Capítulo 17

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Narra Daniela

Se hizo de noche y Celestia, su papá y yo fuimos a su casa para descansar. Su mamá fue muy amable y se quedó para estar al pendiente de mi abuela; yo quise quedarme pero no me dejaron por ser menor de edad.

En el cuarto de Celestia, se la pasó dándome opciones para que nos entretuviéramos: jugar con Ame, ver películas, bailar... Pero yo no podía dejar de pensar en mi abuela.

Celestia: Vamos, Dani. No puedo dejar que tú igual te enfermes.

Daniela: ¿Me puedo enfermar por andar triste...?

Fue cuando recordé a mi padre, quien murió por una tristeza intensa. Agaché la cabeza y me quedé sentada en la cama. Estuvimos en silencio por unos segundos hasta que Celestia se sentó a mi lado, prendió la tele y empezó a usar el control remoto.

Celestia: Te pondré una canción que tal vez te levante el ánimo.

Miré la pantalla, la canción se titulaba 'Alone' del artista Alan Walker. Empezó la canción, por alguna razón, mi mente se concentró tanto en la letra como en el video. Es como si me hubiera quedado hipnotizada. Era un ritmo genial, y la letra me gustó. Al terminar, Celestia tomó mi mano y me miró a los ojos.

Celestia: No estás sola, nos tienes a nosotros.

Daniela: Muchas gracias, Celestia.

Me dio un abrazo, me sentí aliviada y mis esperanzas aumentaron. Más canciones de ese mismo artista se empezaron a reproducir automáticamente, me gusta mucho la letra de sus canciones; admito que me sentí identificada con la mayoría. Mientras más canciones seguían, Celestia y yo nos pusimos a jugar con sus muñecas.

Su papá nos llamó para cenar, había preparado sandwiches. Celestia terminó antes que yo, pero aún así decidió esperarme hasta que terminara.

Papá: Niñas, pronto deben irse a dormir. Mañana tienen escuela.

Celestia hizo un puchero al recordar la escuela, pero aún así asintió. Tan pronto como terminé, fuimos a bañarnos y cepillarnos los dientes. Ella lo hizo primero y después yo. Cuando salí de bañarme, vi que había preparado las camas para que durmiéramos juntas.

Daniela: Gracias por todo lo que hacen por mí y mi abuela.

Celestia: ¡No hay de qué! Para eso están las amigas.

Me dedicó una tierna sonrisa a la cual correspondí. Al acostarnos, inmediatamente nos quedamos dormidas.

...

Amaneció. Desperté a Celestia para prepararnos para ir a la escuela.

Nos arreglamos y obviamente nos fuimos juntas, su papá nos había llevado en el coche. Estaba algo preocupada porque desde anoche no recibo noticias de mi abuela, así que no sé cómo esté.

Al llegar a la escuela, nos separamos para ir cada quien a su salón.

Me costó algo de trabajo poner atención en las clases, pues de pronto recordar que mi abuela estaba en el hospital me ponía de nervios. Afortunadamente, llegó la hora del recreo y, como de costumbre, Celestia me estaba esperando afuera de mi salón, y Raúl la acompañaba.

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