Un nuevo comienzo

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-- ¡Lisa! ¡Espera, no corras tan rápido! - Mi padre gritaba en vano mientras intentaba, también sin éxito, de alcanzarme.
  Hoy era el día. Corro tan rápido como los siete libros que llevo en mis brazos me lo permiten, y entro a la estación, que estaba alborotada de gente. Debí ir mas lento, pero no lo hice, y me gané miradas furiosas de la gente a la que empujaba o golpeaba. Tenía ganas de gritarles "¡No estoy loca! Estoy por ir a Hogwarts muggles ignorantes, ¡Habran paso!" Pero me contuve.
   6...7...8...Pasaba las plataformas rápidamente. El collar de las Reliquias de la Muerte me golpeaba el cuello y hacía que me doliera, pero no había tiempo de detalles. ¡Por Dios, toda mi vida había esperado esto! Ir a Hogwarts era, obviamente, el sueño de todo Potterhead... ¡Y aquí estaba! A punto de subirme al Expreso de Hogwarts y a punto de cambiar mi vida para siempre. No más matematicas, no mas materias inútiles y aburridas. ¡No! Ahora tendría Defensa contra las Artes Oscuras, Botánica, Adivinación... ¡Clases de Quidditch! Estaba tan emocionada que sentía que el corazón me iba a explotar.
  Mi carta de Hogwarts llegó un 9 de Junio, a las tres de la tarde un día jueves, según esta escrito en mi diario. No recuerdo con exactitud el momento, pero sí recuerdo que me puse a gritar por toda la casa y mi hermano menor terminó por ponerme una almohada en la cara hasta que me calmé. Al principio, sin embargo, mi familia y yo pensamos que era una broma. "Lisa, piénsalo un poco. Todo el mundo sabe que tu amas Harry Potter, debe ser alguna broma de alguien. Además, lamento decirlo, la magia no existe" Esas fueron las palabras de mi madre al ver la carta. Pero luego de unos minutos se presentó LA PROFESORA (ahora directora) MCGONAGALL EN PERSONA, y les explicó a mis padres que era una BRUJA y además NOS DEMOSTRÓ QUE ERA CIERTO CONVIRTIENDOSE EN GATO.

  Muy loco, ¿verdad?
      8...9...10...nueve! Paré en seco al ver que estaba en el lugar correcto para entrar a la plataforma 9¾. Frené tan repentinamente que el séptimo libro se resbaló de mis brazos y estuvo a punto de tocar el suelo, pero una mano ágil lo tomó antes. Me quedé helada. El libro se había quedado quieto en el aire y luego había levitado un poco antes de posarse en la mano de aquella persona. Sorprendida y con un nudo en el estómago, levanté la vista y me encontré con un chico, tal vez tres años más grande que yo, con su cabello negro azabache y alborotado, piel clara y ojos increíblemente verdes.                                                                                                                              
"Solo Albus entre los tres hijos de Harry, había heredado los ojos de Lily"  La frase que tantas veces había leído apareció en mi cabeza.

   Casi me desmayo al darme cuenta quien era.
   Por Dios, no puede ser posible... ¡Callate! ¡Claro que lo és, lo tienes en frente de ti!  
   (N.A: Por las dudas aclaro, cuando la letra esté en cursiva, son los pensamientos de Lisa)
  Albus me sonrió y me devolvió el libro. Estuve a punto de tirarme sobre él cuando simplemente me saludó con la mano, tomó su carrito (que no había visto hasta el momento), se preparó, miró a su alrededor para confirmar que nadie estaba viendo, y en un abrir y cerrar de ojos había desaparecido tras la pared.
  Cuando me dí cuenta de que realmente había tenido al mismísimo Severus Potter frente a mí, pegué un grito tan estridente que por unos momentos la estación se quedó en profundo silencio. Miré a mi alrededor y todos me observan como si estuviera completamente loca. 
 Muggles idiotas no me miren así. ¡Acabo de cruzarme cara a cara con Albus Severus Potter! 
  La estación recobró el bullicio habitual. Empecé a respirar agitadamente cuando sentí las manos de mi padre sobre mis hombros.
-- La próxima vez intenta no volverte loca -- Dijo pesadamente. También estaba agitado a causa de que me persiguió por toda la estación.
 Pero no iba a calmarme.
--¡¿ TIENES UNA IDEA DE A QUIÉN ACABO DE CONOCER?! -- Le grité. Puso los ojos en blanco y abrió la boca para responder, pero mi madre apareció por detrás y lo interrumpió.
-- Algunos de tus amores literarios supongo -- Dijo ella con calma. Había tenido una sabia decisión al dejar que mi padre me persiguiera. Optó caminar tranquilamente por toda la estación.
