Pide tres deseos, si los dos primeros no se te conceden, quizás el tercero si,....
Aviso. Esta historia es G!P....
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—¿Piper? Piper dio un respingo al escuchar la voz del otro lado de la línea......
—Perdona, no quería asustarte, soy Donna. Piper esperó a que Red hubiera vuelto a su escritorio para contestar.
—¿Donna?
—Hola. ¿Qué tal el viaje? Se hizo un silencio en la línea
Por un momento, Piper pensó que Donna sabía lo de Bahamas, pero entonces se dio cuenta de que Donna pensaba como todo el mundo, que había estado en un spa.
—Muy bien, me ha venido estupendamente. Le dijo lo más tranquila posible, porque a su mente llegó el recuerdo de Alex
—Me imagino, llevas dos años trabajando sin descanso. La amable respuesta de Donna hizo que Piper se sintiera aún más culpable.
—¿Dónde fuiste? ¿A Miami?
—Hum, no, de último momento me fui a un sitio en Nuevo México llamado Las Cruces.
—¿En Santa Fe?
—No, más al norte. Oh, cómo odiaba decirle mentiras.
—Bueno, espero que hayas podido descansar y te sientas una mujer nueva.
—Pues sí, además, me he despejado un poco del trabajo.
—¡Muy bien! estoy deseando verte. ¿Quedamos para comer la semana que viene?
—¿Tú y yo o con las demás?
—Será mejor nosotras dos, y así hablamos más tranquilas.
Quedaron un día a una hora y Donna se despidió pues tenía clientes en la galería de arte.
Cuando colgó, Piper se quedó mirando al infinito. ¿Sospecharía Donna algo?
Piper se dio cuenta de que estaba siendo una paranoica, pero no podía evitarlo. ¿Qué querría decir con lo de ponerse al día?
Aún no había acabado de digerir su charla con Donna, cuando volvió a sonar el teléfono, era Alicia .
—¿Piper? Mina ha dicho que lo canceles todo, la boda no se celebrará, también ha dicho que no te preocupes por el dinero, que ya imagina que tendrá que pagarlo todo de todos modos.
—¿Cómo has logrado ese milagro Alicia? Alicia rió y bajó la voz.
—Ha sido cosa del señor Brad Cuttler.
—Ah, bueno, gracias.
Piper se preguntó si habría algo en el ambiente... Todas las novias se repetían últimamente: primero Donna y luego Priscila, decididamente, tenía que sacar a Alex de su mente y acabar con aquello, era hora de seguir adelante; sólo esperaba que Donna no supiese nunca dónde había estado ella la última semana.
