Capítulo cinco: El solitario amanecer

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     Hacía frío, la fogata se había apagado en cierto punto de la noche ocasionando que los soldados se aferraran a las mantas que cubrían sus cuerpos. Cada uno durmiendo en un catre distinto, rodeando la fogata ahora extinta, continuaban descansando o al menos intentándolo, pues uno de ellos, Chinyoung, no pudo continuar durmiendo.

Se sentía inquieto e incómodo, por eso terminó levantándose, abandonando la idea de dormir por más tiempo. Sin hacer ruido, decidió salir de la tienda para caminar, y de paso, revisar si HoSeok se encontraba bien.

Se alarmó al ver el banco solo, no estaba ocupándolo como antes lo cual le hizo asustarse, si se había ido por su cuenta no podría completar su travesía, no podría llegar jamás a TaeHyung y se perdería, condenándose a sí mismo, a su amado y al pueblo. Ellos tenían que estar presentes, los soldados debían de apoyarle al momento de llamar a TaeHyung.

Estaba por alertar a sus compañeros y emprender su búsqueda cuando algo llamó su atención, un bulto al lado de un árbol seco a unos pasos. Sus ojos se entrecerraron para mirar con mayor atención la figura, descubriendo que era HoSeok. Estaba sentado abrazando sus piernas con el mentón sobre sus rodillas, se veía muy pequeño, finalmente aparentaba verdaderamente la edad que tenía cuando le mataron.

Chinyoung se acercó con cuidado, percibiendo que el cuerpo estaba temblando ligeramente, quizás por frío. Ni siquiera le miró cuando colocó la manta sobre sus hombros, luego se intentó marchar pero algo le detuvo, no se sentía cómodo marchándose así sin más. Poco a poco se hincó mirando al hombre sentado en el suelo, buscando su mirada —¿Quieres recostarte? Mi catre está disponible, allí hace menos frío.

Se atrevió a tocarle el hombro, sintiéndole temblar tanto que le sorprendió —Tengo frío —susurró, explicando los escalofríos que atacaban su cuerpo—, yo pensé que ya no tendría frío, no más que cuando estuve... muerto.

Abrazarle sería demasiado, pero podría prender una fogata —Ven conmigo, HoSeok. —intentó pararse para señalarle por dónde ir para meterse a la tienda, ahí podría intentar volver a prender la fogata. Sin embargo una helada mano le tomó de la muñeca con fuerza, cuando volteó, un par de ojos brillosos le miraban fijamente, casi suplicando por algo que no entendió.

Ya casi amanece —le hizo saber—, no lo hagas, nos iremos pronto.

Aun así no le soltó, su delgada mano seguía rodeando la muñeca casi por completo. Incluso al verle asentir, no le dejó ir, para eso tuvo que volver a acercarse al hombre, sentarse a su lado, solo entonces el agarre se fue suavizando hasta soltarle por completo.

Quería compañía, ya no se atrevía a quedarse solo.

» Tengo miedo —fue sincero—, tengo miedo de no encontrar a TaeHyung, o si lo hago, no ser capaz de que venga conmigo. Que nos separen otra vez.

Las palabras más sensatas que se le ocurrieron para calmarle fueron —No lo creo, la leyenda de "El rey y sus cuatro soldados" dice que cuando se reencuentren, se irán juntos.

HoSeok cerró sus ojos con fuerza, lo había leído por supuesto, pero no le había calmado —Ese libro fue escrito por uno de los soldados, no saben qué pasó después. Lo asumieron, yo... no soy tan fuerte como el rey.

Comprendió su miedo, porque con cada hora que pasaba HoSeok se veía menos poderoso, se convertía más en el chico que asesinaron en los juegos y menos en la reencarnación de un rey que imponía con su mera figura. A sus ojos, estaba sentado junto a un muchacho de 17 años que estaba tan asustado como él lo estuvo al entrar al ejército para la rebelión. Con un asfixiante temor hacia la muerte y lo que pasaría después.

