『Chapter cuatro』

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Finalmente colgó y se fué decidido a sentarse en el piso para después sacar sus tentáculos, respirar profundamente mientras colocaba sus tentáculos de manera extraña. Salvará a Erwin, eso pensaba y eso haría, lo cumpliría, sin importar si le toca ir a dónde quieren comérselo.

— Debo de despejar mi mente — sus mejillas ardieron un poco — y pensar en Erwin.

Se hizo un eco. Jaime nunca se esperó que iba a pasar.

Abrió sus ojos encontrando varios pasillos de color blanco y puertas de diferentes tonos de azules y verdes, de cierta manera le brindaba armonía y tranquilidad. Aunque se le quitara al saber que Erwin tenía más lados malos que buenos, además, de que alguna manera se sentía nervioso, verá a muchos Erwin.

Joder...

¡Era el paraíso!... De cierta forma que le daba vergüenza el que lo sepan.

Se reincorporó y se hizo hacia atrás, pasó un Erwin el cual se mordía las uñas, este le miraba con las mejillas rojas, un sentimiento en su mirar, no recordaba el nombre en esos infantes, pero la reconocía.

— Oye — le intentó hablar pero otro Erwin le había hablado.

— Hola Erwin ansioso — bostezó y después le dirigió una mirada a Jaime, sonrió — ojalá pudiera dormir con él — murmuró siguiendo su caminar.

Jaime le miró más confuso que antes, le intentó hablar pero se distrajo con otro Erwin el cual repetía una y otra vez "nadie puede verme" mientras que se escondía, sonrió un poco, le parecía adorable el que Erwin hiciera eso.

Siguió su camino en busca de otro Erwin que le pudiera ayudar, necesitaba encontrarlo antes de que el lugar comenzara a derrumbarse, lo cual, significaría que fue demaciado tarde. Miró a otro Erwin, este estaba completamente rojo mientras reía y tenía entre sus manos un ramo de flores y unos chocolates, suponía que era el Erwin enamorado. Negó divertido.

El Erwin se acercó a él.

— Hola Jaime — le miró con aquella mirada la cuál ya había pasado con aquel Erwin anterior.

— Uh. Hola, ¿Sabe... ? — fué callado por los labios de aquel Erwin, así, haciéndole sonrojar por la sorpresa.

¡No se lo esperaba!, Estaba a punto de separarse hasta que se dió cuenta de que no le desagradaba, los labios de Erwin se movían con torpeza, algo que se le hizo tierno. Jaime le seguía mirando atontado, cerró los ojos de a poco, hasta que se cerraron por completo.

No podía moverse y no quería moverse, no quería reaccionar, pero tuvo que hacerlo al sentir que aquel Erwin se había separado.

— ¿Erwin? — le llamó pero este solo le dió lo que tenía en manos y se fue a seguir su camino, con una sonrisa que ni la mismísima muerte le quitaría — vale.

Sintió que chocaron contra él, miró su espalda, ¿y que creen que era?, Si, era otro Erwin, aunque no sabía el como verles después de aquel beso que le había dado el otro, a pesar de que le aiga gustado.

ƒ૨เɠɦƭ °-ᎫᎪᎡᏔᏆΝ-°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora