Sus propios impulsos mezclados con el temor prevalecieron. Él cedió a ellos de buena gana y se dio a la fuga. El hombre pelinegro a escasos metros ni siquiera tardó más de cinco segundos en seguirlo.
Era un lobo.
Evidentemente correría mucho más rápido que él, un simple hada cuyas piernas no tenían la fuerza suficiente para una buena carrera. El lobo se estuvo divirtiendo con él, con el hecho perseguirlo, como si fuese una especie de trofeo que debía conseguir. Se lastimó los pies descalzos con cada pequeña rama e incluso con la hojarasca que crujía bajo sus pisadas en la frenética huida.
Notaba los latidos de su corazón bombeando contra sus oídos, enviando espasmos a lo largo de todo su ser. La piel le hormigueaba y, debido al esfuerzo, su respiración se convirtió en un desastre, entre inhalaciones y exhalaciones cortas y rápidas. Se sentía mareado, más confundido de lo que nunca antes había estado en su corta vida.
¿Qué estaba haciendo?
Jimin no debería estar siguiendo su juego, pero en verdad lo estaba, porque en ningún momento pensó en que podía volar y entonces el cazador no lo alcanzaría. En cuanto recordó que tenía alas, batió las mismas en un débil intento por alzar el vuelo; no obstante, lo que creía que eran las fauces del lobo tomaron sus alas con una facilidad asombrosa.
La verdad era que no deseaba huir del lobo feroz.
No era caperucita que temía al lobo malo del cuento, era un hada anhelando ser tomado por su compañero: un deseo profundo que se negó a poner en evidencia, porque entendió que la situación iba más allá de lo que él podía desear, porque habían más personas involucradas que solo ellos dos y porque se trataba del prometido de su hermana mayor.
Después de caer y rodar por el piso terroso, terminó por ser sometido con un peso sobre su espalda. Se percató de que lo que pensaba que eran fauces lobunas en realidad habían sido dedos fuertes, pues aquel seguía teniendo la apariencia de un hombre, un muy atractivo hombre al que deseaba continuar mirando sin descanso. Lo supo al tener su boca tan próxima a su oído, repitiéndole a quién pertenecía ahora.
JungKook, dijo que se llamaba, proclamándose su alfa, su pareja y señor, dueño de su corazón, de su alma, de su cuerpo.
Quiso indignarse. No era una cosa. Y definitivamente tampoco era de su propiedad. Se sorprendió porque en su interior no hirvió el sentimiento de furia que esperaba sentir y que sin duda alguna hubiese sentido en otra situación, con otra persona. Todo lo que salió de él fueron jadeos y la excitación construyéndose en sus entrañas, instalándosele en el vientre.
Él era un atrevido. Uno que sabía dónde tocar y cómo hacerlo para mantenerlo dócil. Ni siquiera la voz dominante de Yoongi a lo lejos, que siempre lo intimidaba, pudo poner fin a la ola de sensaciones que provocó en él un simple tacto descarado de aquellas manos indómitas.
Clavó las uñas en la tierra. Sus alas estaban aplastadas y maltratadas. El bochorno escupió en su rostro ruborizado entretanto era expuesto con una habilidad innata para desnudarlo y tocarlo, como si hubiera nacido para eso.
Basta de eso.
Atacado por la humillación y el sentido de estar traicionando a su hermana mayor, recuperó el control de sus acciones, negándose a ser un felpudo. Jimin sin duda no podría ser tan fuerte como el lobo, pero si algo había aprendido con el tiempo, era que a veces la fuerza no significaba que se tenía ganada la batalla.
Hizo lo primero que se le ocurrió: cogió un puñado de tierra entre los dedos y la lanzó sobre su hombro, al rostro del hombre lobo. Obtuvo resultados no tan satisfactorios para esa parte en su interior que le gritaba que se dejara reclamar, aunque positivos para la parte que le impedía traicionar a su hermana, y esa última pudo más.
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Intenso JungKook «Kookmin»
FanficJungKook es un seductor cambiaformas lobo, alfa de su manada. Él está bastante lejos de considerarse homosexual, teniendo a una hermosa hada como su novia. Sin embargo, el destino parece tener otros planes cuando en lugar de darle una pareja destina...