Era por fin el primer día de clases para Celestia, el último año de la primaria Hokubu, o mejor dicho la primera vez que iría a la escuela. Estaba muy emocionada y a la vez muy nerviosa, ya que estaba acostumbrada a estudiar en casa, nunca necesito...
¡Fue muy divertido! Jugamos algo llamado Las escondidas, luego Las atrapadas, Encantados, etc. Me divertí mucho, pero me dieron ganas de ir al baño.
Celestia: Chicos, voy al baño. Ahorita vuelvo.
Ellos asintieron y siguieron jugando; yo estaba buscando el baño, pero mientras lo buscaba, vi que dos chicas estaban molestando a una niña que parecía de mi edad, las otras dos parecían ser más grandes, aunque del mismo año. Ellas se reían de la niña y le decían cosas feas, la niña sólo se agarraba el brazo y agachaba la cabeza; después de decirle muchas cosas, la empujaron y ella cayó. Me molesté y decidí defenderla, así que fui corriendo hacia donde estaban.
Llegué y me puse en frente de las chicas más grandes, mientras ponía mis manos en la cintura y decía muy molesta.
Celestia: ¡Oigan! Es malo molestar a otras personas, ¿saben?
Chicas: Jajaja, miren, esta niñita se quiere hacer la heroína ¿Qué vas a hacer?
Su voz amenazante hizo que me sintiera inferior. Ambas comenzaron a reír, yo estaba pensando en un plan, hasta que se me ocurrió algo.
Chicas: Jajaja.
Celestia: Lo mejor que puedo hacer es acusarlas con la maestra para que se lleven un buen reporte.
Ellas me miraron con desagrado, luego se vieron entre sí y empezaron a reír otra vez.
Chicas: Bueno, queremos ver que lo hagas.
Ambas se cruzaron de brazos mientras me miraban nuevamente con desafío. Bajé un poco la guardia, pero no lo demostré, al contrario, apreté mis puños y busqué a una maestra y, cuando la vi, empecé a gritarle.
Celestia: ¡MAESTRAAAAAAA!
Chicas: Eh... ¡Ok, ok! Vámonos, sólo estan molestando.
Las chicas se fueron, me sentí aliviada. Volteé a ver a la niña que estaba tirada, se estaba sobando la cabeza. Le extendí mi mano y ella la tomó, luego la ayudé a levantarse.
Niña: Gracias, no dejaban de molestarme.
Celestia: No hay problema, ¡Me alegra ayudar!
Ella se quedó seria, no sabía si estaba bien o mal, así que decidí empezar una conversación.
Celestia: Por cierto, me llamo Celestia.
Niña: Oh, me llamo Daniela...
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Celestia: ¡Wow, qué nombre tan bonito!
Daniela: Gracias, el tuyo también.
Ella mostró una mini sonrisa y luego miró para otro lado. Iba a seguir con la conversación, pero tocaron el timbre. Ella vio a sus compañeros y salió corriendo, sin embargo, tenía muchas ganas de ser su amiga, así que la agarré del brazo. Ella miró perpleja.
Celestia: Oye, eh... ¿Quieres ser mi amiga?
Daniela: Si, claro.
Me puse feliz y le sonreí, pero ella se fue corriendo y yo me quedé viendo cómo se iba... Una de mis compañeras me vio y me dijo que se hacía tarde para la clase, yo asentí y nos fuimos juntas al salón.
En la clase, sólo estaba pensando en Daniela. Era mi oportunidad para hacer una verdadera amiga; arranqué una hoja de mi libreta y me puse a escribir preguntas para temas de conversación. Cuando la hoja estaba llena, me puse a pensar en mis respuestas.
La clase acabó cuando menos me dí cuenta, así que agarré todas mis cosas y fui corriendo a la salida a ver si podía encontrar a Daniela. Después de unos minutos, la vi saliendo de su salón y fui hacia ella; Daniela me vio y se quedó parada mientras yo me le acercaba.
Celestia: ¡Hola, ¿me recuerdas?! Soy la chica que te salvó hace rato en el recreo -exclamé-.
Daniela: Em... Te llamas Celestia, ¿cierto?
Celestia: ¡Si! Oye, ya que somos amigas podemos compartir gustos -saltando de emoción-.
Daniela: Em... Claro.
La verdad, no sabía si le estaba cayendo mal o si así es su actitud, ya que nunca mostró alguna expresión de emoción ni una sonrisa. Decidí calmarme y hablarle más tranquila para evitar caerle mal.
Celestia: Y... -sacando la hoja- ¿Te gusta el helado?
Daniela: Si, de fresa y vainilla.
Celestia: ¡Genial! A mi me gusta de fresa y chocolate.
Daniela: Wow, ya tenemos algo en común.
Celestia: ¡Si!
Ella volvió a mostrar esa mini sonrisa y después se puso a jugar con sus manos. ¿A caso no puede sonreír bien?
Celestia: Y... -sacando otra vez la hoja- ¿Tienes mascotas?
Daniela: No...
Celestia: Oh, ¿Por qué?
Daniela: Mi abuelita y yo no tenemos tiempo para cuidarlas.
Celestia: Entiendo.
Daniela: ¿Y tú?
Celestia: ¡Si, tengo un perrito llamado Ame!
Daniela: Oh, qué lindo.
Iba a seguir platicando con ella, pero llegó mi mamá por mí y, obviamente, tenía que irme.
Celestia: Lo siento Daniela, ya me tengo que ir. Mañana platicaremos con más tiempo -sonriendo-.
Daniela: Si, claro.
Me despedí de mis otras amigas de clase y luego me subí al carro.
En el camino, le venía contando a mi mamá todo lo que me pasó hoy y sobre cómo salvé a Daniela de unas chicas más grandes y molestas. Mi mamá me dijo que se sentía orgullosa de mí y que le alegra que haya hecho una nueva amiga que fuera de otro salón.
Estaba muy feliz ¡Al fin podré hacer una verdadera amiga! O eso espero...
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Hola! Espero que estén disfrutando de mi tercera historia, la estoy haciendo con mucho esfuerzo y dedicación para que sea de su agrado.
También espero poder escribir como si estuviera narrando una niña de 11 años, ya que soy más grande pero hago mi mejor esfuerzo 😁.
Antes de despedirme, quisiera darle las gracias a @_maionesa_ por sus dibujos! Están muy bonitos y me ayudan mucho con la historia.
Gracias por leer! Y nos vemos en el próximo capítulo 😉.