-- Algo así. -- Dije, sin ganas de explicar. Quería gritar otra vez,  salir corriendo y gritar "HE CONOCIDO A UN POTTER!" pero no lo hice -- Es... ALBUS SEVERUS POTTER, el hijo de...
-- De Harry Potter -- Me cortó mi padre. Decidí que lo mejor era tranquilizarme o él explotaría.-- Lo sabemos. Nos has contado todo sobre esa saga unas cuatrocientas veces, Lisa.
-- Déjala ya -- Dijo mi madre al tiempo que me abrazaba -- Es hora... es hora de que te vayas, cielo -- Su voz se quebró al final de la oración.
 Oh no, odio las despedidas.
-- No te preocupes, voy a estar bien. -- Le dije intentando no llorar también. Ver a mi madre así me pone... sentimental a veces.
-- En ese colegio, nunca se sabe. -- Se le escapó a mi padre. Lo miré con odio; no era la mejor manera de tranquilizar a mi madre. Hizo un gesto de disculpa -- Ve Lisa, o llegarás tarde. Te vamos... te vamos a extrañar. -- A él también se le quebró la voz.
  Los abracé a ambos y mi madre rompió a llorar. Me apretaban tan fuerte que creí por un momento que iba a morir asfixiada, sin poder siquiera poder tocar algo relacionado con el mundo de la magia.
  El mundo de la magia... Un sentimiento que nunca había experimentado se apoderó de mí: el miedo. Miedo a lo que me esperaba, miedo de tener que enfrentar esto yo sola. Era miedo mezclado con excitación. Con emoción. En realidad, eran tantos sentimientos juntos que resultaba increíble que entraran dentro de una sola persona.
  Lo lamentaba por mis padres, pero no iba a seguir allí despidiéndome. Me aparté de ellos les sonreí, bese a cada uno de ellos en la mejilla.
  Mi papa se agachó para quedar a mi altura (soy algo baja de estatura, debo admitirlo), me miró seriamente y me dijo:
-- Sé que seguramente no me harás caso, pero intenta no me meterte en problemas, de acuerdo?
 Me reí nerviosamente.
-- Haré mi mejor esfuerzo. -- Le hice una de mis sonrisas de niña tierna. El rió y puso los ojos en blanco.
-- No te creo nada. -- Volvió a abrazarme.
 Luego miré a mi madre. Ella me dedicó una sonrisa entre lágrimas.
-- Cuídate, ¿Quieres? -- Dijo mientras me estampaba un sonoro beso en la mejilla.
  Ahora sí, el momento había llegado. Dí la espalda a mis padres, tomé mi carrito y miré el espacio que había entre las plataformas nueve y diez. Respiré profundo. Me  preparé para pasar del mundo muggle, al mundo mágico.
  A las tres Lisa. Uno... dos... tres!
Empecé a correr y, justo cuando creí que iba a golpearme con la pared, todo se volvió oscuro un momento. Luego, todo volvió a iluminarse.
  Mi mente estaba en blanco. Una locomotora de vapor, de color escarlata, esperaba en el andén lleno de gente. Un rótulo decía: «Expreso de Hogwarts, 11 h». Miré hacia atrás y vio una arcada de hierro donde debía estar la taquilla, con las palabras
«Andén Nueve y Tres Cuartos».
Lo había logrado.
 Todo era igual a como lo había escrito Joanne. No podía creerlo.
  Mientras dejaba mi baúl con el resto del equipaje, miraba todo y a todos con los ojos como platos. Eso era real? Acaso era cierto que... ESTABA POR IR A HOGWARTS?!
Vas a ir a Hogwarts
Y todo se hizo real para mí. Realmente estaba allí, en ese lugar, con esa gente. Ese mundo existía y ahora... era parte de el!
Sin poder evitarlo, pegué un salto acompañado de un grito de alegría, y subí al tren. Para mi sorpresa, nadie me miraba de manera extraña, como había ocurrido hacía minutos cuando vi a Albus.
 Deben estar acostumbrados. Después de todo, hay millones de potterheads en el mundo
Pensar eso me hizo acordar a sus amigas y por un momento me sentí triste, pero todo mejoró cuando me crucé a un perfecto con varita en mano, reparando los anteojos de un niño que, como ella, debía ser de primero. 
 Recorrí los primeros dos vagones, pero todos los compartimientos estaban llenos. Moría por sentarme y esperar a que pasara el carrito de golosinas, y probarlas a cada una de ellas.
 Justo cuando empecé a pensar que tendría que viajar parada, encontré un compartimiento donde solo había dos personas: una niña y un niño. Golpee el vidrio y entré.
-- Hola, podría sentarme con ustedes? Todos los compartimientos están llenos.
-- ¡Claro! -- Dijo el niño con entusiasmo. Entré y me dejé caer en el asiento, con un suspiro y una amplia sonrisa-- Soy Miles Binks, y tú?
Lo miré. Era pálido y rubio, con ojos negros como la noche, que tenían un extraño brillo. Eran ojos tan hermosos que uno simplemente podía perderse en ellos. 
-- Lisa, Lisa Marie Trinks.
-- Un gusto -- Dijo la niña. Tenía el cabello castaño brillante, y ojos almendrados increíblemente verdes. Su piel era aceitunada y pálida. Era realmente una chica muy bonita-- Soy Evelyn Markson.
-- Es muy loco esto, verdad? -- Pregunté. Con alguien tenía que fangirlear -- El hecho de ir a Hogwarts, me refiero.
-- Ni me lo digas! -- Suspiró Miles. Metió su mano dentro de su camina marrón y sacó una cadenita plateada. Cuando apartó la mano, puede ver reluciente el símbolo de las Reliquias de la Muerte -- ¿Acaso sabes lo emocionado que estoy? Siento que voy a explotar.
-- ¡¿Eres Potterherad?! Casémonos. -- Dije, emocionada de encontrar a alguien tan loco como yo.
Miles rió.
-- No creo que mi hermana me deje -- Comentó señalando a Evelyn.
Ella puso los ojos en blanco.
-- Por mí, has lo que quieras Miles.
-- ¿Son hermanos? -- Pregunté incrédula -- No se parecen en absoluto
-- Lo sabemos -- Dijeron ambos
-- En realidad -- Aclaró Evelyn -- Somos medio hermanos. Tenemos la misma madre, pero distinto padre. Yo soy sangre pura, él es mestizo.
-- No lo supe hasta hace dos meses en realidad. Mi padre jamás me lo dijo. -- Dijo él -- Mi madre se separó de mi padre cuando tenia cuatro, al poco tiempo conoció al padre de Eve. Jamás la volví a ver. A mi madre, me refiero.
-- Lo siento Miles -- Nunca soy buena en saber que decir en casos como estos -- Pero... como se conocieron?
-- Nos conocimos en el Callejón Diagon -- Respondió Evelyn -- Miles reconoció a mamá en el acto, al igual que su padre. Yo nunca los había visto.
-- Y luego nos dieron una horrible charla sobre que eramos hermanos y blablabla -- Terminó Miles. Se tiró encima de Evelyn y la abrazó fuerte. Eve gritó y lo empujó. Los tres nos reímos.
  Antes de que alguno pudiera decir algo más, el tren dio una sacudida y, lentamente, comenzó a ganar velocidad.
  Miles y yo gritamos de emoción. Evelyn se rió, sacó de su bolsillo una rana de chocolate dispuesta a comerla.
-- ¿Quien te tocó? -- Le preguntó Miles haciendo referencia a la foto que viene con las golosinas.
-- ¡Harry Potter! -- Dijo ella emocionada -- Es la primera que me toca de él.
 Cuando escuché eso, me abalancé sobre ella y eché un vistazo a la fotografía. Mi corazón dio un hueco cuando la foto me sonrió y me saludó con la mano. Lo contemplé emocionada. Tenía la piel clara e increíbles ojos verdes, iguales a los de Albus. Su cabello era color azabache y estaba despeinado, se veía que aún siendo diestro en el arte de la magia, no podía hacer algo tan simple como peinarse el cabello. Sus ojos estaban enmarcados por sus características gafas redondas, que aumentaban la intensidad del color de sus ojos. Y luego, casi invisible entre los cabellos, estaba la cicatriz en forma de rayo. 
 Era exactamente igual a como me lo había imaginado.
 Me había quedado muda. Me aparté de Evelyn sin decir palabra. Inmediatamente Miles se le tiró encima para intentar sacarle la fotografía. Miles le empezó a hacer cosquillas (la debilidad de Evelyn, como descubriría yo luego), mientras ella optó por morder y rasguñar.
 Había sido demasiado para un solo día. Encontrarme cara a cara con Albus, despedirme de mis padres sabiendo que no los vería por un largo tiempo, pasar de un momento a otro al mundo mágico, y saber que todavía ni había llegado al colegio.
  Quería llegar, quería verlo con mis propios ojos, pero necesitaba despejarme un poco.
  El tren dejó la estación y lentamente, empezó a ganar velocidad. Me arrodillé en el asiento y abrí la ventana. Inmediatamente sentí el fuerte viento en mi cara. Saqué la cabeza. Los cabellos se me volaban y los ojos me lloraban. Y todo se redujo a ese momento. Ya no escuchaba la pelea entre Evelyn y Miles, solo escuchaba el viento en mis oídos.
  Y así me quedé, con la mente en blanco, mirando el paisaje hasta que la estación se volvió un punto a la distancia.

¡Caracoles Hervidos! ¡Estoy en Hogwarts! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora