado a otro con nerviosa volubilidad, besaba con fiereza la superficie una vez caía a ella. Sin duda, se mostraba tan grácil y perfecta como la narraban los libros de ciencia.

Era algo sumamente increíble y difícil de creer: por primera vez en toda su existencia, estaba lloviendo en aquel mundo vacío e incompleto. Sin embargo, el espectro quería dejar constancia de su aparición, pues, ¿de qué servía hacer un truco de magia si el único público presente estaba perdido en los brazos de Morfeo?

Y como si quisiera comunicarse desde la distancia a través de aquel inimaginable fenómeno, dibujó sobre el dorso de la mano de Volkov una diminuta inscripción: «HP»

En ese momento no era consciente pero, gracias a la llegada de aquella esfera luminosa, la vida de Víktor sería totalmente distinta; su pequeño universo, opaco de soledad, comenzaría a tomar millones de colores.

໒ㅤ𝘣𝘭𝘢𝘯𝘤𝘰ㅤ  𓂃ㅤvolkacio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora