Capítulo 10

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La entrada del gremio estaba custodiada por un hombre alto y fornido, con la armadura perteneciente al gremio de Freylea.

-Hola, mi nombre es Hernest Romero. Está prohibido el paso a todo aquel que no sea mago- dijo el hombre en un tono autoritario. -Esta no es zona de juego para unos niños como ustedes.

-Perdone, venía a hablar con ustedes. Gregory, el mago de Hiennith dijo que yo era mago y me regaló este objeto para demostrarlo, pero no sé cómo se usa- Troy metió la mano en el bolsillo de su pantalón para sacar la piedra-runa, cuando el guardia la vió, abrió los ojos en un gesto de estupefacción. Gesto por el cual Troy entendió que su piedra era especial y poderosa.

-Vale, esto demuestra que tú eres mago, pero tu amigo no lo es. No podemos dejarle entrar.- Sentenció el corpulento mago mirando a Fede.

-No te preocupes Troy. Venía preparado para esto. Entra y entrena todo lo que puedas, yo te esperaré en casa, espero que me traigas una buena noticia.- Fede sonrió a Troy, que agradeció con la cabeza.

-Y bien, exactamente ¿cuál es tu problema?.

-No sé por dónde empezar. Me he enterado de que soy mago hace 24 horas mas o menos, y tengo entendido que este artefacto es raro y complicado de usar.

-Empezaremos por enseñarte los principios de la magia. Tendrás que estudiar un par de libros de hechizos menores que deberás dominar, pero antes me gustaría verte intentar usar la runa para poder corregirte. Yo seré tu mentor, porque los demás están demasiado ocupados preparándose para una incursión que van a hacer a la zona del ataque vivido el otro día.

Troy estaba muy emocionado. Todavía no terminaba de creerse lo que estaba viviendo, toda su vida soñando con ser mago y ahora ese sueño se estaba haciendo realidad. Ya deseaba poder echar un ojo a los libros.

-Entra en esta habitación, yo te veré desde la sala contigua- señaló Hernest. Al otro lado de la puerta había una pequeña sala con las paredes marcadas por diferentes símbolos  que Troy aún no conocía. Entró y se quedó esperando algún tipo de señal para intentar usar su runa. Un golpe se escuchó desde el otro lado de un cristal. Troy lo interpretó cómo la señal que esperaba y repitió el proceso que hacía cada vez que trataba de usar la runa. La sacó del bolsillo, la cogió con las dos manos y cerró los ojos y como siempre, obtuvo el mismo resultado, nada. Con gesto de decepción, Troy guardó la runa en su bolsillo y esperó una nueva señal para salir de la sala.

La puerta se abrió y tras de ella apreció Hernest acompañado por otro mago de aspecto más anciano, posiblemente fuera el anciano del gremio.

-Bueno, ya te hemos visto- dijo el anciano- Tu principal error es poner la piedra en tus manos. Es una runa de invocación, no de transformación. No puedes invocar un arma si tienes las manos ocupadas. Hernest, dale un porta runas pequeño- El hombre alto asintió con la cabeza, y se retiró sin darle la espalda al anciano, en una señal de respeto.

-El porta runas permite a los magos que tienen runas como la tuya tenerlas organizadas y separadas las unas de las otras para que no se toquen. Así hay algunos magos poderosísimos que llegan a tener hasta siete runas distintas y las usan casi al mismo tiempo.

Troy se quedó maravillado. Ya podía compararse con grandes magos del reino, aunque realmente no sabía usar magia.

-Aquí estoy de nuevo señor. Aparte del porta runas traigo también los libros que deberá estudiar las próximas semanas.

Los libros eran más finos de lo que Troy había imaginado y al contrario de los libros de los magos de Hiennith, de estos no se sentía poder mágico. Uno de los libros era azul y el otro verde. Detalle que llamó la atención de Troy, pero al que no dio mayor importancia.

El porta runas era básicamente un llavero con varias piezas de madera con un hueco con la forma exacta de la piedra-runa. El que le iban a dar a Troy sólo tenía tres piezas de madera, pero podría añadir más si lo necesitaba.

-Bien, esto es todo por hoy. Puedes irte a tu casa, pero mañana quiero que vengas de nuevo. Tienes que dominar al menos un hechizo de cada libro para seguir avanzando, ¿Entendido?- la expresión de Hernest era sería.

Troy aceptó con la cabeza, cogió los libros y el porta runas y salió del gremio a paso acelerado. Tenía ganas de ver a Fede y contarle todo lo que había sucedido allí dentro.

De camino a casa de los Morris, Troy se desvió para ir de nuevo a su casa y poder leer por encima los libros.

El arma de los diosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora