Parte III

1.1K 192 57
                                    

Los días habían pasado, más de una semana ya, y por parte de Horacio, el chico se sentía horriblemente agotado, desde aquél día todas sus energías parecían haber sido absorbidas por un agujero negro, a todos lados que fuera llegaba cansado, al trabajo, las reuniones de la mafia e incluso su propia casa. Y es que él no entendía por qué, simplemente desde que decidió recortar su consumo de alimentos ya no se sentía tan enérgico como antes, pero creía que era cuestión de acostumbrarse, ya dentro de un mes seguro que volvía a estar de maravilla.

A pesar de todo, en comisaría se esforzaba por mostrar que era el mismo de siempre, pero aquellos que eran más cercanos a él sí que habían notado el cambio, su aura parecía haber cambiado drásticamente, ya no era una alegre como siempre, más bien la describían como forzada y algo incómoda.
Y es que el subinspector había cambiado mucho, ya casi no saludaba al entrar de servicio y las veces que lo hacía no faltaba el gran bostezo que exponía su falta de energía, muchas veces se olvidaba de encender la radio, a veces siquiera podía sostener su propio cuerpo durante los atracos, se cansaba mucho más rápido y su increíble puntería ya no parecía ser la misma.
Nadie sabía cuál era la causa de estos comportamientos en su superior, pero sea lo que sea tampoco querían meterse demasiado, pues se me había olvidado mencionar que ahora su humor no era el más agradable, aunque lo intentara.

¿Quién era este tipo y qué había hecho con el Dan que todos conocían?
No tenían idea alguna, por ahora era mejor ignorarlo.

Esa misma tarde saltó un código 3 de un badulaque, como era costumbre, tomaron la indumentaria necesaria rápidamente y se dirigieron al lugar dónde maracaba el aviso.
Al llegar ya habían unos cuántos compañeros por la zona, algunos haciendo perímetro y otros aguantando a los irrespetuosos atracadores hasta la llegada de los subinspectores. Esta vez decidieron negociar ellos, no era lo normal pero no les vendría mal hacerlo de vez en cuando.

– A ver ¿quién de ustedes payasos va a negociar? - Habló el de pasamontañas oscuro acercándose a la puerta, y cuando decía "payasos" no era para insultar, los atracadores iban literalmente vestidos de payasos. En su mente no se le quitaba la idea que los habían copiado a él y Gustabo, vaya poco originales.

– Vas a negociar conmigo gordito, espero no te sea un problema - uno de pelo azul paseó hasta llegar frente a él. Pero el hombre no midió sus palabras, pues una de estas había hecho click en la cabeza del policía.

– ¿Cómo has dicho? - vaya, si es que hasta su tono de voz había cambiado en un instante, antes se notaba autoritario, demandante; ahora se escuchaba desconsertado y algo inseguro ¿cómo era posible que una simple palabra lo afectara de esa manera?

– Pensé que estabamos nombrado verdades - soltó una risa escondida tras su máscara, una risa asquerosa ante los oídos del subinspector. El atracador había notado su punto débil, ahora sabía dónde debía atacar - ¿Sabes? Mejor déjame negociar con tu compañero, no me gusta dirigirle la palabra a cerdos.

– Vamos a pegarnos de tiros y vemos quién el verdadero cerdo, idiota - Dan se mostró agresivo de un momento a otro, parecía estar a nada de sacar la pistola y a la mierda todo, tenía suerte que su hermano estaba allí para pararlo de cualquier estupidez.

– Espera, espera ¿Qué no ves que aún hay rehenes? Hagamos las cosas bien y con respeto, que o sino no conseguimos nada - Interrumpió Fred la discusión que se estaba formando, y menos mal que lo hizo, pues Dan estaba a nada de saltar al cuello del atracador y atacarlo cual perro rabioso - Dan, será mejor que me dejes esto a mí por ahora

El nombrado no dijo nada, tan solo frunció el ceño y asintió con desagrado, sabía que no era correcto comportarse de esa manera, y más aún cuando están en pleno trabajo. Se dio la vuelta dispuesto a calmarse e intentar ayudar con algo más, pero lo detuvo otro irritante grito del atracador.

– ¡Y cambiése esos pantalones, parece vaca con ellos! - Siseó acompañado de una estruendosa risa.