» El pensar que tendré que pasar por lo mismo... volver a morir, a estar encerrado, no creo poder hacerlo. Quiero encontrar a TaeHyung, y luego, no lo sé. —confesó.

Sinceramente Chinyoung no sabía qué decirle para reconfortarle, le costaba si quiera imaginar lo que sería estar en su situación. Sin embargo, confiaba en algo que sí decía el libro —Cuando la reina salió... el rey no se pudo separar de ella. Creo que cuando te reencuentres con TaeHyung, no tendrás miedo nunca más. Ustedes se protegían el uno al otro, hasta el final.

Descubrió que todo el tiempo HoSeok se le había quedado viendo, considerando en serio sus palabras que para él tenían mucha verdad. Suspiró pesadamente, bajando la vista hacia sus manos que estaban frotándose la una a la otra, dándose calor —Me siento tan vivo esta noche, tengo tanto miedo como cuando estuve en la arena, siento que recuerdo toda mi vida, extraño a mis padres, a mi Distrito cinco, a mi hermana mayor, a la abuela... pero sobre todo a TaeHyung... y eso me pone triste, demasiado, sobre todo pensar que TaeHyung se quitó la vida. Yo sí llegué a creer que él ganaría, antes de que nos reencontráramos en la arena.

Poco a poco, HoSeok se recargó en el tronco del árbol, dejando sus piernas extenderse y jalando la cobija para rodearse más con ella. Chinyoung se quedó sentado y ligeramente encorvado, oyendo con atención » Me da también rabia que se haya hecho eso, si yo no hubiera muerto, si hubiera aguantado o si me hubiera atrevido a matar a Jin, tal vez todo hubiera sido diferente.

Dejó que la lágrima cayera por su piel, así como Chinyoung permitió que expresara lo que sentía sin interrumpirle » Quisiera que todo hubiera sido muy diferente, tal vez no que yo viviera pero con unos minutos más de calma a su lado, así podría pedirle que no muera por mí, no valía la pena. Y que me perdonara por no protegerlo, también... —pausó para dejar salir otro sollozo— decirle que lo amé, que me hizo sentir el amor más puro y hermoso de manera romántica que pudiera experimentar. Me protegió, me hizo sentir seguro, me hizo creer que estaríamos siempre juntos sin que me lo dijera, sus acciones fueron más que suficientes.

¿Chinyoung? —ambos voltearon hacia dónde se escuchó ese llamado tan inesperado.

Dong miraba a ambos con atención, asombrado, detrás de él los otros dos soldados terminaban por levantarse y prepararse. Dejaron pasar segundos en silencio, viendo a los soldados acomodar los catres donde habían estado antes de que los usarán, así como se aseguraron las botas, Paek se ajustó la mochila a los hombros, y luego junto a Dongyul se acercaron al resto.

Con pasos lentos y cuidadosos, llegaron hasta donde HoSeok se encontraba, los tres notando el estado del joven muchacho, las mejillas mojadas y mirada cansada. El sol ya había salido finalmente, el cielo se pintaba lentamente de tonos azules más claros, algunas estrellas todavía brillando entre las pocas nubes que adornaban los cielos.

Ellos estaban listos para partir, incluso Chinyoung, se lo hizo saber al apretarle el hombro, eligiendo las palabras para dedicárselas al joven —Está es una segunda oportunidad, HoSeok, para ti y para TaeHyung, sólo tenemos que encontrarle.

Sonrió ligeramente, aceptando esas palabras suaves y reconfortantes. Suspiró antes de ponerse de pie, todavía cubriéndose con la manta, al menos por unos segundos. Cuando se la quitó y la dobló con sus brazos, Chinyoung la tomó y como el resto, aguardó por la orden para partir ese amanecer —Vamos por él —susurró con su voz tranquila—, TaeHyung, espera, que falta poco. —pronunció en un tono de voz casi inaudible, dirigiéndose en realidad al viento para que llevara ese corto mensaje hacia su amado, donde fuera que se encontrara.

TAEHYUNG Y HOSEOK - VHOPE (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora