Capitulo 1

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– ¿Nuevamente lo intentaste?

Permanecí en silencio mirando un punto fijo de la pared, no tenía ninguna intención de hablar con ese señor.

– Youngjo por favor, intento ayudarte.

Después de sus palabras surgieron largos segundos de silencio, unos que parecían eternos para aquel sujeto sentado a lado mío, incluso lo podía notar un poco desesperado.

– Hoy será diferente.

Finalmente murmuré dirigiendo mi vista al sujeto.

– ¿A qué te refieres con eso?

– No lo sé, pero algo me dice que hoy será un buen día.

El individuo suspiro y enseguida empezó a hacer unas anotaciones en su libreta.

– Te voy a aumentar un poco la dosis de las pastillas, también te recomiendo que te alejes de objetos punzantes.

En respuesta solo asentí con mi cabeza y empecé a levantarme de manera lenta del sofá.

– Y por favor, piensa en la gente que te quiere cuando intentes quitarte la vida.

– Si.

En compañía del señor salí de la sala para irme a reunir con mi madre, el susodicho empezó a hablar con mi progenitora sobre cómo me había comportado en la consulta y aspectos que veía en mi, también aprovecho para contarle sobre el aumento de mi dosis. En lugar de ser un cuarto de pastilla iba a ser la mitad ahora.

En todo ese momento permanecí mirando la marca de mi brazo, aquella que quedó en mi tercer intento de suicidio.

La primera vez intenté ahorcarme en el patio, desde ese entonces venía a hablar con este sujeto, él cual no se cansaba de recetarme cosas y darme unos cuantos sermones.

La segunda y está tercera vez hice un corte profundo en mis muñecas, por lo que estuve unos días internado en el hospital. Y está vez fue igual, perdí varios días de clases y fue difícil que mi padre convenciera a mi profesor de darme un tiempo para reponer lo perdido.

Finalmente mi madre termino de hablar con el señor y nos fuimos de ese lugar.
En el camino me intentaba hacer charla pero yo estaba perdido mirando la calle por la ventana.

– Youngjo cariño, te dejare en la escuela...

– Está bien.

Pasaron los minutos y mi mamá me acompaño hasta el salón de clases, explico al profesor el motivo de mi tardanza y no tuvo más opción que permitirme la entrada.

Las horas pasaban, los profesores entraban y salían para dar su clase, hablaban de temas que no podía comprender.
Me termine aburriendo así que deje de prestarles atención, miraba los rincones del salón en busca de grietas o algunos rayones que habían sido provocados por mis compañeros.

El timbre que anunciaba el descanso empezó a sonar y todos rápidamente guardaban sus cosas para salir casi corriendo del salón y conseguir lo mejor de la cafetería.
Yo por mi parte salí de manera tranquila en dirección contraria a mis demás compañeros, tenía un montón de náuseas así que decidí no desayunar e irme a relajar al patio.

Caminé hasta una zona donde usualmente no había nadie, la cual descubrí uno de los tantos días en que solía caminar sin rumbo.

Me senté en una de las bancas y empecé a mirar mi alrededor por un par de segundos, pero termine con la mirada fija en el cielo mirando las nubes pasar.

En cuestión de minutos sentí que alguien se había sentado a mi lado, pero no preste atención y seguí ensimismado en mis cosas.

– ¿Esperás a alguien?

Cuestionó una dulce y desconocida voz, haciéndome voltear de inmediato para contemplar al propietario de esta.

사랑: ᴬᵖᵒᶜʳʸᵖʰᵃˡDonde viven las historias. Descúbrelo ahora