Puro veneno, todas aquellas palabras eran veneno incrustrandose en su cuerpo y destruyendo poco a poco su ser, lo llenaba de rabia, enojo, tristeza, pero sobre todo asco; no por las personas que lo insultaban, se encontraba asqueado consigo mismo.
No aguantó más, la furia se apoderó de él por un momento, cosa que hizo desenfundar su arma y disparar sin cuidado hacia la puerta. Vaya suerte que el cansancio no lo había dejado apuntar bien, pero eso no quitaba el hecho de que su actuar dejó a todos los presentes en puro silencio.

– ¿Vas a seguir hablando, hijo de puta? - Soltó con una voz que parecía ser de ultratumba, nadie lo había escuchado así antes, siquiera su propio hermano.

– Tienes razón, eres una perdida de tiempo, sigamos negociando - respondió el atracador con total tranquilidad, ya había conseguido lo que quería, el juego psicológico sería una buena estrategia a la hora de huir.

El resto del código 3 continuó con normalidad, luego de las negociaciones y una larga persecución lograron atrapar a los malhechores, era otro éxito para Fred y Dan, pero si era un éxito... ¿por qué se sentía tan vacío?
A pesar de que habían capturado a aquellos tipos no se sentía como si hubiera ganado, al contrario, se sentía como si hubiera perdido una parte más de su ser, una parte que ahora había dejado un hoyo el cual no sería nada fácil de reparar.

No pasó mucho más luego de eso, salieron de servicio y cada uno fue a su respectiva casa, con la diferencia de que Gustabo llegó más tranquilo que pez en el mar y Horacio solo podía pensar en las ganas que tenía de llorar, pues al final eso fue lo que hizo.

Cuando llegó a su cama no pudo sostener sus lágrimas por más tiempo, era un llanto silencioso, simplemente lamentándose de su horroroso día y de lo estupido que era al dejar que esto lo afectara de esa manera, él era Horacio ¡Él se comía los problemas! Pero ahora... los problemas lo masticaban, escupían y pisoteaban al pobre chico de cresta.
Nuevamente habían notado su descuidado físico y se habían burlado de ello, ya no solo unos compañeros pesados, si no que ahora atracadores por igual soltaban frases mucho más duras, haciéndole pasar vergüenza frente a todos.
Sus lágrimas comenzaron a derramarse con más fuerza al pensar que más de uno los agentes presente se había reído de él, realmente no había escuchado a nadie, pero eso no negaba que a sus espaladas podía pasar cualquier cosa. Estos problemas eran mucho más grandes de lo que podía soportar, él enserio pensaba que iba por buen camino, pero nunca sería suficiente, si seguía así nadie lo querría, no quería quedarse solo el resto de su vida.

Al final lo decidió, era obvio, debía esforzarse más. Sabía que el recuperar su estado antiguo tomaría su tiempo, pero el quería resultados ahora, ya no soportaba las burlas, debía hacer algo ahora mismo o estas no se detendrían jamás.
Secó sus lágrimas y tomó un saco de su armario, para acelerar el proceso era mejor ponerse las pilas y comenzar a actuar por su propia cuenta ¿y qué mejor que un par de vueltas al barrio en plena madrugada? Al día siguiente llegaría muerto al trabajo, pero eso era lo de menos, pronto sus esfuerzos darían resultados y eso es todo lo que importaba.

Por alguna razón, Horacio ya no quería ser Horacio, eso era algo secundario.
Horacio quería ser bonito...
Es lo único importante ahora mismo

.

.

.

//Me estoy dándo cuenta de que los capítulos van más lentos de lo que esperaba, pero es que quiero detallar los pensamientos de Horacio que lo encaminan a aquel punto sin retorno. De todas maneras intentaré que todo avance un poco más.

Que por cierto, otra cosa, es que la historia se está situando cuando cuando H y G solo hacían encargos para la mafia y no se conocía aún a Pogo como una personalidad, todavía no pasó nada de lo de Leo ni lo pienso implementar. Yo ya sé que rumbo quiero que tome mi historia y si agrego las cosas actuales va ser más complicado que llegue a donde yo quiero.

Eso era todo, que tengan un buen día😔💖💕

⛓;;𝕭𝖔𝖓𝖎𝖙𝖔⛓ - VolkacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora