CAPÍTULO 01: Atravesando el desierto

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-Tengo la garganta seca como las arenas del desierto... ¡me muero de sed! - Era como la sexta vez que le oía decir eso, pero para ella era como la centésima

-Cállate, Bolin- le dijo –recuerda quién se dejó robar los caballos-

-Vamos, Korra, ponte en mi lugar, estaban armados- replicó Bolin

-Sí, uno de ellos perdió su arma y yo la encontré... estaba descargada. Te engañaron con un truco muy viejo-

-Bueno, ya, tampoco me hagas ver como un tonto- Acepta resignado - ¿Falta mucho para llegar al siguiente pueblo? - Pregunta

-Créeme, será mejor que no sepas- responde –Si no llegamos antes del ocaso tendremos que acampar-

Korra y Bolin llevaban ya un par de días vagando por el inclemente desierto, el día anterior les robaron los caballos, el joven los estaba vigilando mientras la morena buscaba una cueva para pasar la noche. De no ser por ese desafortunado suceso, estarían ya en el pueblo al que iban, pero todo indicaba que pasarían otra noche a la intemperie.

- ¿Sabes una cosa? - Dice Korra mientras sigue en la tarea de hacer una fogata –Esta situación ni siquiera es culpa tuya-

-Justo cuando estábamos por dejar esa vida, Eska y Desna nos delatan y escapan con todo el botín- Recuerda Bolin el suceso que originó sus actuales circunstancias.

- ¡Malditos perros traidores! ¡Sólo les faltó dispararnos por la espalda! - Espetó Korra visiblemente ofuscada

-Vamos, vamos- Trató de calmarla Bolin –Finalmente no nos dispararon, además aun conservamos nuestras armas y nuestras cantimploras con algo de agua, que nos han ayudado a sobrevivir en este inclemente desierto-

-Tienes razón, podría ser peor... No me gustaría haber muerto sin conocer a mis padres. -

Ambos jóvenes, junto con los gemelos Eska y Desna, pertenecían a un gremio de ladrones muy conocido de la región. No sabían quién era el cabecilla principal de toda la organización, pero ellos en particular estaban a cargo de un tipo llamado Amón, quien los crio y entrenó para el crimen. La forma de operar de esa gente era raptar niños pequeños y ocuparse de ellos con la idea de crear un ejército de delincuentes con un fin desconocido. Aunque tuvieran cierta fama, los guardianes de la ley no habían logrado capturarlos porque permanecían bastante dispersos.

Korra, Eska y Desna eran del mismo pueblo, pero Bolin fue arrancado de su familia en otro lugar. El chico aseguraba que tenía un hermano, alguien a quien apenas recordaba, pero agradecía que no hubiera compartido su mismo destino porque desde que fueron secuestrados pasaron por circunstancias muy duras.

Pese a todas las dificultades, Korra estableció un vínculo fraternal con sus compañeros que se volvió más fuerte con Bolin. Ellos eran los mejores amigos y, sin importar que fueran ladrones, se manifestaban mutuamente una inquebrantable lealtad.

La fogata que los había mantenido calientes estaba por apagarse, había sido una noche muy fría, pero el amanecer estaba cerca. Korra no logró dormir nada, sólo observaba como las últimas estrellas visibles titilaban en el firmamento que poco a poco se aclaraba y luego miró a Bolin, se veía soñando muy pacífico, como si fuera mentira la pesadilla que fue su crianza juntos.

Sin importar que hayan vivido con Amón la mayor parte de sus vidas, nunca pudieron verlo como a un padre. Su crianza, nula en afecto, estuvo llena de otras carencias porque desde muy pequeños tuvieron que robar para comer y aguantaban hambre si no tenían éxito, la mayor parte de lo que conseguían quedaba en manos de Amón. El hombre era un tutor cruel y despiadado, los hacía pasar por extenuantes jornadas de entrenamiento físico trabajando en el campo, manejo de pistolas y dinamita y estudio de los métodos y estrategias de robo de la época. Cualquiera que cometiera un error lo pagaba con brutales palizas y eran obligados a dormir en el establo con los caballos.

Esos días habían quedado atrás, un año había pasado desde que escaparon de la cabaña en la que residían para salvar sus vidas, se desató un misterioso y terrible incendio. Afortunadamente Korra, Bolin, Eska y Desna lograron salir antes de que todo quedara reducido a cenizas, pero cuando estuvieron afuera no vieron que Amón lo lograra. Obviamente querían ser libres, sin embargo, no deseaban que hubiera sido de esa manera.

- ¿Bolin? - Dice Korra tratando de despertar a su amigo –Levántate, Bolin

- ¿qué pasa? - Pregunta medio confundido - ¿Nos encontraron?

-Jajajajaja no, tranquilo- responde Korra –es sólo que no tengo ganas de seguir desayunando en campo abierto, no cuando el pueblo al que nos dirigimos es a sólo dos horas más de camino-

Aunque fue un momento jocoso, ninguno de los dos había tenido un sueño totalmente tranquilo desde que sus compañeros los traicionaron. De la noche a la mañana se convirtieron en proscritos, así que huyeron al único pueblo del que sabían que quedaba cruzando el desierto. Korra sabía a cuánto estaba de camino y en qué dirección porque Amón había hablado mucho de él, decía que era muy próspero y contaba con muchas riquezas, pero recorrer esos parajes no cabía dentro de sus planes.

Bolin había recuperado su entusiasmo, pues comparado con el tiempo que les llevó llegar a donde estaban, dos horas era muy poco

- ¿qué haremos al llegar? - Preguntó

-Buscaremos una taberna, posada, restaurante, algo así- Respondió Korra –Un lugar donde podamos tomar algo, comer y descansar- Aquello era más que todo una broma, no tenían con qué pagar nada de eso.

Lo primero que encuentran al llegar es un pozo ubicado en las afueras del pueblo junto a una hermosa granja. Korra y Bolin no pensaron en nada, sólo arrojaron el cubo de madera al fondo y lo sacaron lleno de agua fresca, la bebieron, se lavaron la cara y se sintieron como si volvieran a la vida.

De repente escucharonuna voz a sus espaldas que los hizo parar en seco sus acciones - ¡Alto ahí! -dijo la persona que al mismo tiempo les apuntaba con un rifle

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Hasta aquí el primer capítulo. Espero hayan disfrutado tanto leyéndolo como yo al escribirlo y agradezco de antemano sus comentarios

Se buscan vivos o muertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora